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jueves, 6 de septiembre de 2012

Santo Tomas de Aquino su obra y su vida 7


Carácter propio de la suma teológica de Santo Tomás.

1.       Pero la suma del doctor Angélico no es una de tantas, pese a su titulo y a su genero literario, común a muchas otras, sino que posee cualidades tan relevantes y definidas, que hacen de ella una obra única en la historia de la teología. El mismo Santo Tomás, no obstante su extrema modestia, tenía plena conciencia de la profunda innovación que realizaba. Véase el prologo de la Suma, y sus cromitas u biógrafos se complacen en subrayarla. Esta grande originalidad aparecer, desde luego, en el plan general de la obra, tan grandioso como sencillo. Teología es la ciencia de Dios según Dios mismo se nos ah revelado en la Sagrada escritura y en la doctrina de la Iglesia, interprete infalible de la divina  revelación.
2.       Ahora bien, Dios nos ha revelado los misterios más recónditos de su divinidad y lo efectos de la naturaleza de la gracia que ha obrado por nosotros para atraernos a sí mismos, Bien supremo beatificante; en especial la obra de la encarnación y de la redención, es decir, el misterio de Cristo, que en cuanto el hombre, es el camino real para llegar a Dios, según la palabra del Salvador: “yo soy el camino, nadie llega sino por mi”.
3.       Por consiguiente toda la teología se reduce a tres partes: primera a la consideración de Dios en  sí mismo y como principio de todas las cosas; la segunda, la consideración de Dios como último fin de las mismas, especialmente como fin beatificante de las criaturas dotadas de inteligencia; tercera a consideración de Jesucristo como único y verdadero camino para conseguir la posesión del mismo Dios beatificado y glorifican té. Son exactamente las tres partes de la teología de Santo Tomás.
4.       Y nota el Santo que en realidad, no es más que Dios lo que se consideraba en toda ella, puesto que la teología todo se mira en Dios y bajo la razón de Dios, a la manera que él lo ve todo en sí mismo y por el mismo. “ En la sagrada doctrina todo se  trata bajo aspecto divino; o por que son Dios mismo el fin: no digo Dios; yo soy el que soy, uno en esencia y trino en personas. No digo también: yo soy el alfa, la omega el principio y el fin. No dijo Cristo: yo soy el principio, yo y el padre somos un mismo Dios.
5.       La teología pies no considera las obras de Dios en sí mismas, sino a Dios en ellas  y como orientadas y reducidas a Dios. Por eso siempre permanece en la consideración de Dios y nunca sale de Dios: todo lo ve en Dios revelad, atreves de Dios revolante. Pararse en las obras de Dios, por altas y grandes que sean, sin fijarse en Dios mismo como punto de partida y de llegada, y tanto en todo como Dios es Dios, es quedarse en la superficie y roer la corteza material de las cosas de Dios
6.       Santo Tomás dio en este sentido un paso de gigante. Hugo de San Víctor se fijó principalmente en la obra de redención; Gilberto de laporre y Roberto de Melún pararon mientes en todo en Cristo, es decir en Cristo como cabeza y en la Iglesia militante y triúnfate como cuerpo suyo místico; Pedro Lombardo fijo su atención sobre las cosas y las señales de Dios; Alejandro de Hales, San Buenaventura y San Alberto Magno trataron de reunir todos esos aspectos, pero no llegaron a superar su punto de vista, demasiado exterior y superficial, contentándose con una especie de sincretismo. Santo Tomas se coloco de un alto en el centro de toda la teología, que Dios mismo y no más que Dios; todo lo demás no son sino manifestaciones de la divinidad, único objeto formal y propio de la verdadera teología.
7.       Y lo más notable es que ese acto es de gigante lo dio desde un principio, superando la letra  y el espíritu del maestro de sentencias y de sus precesores, como puede verse hojeando sus comentarios de Pedro Lombardo y del opúsculo de trínate, de Boecio, hasta que no se dio cuenta de su genial idea hasta la composición de la suma de teología. Pues del plan de conjunto pasamos al de cada uno de los tres cuerpos del edificio, la admiración sube de punto.
8.       No en este lugar de exponer al detalle el plan de cada parte, baste decir que todo está trazado y estambrado con arte insuperable: tratados, cuestiones, artículos, argumentos, y hasta las mismas objeciones. Santo Tomas puso en ello singular empeño, sabiendo que no hay verdaderamente ciencia sin orden.
9.       Con verdad se ha dicho que el genio del orden. Siempre lo busca con tesón y agudeza en los libros que comenta, ya sea de la escritura o de Aristóteles; ora de Areopagita, ora de Boecio, ora del Maestro de las sentencia. Pero, sobre todo lo persigue en sus obras originales. El autógrafo la suma contra los gentiles es aleccionador a este propósito, allí se ve con frecuencia la transportación  de argumentos y hasta de capítulos enteros, escritos de primer golpe, para reducirlos a un orden más preciso y riguroso, no obstante que dicha obra no estaba destinada directamente a las escuelas.
10.   Por otra parte la realización corresponde planamente a tan grandioso ordenado plan. Destinada a la formación de los estudiantes de  teología, reúne a maravilla todas las condiciones de una obra de texto: brevedad y plenitud, lucidez y profundidad. Las sumas precedentes, como la de Prepositino y la de Alejandro de Hales, multiplicaban el exceso las cuestiones y los artículos, los argumentos y las objeciones, las respuestas y las replicas. Quédese eso para las cuestiones disputadas, de las cuales sin embargo, es Santo Tomás el verdadero maestro y organizador. En la Suma suprimirá las cuestiones baladíes o de escaso interés, que llenaba no pocos folios de las sumas anteriores; reduciría los argumentos de la discucucion a tres o pocos más, por una parte, y a uno o dos por otra; la solución principal no contendrá más que una o dos demostraciones, incisivas, tajantes, tomadas de la entraña misma del asunto que se discute; las respuestas a las dificultades serán únicas, aplastantes y sin replica posible. Selecciona lo esencial de cada cosa, apuntando sin compasión toda ramaje superfluo, especialmente las repeticiones inútiles.
11.   Pero, al mismo tiempo, que plenitud de doctrina. Nada necesario e interesante se le olvida, debido al orden y encadenamiento de los tratados y cuestiones. Todo lo esencial está vaciado en sus moldes anchurosos y profundos, por muy complejo y dilatado que sea. La secunda secunda es el ejemplo típico de perfección. La claridad de la suma es proverbial. Pasamiento firme y definido, frase corta y sincerada, estilo sencillo y transparente, hacen de esta obra un verdadero prodigio de luz esplendorosa y límpida. Santo Tomás fue muy claro en todas sus obras y producciones literarias, pero en la suma de teología se supero a sí mismo. Sus palabras son un patento de exactitud y precisión. Las pesaba como oro, las escogía como perlas, las labraba como diamantes. Nada de párrafos rápidos, nada de ornamentos retóricos, nada de términos ambiguos: sus formula es la precisión de un pensamiento es el tratado fiel de la realidad. Y todo ello con una espontaneidad y naturalidad encantadoras.
12.   Por el autógrafo de la Suma contra los gentiles sabemos el exquisito cuidado que ponía en la redacción de sus obras. Toda palabra menos precisa o redúndate, toda frase menos fluida y transparente, eran tachadas sin compasión y sustituidas por otras más limpias y apropiadas. Seguramente en la redacción de la suma fue mucho más cuidadoso todavía.
13.   Mas no le va en zaga su profundidad. Se sumerge hasta lo más hondo de los problemas, buscando sus reconditeces mas ocultas con una facilidad y agilidad pasmosa. Nada de titubeos, nada de saltos en el vacío, nada de pasos atrás. Montando sobre principios indiscutibles  y evidentes, puestos al principio de cada tratado, de cada cuestión y de cada artículo, se lanza imperturbable al sondeo de las conclusiones más recónditas, avanza con paso firme, explora con ojos de lince, recoge solicito las conclusiones, inundándolas fuertemente a sus principios, y sobre ellos vuelve a emerger, exhibiendo su presa a la luz del día, en un lenguaje todo sencillez y transparencia.
14.   Ninguna obra teológica de texto, antes y después de la suma, ha logrado igualar estas cualidades soberanas. Todas ellas nacen, como de su primer principio, del orden insuperable de su plan. Quien ordena no se repite; quien no se repite, es breve y conciso; quien es breve y conciso es claro y profundo al mismo tiempo. Pero el orden supone el dominio completo de la materia.
15.   Quien no ha explorado todas las religiones de la teología es incapaz de dominarlas y ordenarlas. Santo Tomás la había explorado a conciencia, como ninguno antes en la suma. Se equivocara sin embargo, quien crea  que la suma teológica es un simple resumen de sus obres teológicas anteriores en un solo libro puramente elemental. Sin dejar de ser una obra destinada a los principiantes y de resumir gran parte de sus escritos teológicos anteriores es mucho más que todo eso.
16.   Santo Toma es un espíritu en continua efervescencia. Rara vez se sita así mismo, y nuca lo hace literalmente. Cuando vuelve sobre un mismo asunto, lo somete siempre a una fermentación, dándole una expresión nueva y más perfecta. La comparación del comentario del maestro de sentencias. Y cuando resume sin retoques en verdad crea. Por otro lado hay tratados enteros en la suma que no se encuentran en ninguna otra de sus publicaciones anteriores, especialmente en la segunda parte, que es lo más original de todas, como notaron sus contemporáneos; por ejemplo, todo el tratado de los actos humanos, de las pasiones, de los hábitos y de la ley y cando verdaderamente se encuentran en ellas, reciben en la suma un orden y desarrollo más perfecto y acabado. Los tratados de Dios uno,  de la trinidad, de los ángeles, del hombre, de la gracia, de las virtudes y de los pecados, de la encarnación, de los sacramentos y del fin último. En el tratado de la encarnación se cita y se emplean por vez primera en la teología occidental, las obras de San Ciliro de Alejandría, los concilios cristológicos de oriente, y las cadenas griegas; de veinte citas de autores griegos en su comentario al tercer libro de Lombardo, pasan a ciento veinte en la tercera parte de la suma.
17.   Siguese ahí que la Suma de Santo Tomás con ser un libro de texto para principiantes, es mucho más que una obra rudimentaria. En realidad la suma es el libro de texto de todos los verdaderos teólogos, sin dejar de serlo de los principiantes, porque todo autentico teólogo no es sino un principiante, que se esfuerza siempre, cuanto puede, por aprender algo de la ciencia infinita de Dios. Nos dice San Pablo que todo el conocimiento de Dios que podemos haber en esta vida es un conocimiento de niños balbucientes, si se le compara con el verdadero conocimiento que tendremos en la edad viril de la vida futura, cuando veremos a Dios cara a cara  y  lo conoceremos como El mismo se conoce y nos conoce. Solo deja de ser aprendiz de teólogo el que goza de la visión intuitiva e inmediata de Dios como en sí.
18.   Verdad es que la suma, tal como la poseemos, es relativamente parca en documentos escrituristicos  y demás argumentos de autoridad dogmatica, si bien contiene lo esencial perfectamente organizado y asimilado. No era preciso mas en las escuelas teológicas de su tiempo. Los estudiantes de la suma como de las sentencias de Lombardo, conocían ya la letra de la escritura, que les exponía rápidamente, el bachiller bíblico. Y después del estudio de las sentencias  o de la suma volvían a estudiar el sagrado texto bajo la dirección de un maestro, que les daba la explicación profunda  y especializada de los libros sagrados. Bastaba pues recordare los textos mas característicos y probativos, como puede hacerlo Santo Tomás en sus argumentos. El libro de la suma debería ser un complemento de curso bíblico elemental, y una introducción al curso bíblico magistral: complemento de inteligencia y profundización de la verdad revelada, de forma orgánica y ordenada, y pródromo de una penetración lo más acabada posible, en esa vida de la palabra divina.
19.   Idea profunda de la ciencia teológica, que debe moverse siempre en la fe, dirigida y animada siempre en la misma fe, puesto que la fe es el verdadero principio de la teología. Toda verdadera ciencia debe arrancar de su principios propios para llegar a sus conclusiones, y volver luego a sus principios y conclusiones, resolviéndolas e instruyéndolas en ellos,, la teología no puede eximirse de toda ciencia, más bien debe someterse más fiel y dócil  y profundamente a ella, por ser ciencia superior. Su ambiente natural es plenamente divino, si sale de esta atmosfera, se asfixia y muere.

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