viernes, 23 de agosto de 2013
LA OBRA MAGNA DE DIOS
1. Queridos hermanos nacidos y renacidos
de la santa Iglesia de Cristo, dice el Santo y
Real Magisterio: „El mundo fue creado
en orden a la Iglesia‟… “La Iglesia es
la finalidad de todas las cosas (cf. San
Epifanio, haer. 1,1,5)… Así como la
voluntad de Dios es un acto y se
llama mundo, así su intención es la
salvación de los hombres y se llama
Iglesia (Clemente de Alej. paed. 1,6)”
(CEC 760).
Antes de hacer cualquier cosa pidamos a
Dios su Espíritu, y con Él demos gracias a
Dios porque Es, por ser Quien Es y por ser
Como Es.
Dicen los entendidos que antes que
algo fuese, se manifestase o alguien
reflexionase, Dios se vio a sí mismo
–pensó sobre sí mismo, o hizo conciencia
de sí mismo- y simultáneamente se amó a
sí mismo. Por eso dicen que el sí mismo es
el Padre, la conciencia sobre sí mismo es el
Hijo, y el amor entre el Padre y el Hijo es el
Espíritu Santo. En nosotros es un proceso
no simultaneo que se manifiesta como
conciencia, luego auto conciencia o auto
conocimiento, y luego amor a sí mismo.
2. Poco después, Dios se decidió a crear en
una explosión de amor, poder, bondad,
sabiduría y belleza a las criaturas.
Y quiso modelar en su imaginación
creadora a una criatura excelsa y perfecta,
un poco menor que Él, que estuviera
situada entre Dios Trino y toda otra
criatura, y sirviera como ayuda y modelo
para su Obra: “Yahvé me creó, primicia de
su camino, antes que sus obras más
antiguas” (Pr 8, 22). Entonces creó a
María (cf. CEC 721), la Virgen Santísima.
Originó a su Amada Eterna, en la cual,
como Espejo Inmaculado, se contemplaría
como Padre, Esposo e Hijo.
Dios hizo entonces una creación trina, es
decir, de tres clases de seres principales:
los espirituales, llamados ángeles; los
materiales, llamados mundo –vivientes,
universo o cosmos-; y un ser mezcla de
ambos, o sea espiritual y material, llamado
hombre… y cuando lo realizó constató que
todo era bueno y sano.
3. Luego lanzó su imaginación creadora
hacia adelante y concibió varios tipos de
pueblos o familias humanas; y decidió
sostener en su mente y en su corazón a
todas las criaturas. Por ello dicen los
místicos que Dios está presente en la
Creación como creador, como sostenedor y
como comunión.
Observó Dios a las diversas familias
humanas y encontró que una de ellas (la de
Abraham) mostraba cualidades aceptables
para que su Amada, la criatura excelsa antes concebida pudiera asentarse, y
posteriormente plantar su tienda en la
familia de Jacob (“Entonces me dio orden
el creador del universo,… me dijo: „Pon
tu tienda en Jacob, entra en la heredad
de Israel.‟” Si 24, 8). Puso su amorosa
atención en ella y luego le llamó Israel.
Eligió a este pueblo para hacer con él una
alianza, a fin de que por su medio llegara
su revelación y su salvación a los demás
pueblos. En este pueblo, como sabemos,
nacería su Hijo y su Hija. De este pueblo
haría una nueva y definitiva Familia.
Por ello amó con preferencia a Israel, pues
en él veía los rasgos de su Hijo y de su
Amada Hija. Por ello trató al Pueblo
Elegido como su viña y como su esposa
(cf. Is 5, 7; 54, 5).
4. Es por esta deferencia que los
integrantes de este pueblo empezaron a
concebir la existencia de un solo Dios,
creador del cielo y la tierra, de todo lo
visible y todo lo invisible. Y el pueblo se
hizo monoteísta, desechando el politeísmo
y el paganismo, aceptando y conservando
la alianza con Dios por siglos.
Estos cambios fundamentales pasan
cuando Dios pone su vista en algo o
alguien: lo transforma y eleva
esencialmente. Por eso los pueblos ruegan
al Señor: “No retires de mi tu santo
Rostro”. Israel empezó a salir de la
degradación en la que había caído la
humanidad; se empezó a espiritualizar y,
Dios se empezó a manifestar a través de
dicho pueblo.
No contento con esto, Dios quiso que su
Hijo Amado tomase forma humana en el
pueblo elegido, para llevar a cabo su plan
de redención. Quiso formar una nueva
Familia modelo formada por su Hijo, su
Hija Amada y san José, un hombre justo
descendiente de David; y con ella hará una
alianza nueva y eterna, que perdurará
hasta la consumación de los tiempos.
5. Y porque su Hijo nacerá de la Virgen
Santa, a la Virgen de Israel la llamarán:
“Tabernáculo de Dios”, “Morada de Dios”,
“Sagrario de Dios” y “Arca de la Alianza
Nueva y Eterna”.
Quiso Dios que de la Sagrada Familia
naciera un Nuevo Pueblo de Dios, o sea, su
santa Iglesia, la cual está constituida por:
Jesús, el Redentor; María, Co-redentora, y
la Madre del Salvador y de la Iglesia; y, los
Apóstoles del Cordero (representando a
san José el custodio de los Amados de
Dios), colaboradores de la redención.
Es al pie de la Cruz que nace la santa
Iglesia como Familia de Dios: cuando
Cristo le dice a María: “Ahí está tu hijo”,
refiriéndose a san Juan quien representaba
a los Apóstoles, a la humanidad y a toda
criatura. Luego le dijo a san Juan: “Ahí
está tu madre”… Y desde ese momento la
aceptó en su casa y la llevó en su corazón.
Y nace la Iglesia en la Cruz como
Sacramento, como una Nueva Eva nacida
del costado abierto del Nuevo Adán: del
corazón traspasado de Cristo, del cual
brota agua y sangre, hecho que representa
a los sacramentos fundamentales del
Bautismo y la Eucaristía. Luego en
Pentecostés la Iglesia nace como epifanía.
Es por esto que la Iglesia de Cristo surge
del pueblo de Israel y de la Familia de
Nazaret. Es por esto que es Una, Santa,
Católica (Universal) y Apostólica; la cual no está separada de la humanidad, ni del
pueblo de Israel, ni de la Sagrada Familia.
Toda la Obra, creadora, redentora y
santificadora, de Dios Trino: Padre Hijo y
Espíritu Santo, adquiere su sentido en la
realización de la santa Iglesia: ella, porque
contiene en sí misma todo el proceso de la
Obra amorosa de Dios, es la Obra magna
del Artífice Divino.
6. Por ello la Iglesia es Sacramento de
Salvación, porque es la manifestación
sensible y concreta -además de ser
manifestación de lo invisible y espiritual
del cielo- de las intenciones de amor, del
Dios que es Amor, para con sus criaturas;
las cuales en su Iglesia se transforman en
sus hijos en el Hijo: reciben la filiación
divina que eleva al cielo y a la gloria de
Dios (el Seno íntimo de Dios).
La Iglesia es depositaria de la Fe, o sea, de
la presencia viva y sacramental de Dios.
Custodia y administra la Fe por voluntad
de Cristo su Fundador.
En y con la Iglesia el Redentor recapitula
(rehace) toda la Creación: la renueva,
santifica y deifica. Y su Fundador que es
Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo, le otorga
la potestad de prevalecer hasta el fin de los
tiempos, y jamás ser derrotada por el mal.
Antes bien, la Iglesia conserva el
estandarte de la victoria –que es la Cruz de
Jesús-, y su realización plena coincide con
la erradicación total y completa de todo
mal en las criaturas; las cuales vuelven
renovadas y cristificadas, como una nueva
creación, al seno de Dios.
7. Por ello la Iglesia, Nuevo Israel,
Sacramento y sede de salvación, es
también Familia de Dios: porque contiene
a Cristo (Quien representa a Dios Trino),
como su esposo y cabeza; a María
Santísima como su madre y corazón; y a
san José como patrón y custodio, el cual
representa a los demás miembros del
Cuerpo Místico que acompañan a la cabeza
y al corazón.
Dicho de otro modo: en la Iglesia los
consagrados vírgenes representan a Cristo,
las consagradas vírgenes representan a
María; y, los feligreses representan a san
José, el siervo fiel.
Esta Iglesia, la cual es Pueblo y Familia de
Dios, es la verdadera Iglesia, la cual hunde
sus raíces en el principio de la creación, y
germina su tronco de Israel y crecen sus
ramas en la Familia de Nazaret; hasta
extender su fronda en Cristo y sus
Apóstoles, dando frutos en la Iglesia,
fundamentada en dichos Apóstoles y sus
sucesores.
La Santa Iglesia de Cristo es el signo
sensible escrito desde siempre por el Dedo
de Dios, el Espíritu Santo, para que la
humanidad siga el camino verdadero hacia
la Jerusalén celeste. La Iglesia viene de
Dios, transcurre con Dios y apunta hacia
Dios. Es medio necesario de salvación y
santificación.
Por ello: “TODO FUE CREADO EN
ORDEN A LA IGLESIA”.
“ES LA IGLESIA DE DIOS VIVO,
COLUMNA Y FUNDAMENTO DE LA
VERDAD.” (1 Tim 3, 15).
Demos gracias a Dios por los Sacramentos,
y por haber sido bautizados en la única y
verdadera Iglesia de Cristo… Pidamos en
oración porque los demás reciban esta
dignidad, la cual está al alcance de todos.
Acerca de Diego García
Mi nombre es Diego Fernando García, soy el administrador del Pensamiento Serio.
Soy un lector de filosofía, libros que hablan de pensamiento humano, mi corriente filosófica es: neo-realismo analógico.
Escritor de blog, artículos, creador del proyecto «pensamiento serio» Es un sitio de filosofía sociedad y religión católica. Con recursos como: texto, imagen, audio , vídeo, diapositivas y diferentes formatos adaptados a este espacio.
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