Más bien lo que dice es lo contrario: siendo un hombre y habiendo dejado embarazada a tu pareja, lo que debes hacer es apoyarla, tú y/o tu familia, pues es tan hijo tuyo como de ella, no dejarla sola para que se cometa un asesinato dentro de su cuerpo, un cuerpo que nunca va a ser el tuyo. Ella es en quien se va a comer el crimen, en un cuerpo que va a tener que llevar toda la vida, no el tuyo, que, como varón, la podrás dejar (si eres un desalmado, lo cual queda corroborado por el hecho de haber permitido el aborto, asesinato del más débil dentro de la casa de un tercero, en este caso siempre una mujer), y olvidarte de lo que pasó.
La frase del varón abortista sería: "pongámonos de acuerdo para cometer un asesinato, pero que sea dentro de tu hogar, no del mío". Éste, y no otro, es el terrible maltrato machista al que se refiere el Sr. Arzobispo.
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