Me causo curiosidad el pensamiento de Fray Nelson Medina cuando miraba y comparaba el año pasado a este, yo diría mis amigos que se puede hacer otro tanto compara la crisis económica con la revolución capitalista. La palabra que toma como base es la recepción, me gusta esa manera de pensar. Porque es el termino que esta en todas las noticias y periódicos del mundo entero. No sabia el termino pero gracias a la enciclopedia wikipedia
Se extendió En economía se entiende por recesión el periodo en el que se produce una caída de la actividad económica de un país o región, medida a través de la bajada del Producto interno bruto real, durante un periodo prolongado de tiempo, de al menos dos trimestres consecutivos. En la teoría de los ciclos económicos corresponde a la fase descendente del ciclo. Por lo tanto mis lectores de la web hay que hablar de una lista penosa como el desempleo, la caída de la bolsa de valores , la quiebra, la baja inversión. Dos hechos hacen mas sombrío el panorama saber que al crisis tiene proporciones globales y la segunda comprender que nadie tiene la solución en sus manos por eso hablo de tragedia mundial. No se si hay una receta para salir de ese momento. Como no la hubo APRA que estallara una primera guerra mundial . La presente formula no se limita a un juego de finanzas o de empresarios o algo así, o antes del llamando movimiento feudalista la unión del Estado e Iglesia que no se sabia en donde empieza y en donde termina. Ni al numero de pantalla en una bolsa de valores. Haciendo un paralelo en 1848, Karl Marx y Friedrich Engels publicaron el Manifiesto Comunista, un panfleto que bosquejó una crítica política y económica del capitalismo, basada en la filosofía del materialismo histórico. Acaso en este tiempo no vale mas el materialismo que otra cosa. Muchos tenemos la culpa de no saber hacer negocios de empobrecer a los países. Saben por una guerra se hizo el decline igual en el capitalismo la primera guerra mundial. Permítame decir muchos es ese tiempo Vivian como reyes acaso en nuestra época posmoderna no queremos vivir como altos ejecutivos.
La verdad hago un paréntesis para decir que estaba escribiendo en el computador cuando se me serró todo y perdí la información de dos horas de trabajo por eso permítame que deje un texto de Fray Nelson Medina. O.P:
Sin embargo, sería desproporcionado atribuir toda la crisis a unos pocos, por más astutos que fueran. Es interesante, pienso yo, el tono del discurso del presidente Obama, cuando, en pocas palabras, recuerda a sus conciudadanos que “estábamos viviendo por encima de nuestros medios.” Uno de los nombres que tiene la situación actual es “crisis del crédito,” y hay razón para ese apelativo porque, en efecto, el afán de lucro de los grandes almacenes se hermanó con la ilusión de ser millonarios en muchos ciudadanos comunes, y la gente empezó a gastar de modo desproporcionado, descomunal. Por un tiempo eso pudo parecer bueno porque un mayor gasto es un incentivo para una mayor producción–una ley de la economía que sirvió para abrir el apetito de los accionistas al ver que las empresas podían reportar ingresos cada vez mayores y mayores. A la ilusión del que lo compra todo a crédito siguió la ilusión del accionista que cree que la producción puede aumentarse sin límite. Se trataba de una burbuja que se hinchaba de modo mórbido y que tenía que explotar.
La explosión del burbuja del crédito reveló otro aspecto, en parte siniestro, de nuestro sistema capitalistas. Las deudas, respaldadas por hipotecas, que los ciudadanos comunes adquirían, se convirtieron en una especie de “moneda corriente” ya no entre ciudadanos sino entre bancos y países enteros. Un banco podía tomar los papeles que certificaban la deuda de millones de personas y pasar esos papeles a otro banco de modo que los deudores seguían debiendo lo mismo (deseablemente) pero ya no a la misma entidad. Este truco hizo que el dinero que no existía, dinero que solo se adeudaba, pasara por dinero real. No hay que ser un genio para reconocer la fragilidad de este modo de negociar. Así como las personas tenían cosas que en realidad no habían pagado, los bancos tenían “dinero” que en realidad no habían recibido. Para completar el cuadro, los accionistas tanto de los almacenes como de los bancos tenían papeles que certificaban que todo iba bien y que sólo podía ir mejor.
El último recurso, ¿cuál es? El Estado mismo. Cuando oímos de cifras de millones de millones de dólares el cerebro no sabe dónde apoyarse para imaginar lo que está sucediendo. Tales son los guarismos requeridos para hacer real el dinero que los bancos creían tener, a ver si eso hace real las posesiones (hipotecas) que la gente creía tener. Sin embargo, los “salvavidas” hechos a base de dinero dejan intactas la mayor parte de las enfermedades financieras precedentes, en el sentido de que nadie tiene en este momento un reemplazo para el estímulo en la producción, y nadie lo puede tener porque la producción misma estaba al servicio no de la necesidad sino de la ganancia.
Dicho de otro modo: la mayor parte de los salvavidas ofrecidos por los gobiernos no van a solucionar las necesidades sino a consolidar los márgenes de ganancia que hagan viable la existencia de las entidades del sector. Uno ve que esto es así cuando examina con algún detalle qué significa hoy la palabra “quiebra.” No, no es una palabra para decir: “No tengo cómo responder a mis deudas.” En el mundo de hoy significa el equivalente a: “Me retiro del juego; ya este no me gustó.” Y en efecto, uno no ve a la gente “quebrada” en situación de pasar necesidad. Declaran sus empresas en quiebra, sacan sus castañas del fuego, y todo su patrimonio personal queda intacto y listo para ser disfrutado. Esta actitud, según la cual es el pobre quien tiene que sufrir el temporal mientras que el rico y poderoso solo tiene que dar explicaciones “técnicas” produce olas de malestar que se manifiestan en protestas contra los gobiernos. Ha sucedido en Francia, Inglaterra, Irlanda, Alemania, y no sería extraño que se extendiera. Pero, sin ser adivinos, es poco lo que se puede lograr con esas protestas que, en el fondo, lo que quieren decir es: “Oye, ricachón: duele y da ira que tengas ese corazón de piedra, que sólo mira por sus propios intereses…” Y sí, el problema está ahí, ahí donde lo señaló la Biblia hace muchos siglos, ahí donde lo han denunciado nuestros Papas: en el corazón humano. http://fraynelson.com/blog/?p=2930
Oye volví con ustedes creo que la necesidad mercantil de las distancias puede ser la verdadera unión entre ambas, este la realidad y la unicidad cautivante de lo real, y de lo infinito. Hablo mas claramente de la atracción de grupos sociales de A y B en el siglo XVI, que ahora puedo decir con toda la seguridad del caso, aunque no soy economista sino estoy hablando del tema como un pason de nubes que hoy se tienen pero quizás mañana se pierde en el instante de hablar y de perpetuar un dicho común. Es decir de pobres y ricos. Recuerdo un escrito de un baño por inconformidad por la pobreza que decía: “ Cuando la mierda tenga valor los pobres nacerán sin culo”. Habrá de las dos realidades el que tiene de sobra y el que no.
Tu amigo de siempre DIEGO GARCIA.
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