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jueves, 30 de agosto de 2012

Santo Tomas de Aquino su obra y su vida 1.


1.       Entre tanto fray  Tomás seguía dando sus lecciones ordinarias y solemnes y publicando sus obras. Fruto de su curso ordinario fueron los comentarios a su libro de Job y al evangelio de San Juan, del cual una sola parte fue redactada por él, hasta el capitulo cinco, siendo lo restante una reportación de fray Rinaldo de Prevernos, a petición del profesor parisense Adémalo de Anagni, sobrino de Gregorio IX, pero revisada y aprobada por el mismo Santo Tomás. Y resultado de sus disputas solemnes fueron las cuestiones disputadas de malo, de virtutibus cardinalibus, De spe, De correctione fraterna y muchas otras de Quoblibet dispersas por los cuodlibetos I-VI Y Cl.

2.       Además llevo a feliz término sus comentarios sobre los libros de Aristóteles De anima, De sensu et sensato, De memoria et reminiscentia, Pbysirum, Metaphysicorum y Etbicorum ad Nicomachum, Peribermenias y Posteriorum Analyticorum, comenzando los libros de Meteologia y de política, amén del que compuso sobre el libro De causis.

3.       Añádase a esto multitud de consultas hechas por, B. Juan de Vercelli, general de la orden, sobre la forma de la absolución o sobre materias más dispares, a las que contesta con sus opúsculos De forma absoluciones (22 de febrero) y Responsio de articulis trigina sex en dos redacciones sucesivas, la primera en marzo de 1271, y a finales de Abril del mismo año la segunda; por Gerardo de Besancón sobre seis cuestiones,  a las que contesta en febrero de 1272 con su resposio  de sex articulis; por un cierto Santiago de Bourg, respondiéndole con su De sortibus (Julio- Agosto de 1271); por un caballero, a quien contesta  con De fallaciis y De indiciis astrorum.

4.       Pero,  sobre todo, se ocupa en continuar su grande obra que es la Suma teológica. En 1270 termina la primera secundae, que había comenzado en Viterbo meses antes de emprender su segundo viaje a parís en otoño de 1268; y en los dos últimos años; siguientes (1271-1272) de cima a la secundae, trabajo inmenso. Que Tomás realizó dictado a la vez a tres o a cuatro amanuenses , entre los cuales se encontraba, además de fray Rinaldo, un icerto breton un cierto Breton natural de Tréguier, llamado  Eveno Garnit.    

5.       Precisamente estaba escribiendo la prima secundae y las cuestiones disputadas De malo, cuando fue invitado una vez a comer por su amigo el rey San Luis IX , quizás poco antes de emprender éste su expedición a tierra Santa, en marzo en 1270. El se excuso diciendo que estaba sumamente ocupado en la composición de la suma. Pero el mandato del prior, que secundó los deseos apremiantes del rey y que estaba también invitado, asistió con él a la comida. El rey lo sentó a su lado. Tomás abrió la boca más que para saludarle. Estaba absorto como de costumbre. De repente se agita y da un fuerte puñetazo sobre la mesa, diciendo: “Esto es concluyente contra los maniqueos”. El prior le tiro fuertemente la capa para sacarlo de su embebecimiento , a la vez que le decía: “ Repare que estamos en la mesa del rey”. El se excuso cortésmente ante el soberano, pero éste se había quedado admirado y edificado de lo ocurrido y llamando a su amanuense, le mandó que escribiese el argumento encontrado por Santo Tomás. De seguro que estaba pensando en la primera cuestión de malo.

6.       Los estudiantes gozaban de rodearle y acompañarle, pues él era sumamente bondadoso: il buon fra tommaso. En cierta ocasión lo invitaron a dar un paseo hasta la abadía y el Santuario de San Dionisio, a quien él tenía particular devoción. A la vuelta, cercanos ya las murallas de Paris, le dijeron: “ Maestro mire que ciudad tan hermosa. ¿No querría ser su dueño?”. Esperaban oír una palabra de edificación. Y efectivamente él respondió. “De mejor gana quisiera tener las homilías de San Juan Crisóstomo sobre San Mateo. La posesión de esa ciudad y su administración turbaría la paz de mi alma y me impediría dedicarme a la contemplación de las cosas de Dios”.

7.       En otra ocasión formaba parte del tribunal de exámenes de un licenciado que aspiraba al grado de Maestro. Tenía este opiniones contrarias a las suyas durante el interrogatorio lo manifestó, paladinamente con arrogancia y hasta con insolencia, no lograrlo el Santo reducirlo a sus argumentos. Sin embargo todo lo soporto con admirable paciencia y mansedumbre, como si él fuera el examinado y el otro el examinador.  Al regresar al convento sus estudiantes le rodearon y le dijeron: “No es tolerable lo ocurrido , nosotros protestamos de ello; porque no se trata solamente de nuestro prestigio personal ante toda la Universidad sino de la verdad, ya que era completamente falso lo que el licenciado defendía”. Respondió nuestro Santo: “ No me ha parecido oportuno ni conveniente humillar y confundir a un maestro novel delante de todos; pero si a ustedes les parece que no he obrado bien, en la sesión de mañana podré suplir lo que no he hecho hoy”. Y efectivamente al día siguiente volvieron todos al aula del palacio episcopal en donde se celebraba el examen, y, tocaba la misma cuestión, el examinado repitió lo mismo que había dicho el día anterior, sin corrección ni modificación alguna, entonces fray Tomás, con toda calma y dulzura, le hizo ver su opinión estaba en pugna con los derechos del concilio, y poco a poco lo redujo a admitir la verdad, contentándose con añadir suavemente: “Ahora decís bien”. Pero la agitación de la universidad continuaba, eligiendo la facultad de artes dos rectores a fines de marzo de 1272 y enfrentándose toda la universidad con el obispo, declarando la huelga general.

8.       No todos los profesores, sin embargo, la secundaron. De hecho, fray Tomás tuvo por pascua de Resurrección su acostumbrada disputa de Quodlibet. Pero la mayoría de cursos se suspendió desde Cuaresma hasta San Juan.

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