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miércoles, 5 de septiembre de 2012

santo tomas de aquino 7


Género literario de la Suma.
1.       Esta clase de obras era muy corriente en el siglo XIII, que puede llamarse el siglo de las sumas, como el XII fue el de las sentencias. Sabido fue que en las sentencias, sabido que en la edad media llamada sentencias a las colecciones de las autoridades de los Padres, más o menos ricas y ordenadas, que servían de base principalmente a los expositores o glosadores de la escritura, llamasen también flores, desfloraciones, excerpta, catenae. Era una herencia de la época misma de los Padres, tanto en oriente, como en occidente. San Isidoro expresó bellamente el carácter de estas obras en los siguientes términos: “Resumiendo las sentencias de los antiguos eclesiásticos, como flores de diversos prados, las hemos seleccionado, restringiéndolas brevemente en pocas, y añadiendo otras o cambiando algunas parcialmente ; y las ofrecemos no sólo a los estudiosos no sólo a los estudiosos, sino también a los lectores cansados, que aborrecen los discursos demasiados largos.

2.       En los siglos XI y XII fue aumentándose el capital de las autoridades en el mismo plan isidoriano, como puede verse por lo que dice Meningoto al frente de sus flores, que escribió entre 1124 y 1141: “ Para seleccionar o unificar, de entre las diversas normas y doctrinas de los padres, aquellas flores que solemos denominar propiamente sentencias”.

3.       Pero como esas autoridades no siempre eran concordes, recuérdese el Sic et Non de Abe lardo, se imponía una comparación, clasificación y explicación de las misma, para armonizarlas entre sí y con el dogma católico. De ahí nació la cuestión que pronto transformo en disputaría, y la solución personal de la cuestión y de la disputa o discusión vino a llamarse sentencia. Por otra parte, la sentencia era la explicación profunda y razonada del texto bíblico y el termino final de la lectura. Que contenía tres etapas: littera, o explicación puramente gramatical de las palabras; sensus, o sentido obvio e inmediato de la letra; y sententia, o sentido profundo de la doctrina ocultada y contenida bajo la letra. Sentencia, por consiguiente, era la explicación o exposición profunda y acabada  del sagrado texto.

4.       Con ello la palabra sentencia vino a significar no ya el bloque de autoridades de los padres, sino las soluciones y explicaciones doctrinales razonadas por maestros; y la colección ordenada de las mismas en un cuerpo de doctrina tomó el nombre de sentencias.

5.       Evolución lenta y penosa, no exenta, a veces, de errores ye intemperancias, recuérdese, entre otros, Girberto de la Porrée y Abelardo, en la que tuviera gran parte la critica de las autoridades patrísticas. (no todas las autoridades eran del mismo valor), la gramática ( en un misma unidad en el mismo sentido) y principalmente la dialéctica, sobre todo la tópica, de Aristóteles, que prestó el instrumento razonador para plantear debidamente la cuestión y la disputa y llegar a sud ebida solución.

6.       En lo cual los maestros del siglo XIII, después de mil tanteo, pero en sentido mas amplia, lograron empalar con los padres de oriente y occidente, que había suscitado y ventilado no pocas cuestiones relativas de la escritura y la fe católica sirviéndose de la gramática y de la dialéctica. Nadie influyo tanto en la teología occidental como Agustín, el más grande  de todos los padres de la Iglesia. La mayor parte de las florilegios sentenciaros procedían del campo fértil y abundoso del glorioso hijo de Tagaste; las concordias y soluciones magistrales se inspiraba principalmente en sus doctrinas.

7.       La enorme cantidad de sentencias de la escuela de Anselmo e Laón; las sentencias de Roberto de Melúm, lo mismo que sus cuestiones. En realidad dichas sentencias o cuestiones eran consideradas por sus autores como sumas, compendios o epítones de toda la doctrina revelada. Véase lo que dice Abelardo en el prologo; “ Hemos escritos una cierta suma de la doctrina sagrada, a modo introducción de la sagrada escritura”. Y más claramente Hugo de San Víctor en la prefación : “Condensé todas las series en ésta modo de breve suma”. Por ello empezaron a llamarse Sumas, a imitación de otras obras similares de historia, de derecho y de predicación.

8.       Los mismo árabes que tanto influyeron tuvieron en los filósofos y teólogos del siglo Xlll, habían escrito obras similares, especialmente Avicena, que emplea la palabra kullun, que equivale a suma; y Averroes, a quien se debe gran cantidad de compendios epítomes o compendios de lógica y de metafísica y como genero distinto.

9.       Evidentemente Santo Tomás de Aquino, al escribir la Suma de Teología, siguió la costumbre de su tiempo. ¿Qué entendía por suma teológica los teólogos del siglo XII Y XIII?. Una explicación breve, completa y ordenada de todas y cada una de las partes de la doctrina católica. Roberto de Merlún lo expresa claramente cuando dice: “Pues ¿Qué es la suma?. No es más que la comprensión breve de cada una de las cosas. Por tanto, donde se deja cada una de las cosas sin explicar, allí en modo alguno se enseña la suma de todas ellas, pues ignorando cada una de ellas es imposible saber su suma, ya que la suma es la colección compendiosa de los singulares; no enseña la suma quien descuida las partes, ni llega a la suma de doctrina quien descuida el conocimiento de las partes.  Y más concretamente, una glosa sobre sentencias de Pedro Lombardo, atribuida a su discípulo Pedro de Poitiers: “La suma de la divina pagina consiste en las cosas que se han de creer y hace, en la aserción de la fe y conformación de las costumbres”. A lo que hace eco Juan de la Rochele: “Puesto que la suma de la disciplina teológica se divide en dos partes: fe y costumbres. Es la mima idea que indica Santo Tomás en el prólogo de la Suma: “ Expone breve y clarament, según lo permitía la materia, las cosas que pertenecen a la sagrada escritura y que apunta también en el promedio en sus opúsculos De ariticulis fidei et Eclesiae Sacramentis y Compendium Theologiae.
10.    Su verdadero  título: No sabemos si el mismo Santo Tomas le puso alguno, pues de esta obra no se conserva ningún autógrafo suyo, ni siquiera fragmentario, como se conservas fragmentos de su comentario a las sentencias de Pedro Lombardo, al libro de Isaías, al opúsculo De trinitate, de Boecio, la suma contra los gentiles. Fuerza es  recurrir a las copias más antiguas derivadas del original.  Ahora bien los manuscritos más antiguos y autorizados en el siglo XIII le dan el titulo de Suma teológica y rala vez el de Summa super totam theologia. En realidad dichos títulos son comunes  a las otras sumas de su tiempo, como la Summa theologiae o de theologia, de prepositino, de Esteban de Langton, de Guillermo de Auxerte, de Alejandro de hales y de San Alberto Magno. Tomando pues en conjunto todos los testimonios de la tradición manuscrita y de su biógrafos primitivos, puede asegurarse que su verdadero titulo es la suma teológica. De la época posterior, rara vez se encuentran los manuscritos medievales esta obra y otras similares.

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