Mensajeros rayos de mis ojos el principio de una memoria prodigiosa.

“Pero no son estas cosas las únicas que encierran la inmensa capacidad de mi memoria. Aquí están como en un lugar interior remoto, que no es lugar, todas aquellas nociones aprendidas de las artes liberales, que todavía no se han olvidado. Más aquí no son ya las imágenes de ellas las que llevo, sino las cosas mismas. Porque yo sé qué en la gramática, la pericia dialéctica, y cuántos los géneros de cuestiones; y lo de estas cosas sé, está de tal modo en mi memoria, que no está allí como la imagen suelta de una cosa, cuya realidad se ha dejado afuera; o como la voz impresa en el oído, que suena y pasa, dejando un rastro de sí por el perfume que pasa y se desvanece en el viento, que afecta al olfato y envía su imagen a la memoria. La que repetimos con el recuerdo; o como el manjar, que, no teniendo en el vientre ningún sabor ciertamente, parece lo tiene, sin embargo, en la memoria; o como algo que se siente por el tacto, que, aunque alejado de nosotros, lo imaginamos con la memoria, sino captadas sola sus imágenes con maravillosa rapidez y depositadas en unas maravillosas como celdas, de las cuales salen de modo maravilloso cuando se les recuerda”. (Libro decimo capitulo IX).

1.       La memoria tiene la facultad de hacer una relación de hombre con Dios, o el intelecto es solo utopía e ilustración erudita. En algunos momentos la relación de los hombres con la Divinidad parece confusa. Los ojos solo observan lo que quieren ven, y la voz hace que otros escuchen. Pero Agustín tiene una memoria prodigiosa, donde no se contradice; en ninguna de sus afirmaciones y argumentos; tanto filosóficos como teológicos. Aunque en ese  tiempo la razón y la fe estaban  unidas. En estas líneas hay algo que se siente en el  interior es decir en el alma, que te lleva a ser mejor. Por este mismo espacio recuerda el santo  la sabiduría sobre artes liberales, porque es un sistema educativo de la antigüedad. Este hombre estaba en búsqueda de la existencia. Esto es propio de hombres libres que ejercitan la razón, en oposición a las artes manuales que la mayoría  practicaba. Este varón conocía la gramática, la retorica, la aritmética, la geometría y la astrología.  En donde se distingue una belleza, que son una unidad. Examinado la belleza de la forma corporal y encontrando que  todas las cosas están en un sitio debido al número, al ordenamiento  de partes iguales. Algo muy importante en la teoría Agustiniana es que la belleza implica juicio normativo. Agustín tenia memoria de su método, de la investigación de la naturaleza de la verdad. De un análisis crítico de conceptos o hipótesis, que él estaba haciendo sobre lo que le acontecía.  Me imagino personalmente a  Agustín un gran observador que aprendía cosas, a veces de lo que miraba, la memoria recoge lo que los ojos están captando. Antes pueden estar en la memoria pero difusas, desordenadas; aprender a ver es la primicia del orden. Es ir descubriendo que todo lo que vemos es obra de Dios, es mas el mismo hombre nos dice y nos da una imagen del  Todopoderoso.

2.       “Mensajeros de mis ojos… San Agustín siguiendo la doctrina de Pitágoras, expuesta por platón en el Timeo”.1

3.       “Creía que salía de los ojos un fuego interno que en forma de rayos llega al objeto percibido”.2 Es como un acercamiento a lo real, y en ello a Dios que hizo todo lo que existe. La persona humana puede tener una relación con Dios profunda y verdadera. El  trato del hombre con Dios es activo, es examinado, es lógico, es razonado. Hay un todo en la capacidad de memoria de Agustín, y un motivo de admiración por la unidad material del mundo. Pero el encuentro con Dios es más espiritual; que ideológico. Cada ser humano vive diferente el encuentro con Dios es importante hacer memoria igual que Agustín en el proceso de conversión. En muchas ocasiones las cosas no salen como las pensamos; Dios está en nosotros en la profundidad de nuestro interior es decir habita en nosotros. Si repasamos nuestra vida encontraremos al infinito caminando codo a codo con nosotros. Se necesita sentir, conmoverse e implorar a Dios, con gran amor, para hacer vida el encuentro con el creador.

1.       Cf. Nueva Biblioteca Filosófica, t. XVI, p182.   

2.       Cf. Edad media la época de oro de la iglesia, p152.

Las confesiones, de San Agustín. 

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