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sábado, 22 de enero de 2011

La verdad sobre el matrimonio.


El matrimonio es una alianza o un pacto entre un hombre y una mujer, que se aman con el fin de alcanzar atreves de este sacramento la felicidad. Los esposos deben estar abiertos a la vida y a una educación integral de los hijos, donde tenga como base la unión familiar.

Los seres humanos no somos una isla, sino una comunidad por lo tanto lo más importante es la unidad, y la indisolubilidad de los que se aman.

Las dos personas declaran el consentimiento, públicamente, por medio de la cual hombre y mujer deciden aceptasen mutuamente.

El código canónico en el numeral 1062 dice: “La promesa de contraer matrimonio no obliga a nadie a casarse; pero si hay que pagar por los daños causados”.

Algo que se habla poco es el llamado universal a la santidad; los esposos tienen esta vocación, por el sacramento del servicio; deben ayudarse mutuamente para alcanzar la remisión de los pecados. Antes del matrimonio la persona debe confesarse y recibir la eucaristía. Sabiendo que si los fieles conocen un impedimento, tienen la obligación de decirlo.

Hay matrimonios que necesitan especial cuidado del obispo, como los que han contraído obligaciones con hijos con otra mujer; o que han abandonado la fe católica, o para celebrar un matrimonio entre familiares. En estos asuntos hay que pedir permiso al Pastor de la Iglesia particular; Igualmente los jóvenes que aun no han alcanzado la edad, para comprometerse en una boda; ven como respuesta de sus pastores que hacen lo posible para que no se casen.

Nadie puede afirmar que es nulo un matrimonio, donde una de las dos partes es estéril, y tampoco nadie puede decir que un matrimonio mixto no es verdadero matrimonio. Son incapaces de contraer matrimonio, quienes carecen de razón, quienes son inhábiles de contraer obligación matrimonial. Por un engaño fuerte el matrimonio es invalido.

Quien contrae matrimonio engañado por la otra persona acerca de una cualidad que decía tener y no tiene. Esta unión es abolida.

Son validos los matrimonios que se celebran ante el obispo o el párroco, o un sacerdote o diacono autorizado por la Iglesia.

El matrimonio se ha de celebrar en la parroquia donde uno de los novios tiene su domicilio o a vivido el último mes. (C.1115).

Si alguien se casa por lo católico, la Iglesia hace todo lo posible para que los hijos se eduquen por la fe Católica.

Como es más lógico, los esposos proporcionan la educación social, moral y religiosa a los hijos.

En alguna ocasión escuche a alguien decir que el amor es como una planta que necesita ser cuidada, cada día para crecer, fortalecer y dar frutos. Creo que este punto se puede tomar para el matrimonio, para encontrarle el verdadero sentido al consorcio; recordando aquel día que se dijeron, sí.

La cuestión de un matrimonio es la estabilidad; aunque el vinculo matrimonial en tiempo de Jesús genere controversia. Se piensa que buscar la solidez ya solo parece como un reproche o como odiarse. Con daño indiscutible a los hijos. Parece que busca la solidez al matrimonio siendo un bien social, aunque el divorcio sea una realidad particular. En esto hay un conflicto entre el bien del individuo y la comunidad. Creo que el problema radica que hay personas, enfermas socialmente incompetentes para aceptar y vivir un compromiso; ellos olvidan o hacen caso omiso a las palabras de Jesús: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

Si hay matrimonio ese matrimonio es estable y no debe ser disuelto por voluntades humanas. Pero hay que tener en cuenta que si una persona en realidad no se ha casado, porque vive en condiciones ocultas o exteriores y estas le impide entregarse totalmente a alguien en este caso no hay matrimonio, y por consiguiente no hay verdadero divorcio, o cuando en un dado caso el casamiento no se ha consumado.

¿Es fácil o es difícil recibir la bendición de Dios?... Opiniones distintas, se dan. La verdad es una pregunta difícil; pero la opinión general es que es fácil, porque Dios es abundante en amor y misericordia; el inconveniente es que es fácil perder la bendición de Dios. Esto no quiere decir que este mendigando, o bajando la dignidad, la gracia y eficacia del sacramento del matrimonio; sino que es un llamado a la sensatez a volver al primer amor a encontrar sentido al vinculo que nos une, por la bendición de Dios en un templo católico. En este mismo sentido hay que entender a la iglesia como una institución que lucha por la familia; nosotros estamos asistiendo al desborona miento de la familia, donde marido y mujer aunque estén juntos en la misma casa no encuentran comunión, ni estabilidad emocional.

Finalmente, en esta época hay mucho ataque al matrimonio, como célula de la sociedad; es un ataque a la persona. Es una agresión al plan de Dios. Pero en este tema, llegamos a la conclusión que la vida de pareja conforme a las leyes Divinas, es decir con la bendición del todo poderoso no se puede separar. Este mandato está bien para el ser humano; para cuidad su sensibilidad y corazón.

Tu amigo de siempre DIEGO GARCIA.

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