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jueves, 20 de septiembre de 2012

Jesús, ¡tu si que sabes orar!


JESÚS ENSEÑANOS A ORAR
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: “Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.” Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.”
Palabra de Señor
Algo que me impresionó cuando visité a Jerusalén fue la oración de los judíos. Maravilloso ver ríos de personas orando ante el muro que quedó del Templo, cada uno concentrado en lo que decía pero sin entrar en relación con el que estaba a su lado. Es evidente,  Jesús y sus discípulos pertenecían a un pueblo que sabían orar. El pueblo de Israel era un pueblo que se volcaba a la oración y sabían dirigirse al verdadero Dios. A pesar de ello, en tiempos de Jesús la oración en muchos casos  estaba dirigida a un Dios lejano, exigente y alejado de los problemas corrientes de la gente.
En ese momento histórico  hace su entrada Jesús para enseñar una nueva manera de orar y de dirigirse al Padre Celestial. Los evangelios dicen que Jesús oraba, pero no se hablaba del contenido de la oración de Jesús. Los apóstoles querían aprender de su Maestro, los discípulos no preguntaron sobre cómo realizar milagros o expulsar demonios. Pidieron que se les enseñara cómo orar. Jesús nos da su modelo de oración: el Padrenuestro.
Una oración que se puede considerar como el resumen de la oración del Antiguo y del Nuevo Testamento. La oración de Jesús es el camino para aprender a orar,  y también la mejor síntesis de la causa por la cual Jesús vivió y dio la vida.  En la oración de Jesús hay una estructura que todo  orante debe saber.
 Primero,  Nos dirigimos a Dios y lo reconocemos como Santo.
Al empezar la oración dirigiéndonos a Dios, reconocemos que Él es nuestro Padre y creador, que está en los cielos. Nuestra vida no puede estar centrada en nosotros mismos, o en las cosas y afanes de este mundo, hay que dirigirse al Dios de la vida.  Lo primero que debemos hacer es adorarle, es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho  y la omnipotencia del Salvador que nos libra del mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el “Rey de la gloria” . La adoración de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos llena de humildad y da seguridad a nuestras súplicas.
Segundo, Dios conoce nuestras necesidades y por eso las presentamos.
Este es el momento de pedir con confianza, manifestando nuestras necesidades. Esta confianza debe ser producto de nuestra fe, sabiendo que el Señor no nos abandona. Él actúa como un padre amoroso que nos ama por sobre todas las cosas. Jesús se hace embajador de toda la humanidad, se identificó con nosotros, tomando El mismo la forma de carne y sangre. Él dejó Su gloria en el cielo y su gloria con el Padre y vino a ser como uno de nosotros de tal forma que Él puede ser  Sacerdote misericordioso que siente nuestras enfermedades y por lo tanto es apto para interceder a nuestro favor.
 Tercero, la importancia del perdón en nosotros: Jesús sabe que el perdón es una necesidad para ser libre. Esa imperiosa necesidad surge del hecho de que nadie está libre de heridas, como consecuencia de frustraciones, decepciones y traiciones. El perdón es humano y el divino; perdonar significa dar en plenitud; llevar el amor hasta el extremo a ejemplo de Jesucristo. Para dar este paso se requieren fuerzas espirituales que superen las fuerzas humanas. El perdón es liberación. Devuelve la alegría y la libertad a quienes estaban oprimidos por el peso de la culpabilidad. Perdonar es un gesto de confianza hacia al otro; es un acto de amor hacia el pecador, al que no queremos cerrar definitivamente el futuro. El perdón es un derecho del corazón herido y de la mente perturbada por el odio. El perdón es cuestión de amor del Espíritu Santo.
 Cuarto, solo con el poder de Dios se vence al maligno: Estamos expuestos a los ataques del maligno y debemos estar protegidos con la presencia de Dios. La tentación aparece cada vez con más insistencia. Muchos son los que caen diariamente y no saben cómo levantarse. Solo el poder de Cristo puede vencer sus ataques. Jesucristo  vino para vencer al demonio y liberarnos de su dominio que se extendía por todo el mundo sin que pudiésemos por nuestra cuenta salvarnos. El Señor que ha borrado nuestro pecado y perdonado nuestras faltas también nos protege y nos guarda contra las astucias del diablo que tiene la costumbre de engañar. Quien confía en Dios, no tema al demonio. Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?.
 El catecismo de la Iglesia en el numeral 2854 dice que al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que él es autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo.
Después de enseñar esta bella oración por excelencia, Jesús nos dice que la oración debe hacerse en todo tiempo, con persistencia, con constancia, con confianza y eso si  llamar a la puerta siempre.
OREMOS.
Gracias Jesús por enseñarnos esta  oración preciosa, que nos llena de tranquilidad y de paz, pues sabemos que nuestro Padre NOS ESCUCHA, amen.
http://padresaid.wordpress.com/2012/02/29/jesus-tu-si-que-sabes-orar/

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