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miércoles, 18 de julio de 2012

Un bello testimonio cristiano


Mi estimada hermana-amiga Betty Gil nos comparte gentilmente este hermoso testimonio de vida. Que lo disfruten. Gracias Betty

Yo conocí a Jesús o escuche hablar de El cuando me faltaban quince días para cumplir mis quince años, recuerdo que la mamá de Silvita Heras, una compañera de la secundaria nos invito a Lupita y a mi para que acompañáramos a Silvia a “unas platicas” que se darían en la iglesia de Fátima el fin de semana, por respeto a la señora fuimos a “las platicas” sin tener idea y mucho menos conciencia que estábamos asistiendo al Curso de Iniciación de la Renovación Carismática Católica, un curso intensivo de fin de semana, donde se me impusieron las manos y escuche orar por primera vez en lenguas, donde el P. Abel dio una absolución general para que pudiéramos comulgar en la Misa de clausura del curso, con compromiso de confesarnos en el transcurso de la semana, práctica muy poco común en mi iglesia diocesana, muy celosa del “debe ser” y del orden, primero la confesión y después la comunión; pero Dios en su infinita misericordia y en su plan de ir en busca de mi corazón me facilitó ese primer encuentro con Jesús Eucaristía, porque yo a pesar de mi juventud no me quede “tan tranquila” con la buena nueva que había escuchado en el curso, el kerygma, eso de que “Dios me amaba, pero que no experimentaba su amor por el pecado, pero que Jesús me había salvado, había muerto por mi en la cruz de una manera muy dolorosa, pero que había resucitado y de eso daban testimonio algunos de sus seguidores que había escrito los evangelios, los hechos de los apóstoles, las cartas paulinas y por si fuera poco todo eso, se había quedado en la Hostia Consagrada y nos hacía el milagro de hacer vida ese misterio de fe en cada Misa; todas esas ideas, verdades de la Fe Católica daban vuelta en mi mente, en mis pensamientos, en “mi intelecto”.

Después de esa primera Misa el domingo 15 de octubre de 1983, empecé a asistir a la asamblea de oración los lunes, crecimiento los martes, la hora santa de las doñitas los jueves, y a mi primer grupo de oración el sábado por la mañana, ocho días antes de cumplir mis quince años, tuve mi primera experiencia con la oración comunitaria, me reuní con el “primer grupo de personas piadosas” que se reúnen a orar, a alabar, a dar gracias a Dios, con ninguna de esas personas sigo compartiendo la vida en el espíritu, pero en su hora y en su momento Dios las hizo parte de mi proceso y de mi experiencia de vida. Recuerdo que no le tuve miedo a la alabanza, porque pensaba que para eso iba al grupo, y en medio de mi ignorancia empecé a dar gracias a un Dios que no conocía del todo, pero que poco a poco se empezaba a acercar a mi para mostrarme su amor y misericordia. Después de un mes de perseverar en la asamblea de oración y en la Misa carismática se hizo el anuncio para el ERJES “Abran las puertas al redentor” en La Paz, B.C.S. todavía sin conocer a los jóvenes del grupo de jóvenes de Fátima, me inscribí al ERJES, únicamente conocía a mis dos amigas con las que había hecho el curso de iniciación, me subí por primera vez a un barco y me fui a La Paz, una anécdota que tengo de ese viaje, es que en un momento del viaje, nos invitaron a todos los jóvenes a ir a la cubierta donde unos integrantes del ministerio de música, estaban animando una asamblea de oración y muchos cantos festivos, el Joven que era la guitarra principal, Cholo (que en paz descanse) era quien decidía el canto y varios de los muchachos le decían: “que se haga tu voluntad”, y yo en mis adentros rebelde, me decía a mi misma, quien será este muchacho que todos le dicen que lo que el diga vamos a cantar con tanta insistencia; tiempo después me entere que “Que se haga tu voluntad” era un canto muy hermoso que habla del primer encuentro con Dios y todo lo que cambia al tener en cuenta la perspectiva de Dios … de ese ERJES yo rescato en mi experiencia personal que Jesús se me mostró de manera muy amorosa en la Eucaristía, hasta ese momento de esta nueva experiencia que vivía yo, no entendía porque se le rendía tanto culto a “esa cosa blanca montada en … ” después aprendí que se llamaba Custodia y que “la cosa blanca” era Jesús Eucaristía, la Hostia Consagrada donde Jesús está vivo y es lo más sagrado para el creyente católico, que como Yo en esa misa de clausura, recibe el regalo de creer que el mismo Jesús que se bautizo en el jordán, multiplico los panes, lloró por Lázaro y camino por las aguas, después de morir y resucitar se hace presente en la Eucaristía con el propósito principal de alimentar y animar nuestra vida espiritual, nuestro apostolado, nuestro testimonio …

A partir de este momento mi amor a Jesús Eucaristía me hizo buscar con seriedad el conocer la voluntad de Dios para mi vida y me hizo tomar en serio todo lo que pasaba en mi vida, cada verdad que encontraba, recuerdo que viví por primera vez los sagrados misterios de la semana santa, el jueves santo en torno a la eucaristía, la adoración a al cruz, el viacrusis –todavía no había pascuas juveniles- y la solemnidad de la Misa de Resurrección con todo y las nueve lecturas y la solemnidad de iniciar la misa en la oscuridad, seguí perseverando en las actividades parroquiales, comencé a leer y estudiar la Biblia, a conocer a los personajes de la historia sagrada y a conocer a Jesús, frecuentaba los sacramentos, aunque siempre y hasta la fecha ir a la confesión se me dificulta, primero por los escrúpulos de que todo era pecado y después porque confiada en la misericordia de Dios, creo que el perdona todo cuando hay un arrepentimiento sincero, pero una enseñanza que tuve con el cuarto misterio gozoso, donde la Santísima Virgen va a cumplir el rito de la purificación y a presentar a su hijo al templo, porque así lo mandaba la ley, siendo ella escogida por Dios por su pureza (de que tenía que purificarse) e iba a presentar al verbo encarnado a su mismo padre … entonces a ejemplo de María cumplo con los sacramentos y auxilios que la madre Iglesia nos ofrece, y que Dios haga el resto. Después de un año de mi primer encuentro con Dios, me encontré en el camino con la oración personal, otro regalo que Dios en su misericordia me mostró para acercarme a El, viví la experiencia de asistir a los ejercicios vocaciones de San Ignacio de Loyola y dos cursos de oración personal en retiro, en silencio en Villa Lestonac, Guadalajara, una experiencia que sin duda marco mi vida por la gran riqueza espiritual que me dio para trabajar en el apostolado y en todas las actividades parroquiales, hasta vivir la experiencia del voluntariado salesiano como misionera y que me ayudo a pasar por mi noche oscura de la fe, mis momentos de desolación y que hasta el día de hoy me mantiene “vigente” en la vida de Fe, cuando participé de estos retiros, ya era yo parte del equipo de oración personal, el EOPES que ha sido mi comunidad de vida, un “grupo de personas piadosas que se reúnen a orar” con quienes he compartido mi grupo de oración por más de veinte años … ¡¡¡ que muchos !!! … “Que cada uno al contemplarnos en el alma del otro contemplemos el camino de lo eterno” , del grupo original ya nadie queda, de hecho en estos momentos el ministerio de impartir la oración personal esta en un proceso de evaluación por las actividades que estamos desarrollando en esta etapa de nuestras vidas, pero seguimos compartiendo nuestro grupo de oración.

De esos entonces hasta hoy han pasado veinticuatro años en los que he tenido “tratos” como les comentaba con Ignacio de Loyola, con Teresa de Avila, con Francisco de Asís, con Ignacio Larrañaga, con Emiliano Tardif, con María Sangeovany el P. Masayes, los salesianos, el proyecto salesiano Tijuana, y mis hermanos de comunidad, los eopes, los primeros, los de mi regreso de Tijuana, los que pasaron sin saber que buscaban, los que se fueron y los que estan … todos ellos aportando cosas diferentes a mi vida espiritual; he tenido la fortuna de vivir la experiencia de ir a evangelizar casa por casa, de vivir la experiencia misionera en el proyecto salesiano, de ver a mis hermanos de comunidad casarse e iniciar una familia cristiana, de asistir a la ordenación sacerdotal de un hermano sacerdote y de ser testigo de otros dos amigos que han decido dejar el sacerdocio en un ejercicio de honestidad ante Dios. 

Creo que Dios me ha dado mucho y me ha permitido vivir el gozo y ver los ríos de agua viva, también me ha hecho pasar por la noche oscura de la fe, ha permitido que mi alma se quede en silencio, buscando, esperando sus respuestas, el para donde voy ante las situaciones y me ha sostenido … he vivido de su mano compartir con mis hermanas que profesan la religión cristiana, ver enfermarse a mi mamá, vivir el doloroso proceso de su enfermedad y verla morir, a pesar de haber sido testigo de sanaciones maravillosas, sin embargo Dios decidía que mi madre muriera en medio de mucho dolor y estuvo ahí conmigo, de enamorarme de la persona equivocada y renunciar a lo que yo creía el amor verdadero y escuchar la voz de Dios que decía no, vivir la experiencia difícil en la fe de ver a la comunidad sancionada, segregada por criterios meramente humanos ante la indiferencia de nuestro obispado, en el área laboral “buenos trabajos” y situaciones donde “cribados” ante los criterios cristianos me llevaron a renunciar con la confianza de que si Dios lo permitía tenia reservado algo mejor para mi, este último año, fue un año muy difícil para mi, en lo profesional y lo familiar, y no dejo de sorprenderme que Dios está, se hace presente, se manifiesta y sostiene, parafraseando a Marcos Vidal, creo que “mi barca, ha hecho muchas veces agua por las noches, pero si nunca ha naufragado ha sido por la gracia, por su amor”.

Dios tenía desde antiguo un plan para mi, se debe de haber divertido mucho conmigo, con mis reflexiones de mis primeros años, con mis cuestionamientos, con mis acciones de cada día, con los ayunos y los rezos, con mis momentos de oración comunitaria, con los temas que alguna vez compartí con algún grupo de la parroquia, con mis ocurrencias durante el voluntariado, cuando se gozaba el alma creyendo que por mucho rezo tenia “la tarea cumplida” claro que se debe de haber divertido, y hoy después de un letargo muy grande en mi vida espiritual que vino específicamente después de la muerte de mi mamá, hoy Dios me esta dando de nueva cuenta la oportunidad de ver de nuevo la luz al final del arcoiris; estoy recuperando “el gozo en el alma” el gozo de los amados de Dios, cada día tengo un nuevo reto, ahora soy adulto, soy maestra universitaria, soy alumna lo que me ha permitido analizar muchas áreas de mi vida y hasta he ido a terapia, Dios habla y sana de muchas maneras, en mi vida adulta –también en la fe- entiendo a plenitud que: “que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él a escogido y llamado” Romanos 8:28

Lo entiendo, pero no siempre es fácil vivirlo, y ahora solo intento cada día: “Florecer donde Dios me ha plantado”.

Betty Gil. 

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