Colaboración de: Yuri Chavarry Tello
Psicólogo Clínico
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Mas de las veces creemos erróneamente que perdonar es olvidar. Si fuera así, las personas que tenemos buena memoria jamás podríamos perdonar, más bien perdonar es recordar sin rencor ni resentimientos, cuando logramos conectarnos con ese don que es muy grande, porque somos espíritu y materia no obstante nuestro espíritu que es eterno está condicionado por las leyes naturales de la existencia terrena que es temporal y por ende nuestro cuerpo y mente padecen. También descubrimos que perdonar nuestros errores es un don sobrenatural, ya que el perdón empieza con uno mismo sin sentir culpas ni remordimientos y por añadidura aprendemos a perdonar a los demás sus ofensas y carencias. En este artículo no abordare las implicaciones teológicas ni morales del perdón ya que no es mi campo de trabajo sin embargo tomare como ejemplo la primera frase que Jesucristo pronuncio antes de morir en la cruz para realizar un análisis desde el punto de vista psicológico:
"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
De aquí podemos inferir que la mayoría de los agravios son completamente carentes de intención en primera instancia, ya que los soldados solamente acataban órdenes, de quienes veían en Jesús, una figura que amenazaba a sus intereses de poder y de control político, económico y religioso del pueblo judío. También el Evangelio de Mateo es bien claro respecto al número de veces que debemos de perdonar las ofensas de nuestros semejantes lo cual tiene bastante sentido y validez terapéutica:
“…Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Pedro se acercó entonces y le dijo:
- «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Jesús le dijo:
- «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: "Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré." Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: "Paga lo que debes." Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: "Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré." Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: "Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?" Y encolerizado su señor, les entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.»"
Mateo 18, 19 – 35.
No obstante, para poder perdonar, primero es necesario, eliminar la carga emocional que acompaño a la experiencia dolorosa, puesto a que no son los recuerdos de esas experiencias dolorosas las que nos afectan y nos hacen sufrir, sino el significado que les damos, como percibimos estas vivencias.
El perdón nos libera, más aún cuando realizamos un proceso de sanación interior, no sólo perdonando las cosas malas realizadas sino también pidiendo perdón a las personas que uno ha ofendido o ha herido intencionalmente. Si andamos albergando rencores, sin haber aprendido a perdonar es dañino, los más perjudicados seremos nosotros por ello como psicólogo puedo asegurar que la falta de perdón se convierte en un "caldo de cultivo" para el resentimiento, el odio y el deseo de venganza. Mucha gente suele mantener esos sentimientos en el alma, hasta llegar a un punto en que, la inestabilidad emocional, podría ocasionar diversas dolencias como gastritis, ulceras incluso graves enfermedades como el cáncer, por ejemplo. Por eso al perdonar el que más gana no es tanto el perdonado, más bien el que perdona por que se libera de odios y rencores que lo atormentaban impidiéndole llevar una vida de paz y tranquilidad interior. Como decía Jean Piaget:
"El perdón es un acto propio de personas que han llegado a una auténtica madurez".
A medida que perdonamos nuestros recuerdos van tornándose como si fueran parte de una película en blanco y negro, nos volvemos observadores, las escenas se desenfocan y tomamos distancia de la manera como calificamos lo vivido, llega un momento en que contemplamos la experiencia, dejamos de estar involucrados en ella y ya no la sentimos, el tiempo que toma este proceso es personal e involuntario, sin embargo podemos acelerarlo, aprendiendo a modificar nuestra película personal, no es necesario que contemos su contenido sino como aparece en nuestra memoria, en ese campo virtual de lo "imaginario" y que se guarda en nuestros archivos de memoria, se trata de una realidad inmediata.
Solo necesitamos relajarnos, confiar en dejarse guiar y jugar a "Cómo sería si distorsionara mi recuerdo y dejara de involucrarme en él." Todo ello, tiene por objeto propiciar ese don divino de perdonar de alguna parte de nuestra experiencia, para conseguir modificar nuestra historia personal, no es posible cambiar los hechos, pero si nuestra experiencia de estos, ósea como percibimos lo acontecido, descubriremos como librarnos de ese rencor doloroso y limitante. Cierto guía espiritual decía que perdonar es el valor de los valientes ya que solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar.
Para concluir, es preciso recalcar que el perdón se ha convertido en el arma fundamental del diario vivir, es importante tomar la iniciativa y optar el camino que regirá nuestra vida desde hoy en adelante. Claro está que se trata de una decisión libre y personal, pero el deseo de superación y evolución personal, sin rencores es imprescindible para llevar una vida psicológicamente sana.
Psic. Yuri Chavarry Tello.
Estoy de acuerdo con lo dicho sobre el perdón, pienso que la base para el perdón es siempre la humildad, reconocerse imperfecto, e igual al projimo en eso. Claro que el tema es muy amplio y El perdón es también hermano del arrepentimiento.
ResponderEliminarMuchas gracias por hacer tu comentario. En efecto, es un tema amplio.
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