Y sin embargo África y su gente no deja de ser un continente con aspiraciones, con sueños, con proyectos, con deseos de salir adelante.
No podemos negar que no se ha desarrollado lo suficiente en tecnología, industria, carreteras, medicina, educación etc. Pero no porque no tenga esa ambición, en el buen sentido, sino porque, no se le ha dado la oportunidad de salir adelante. Basta que demos una hojeada a nuestros libros de historia sumando todo aquello que ha quedado oculto, para darnos cuenta cuanto ha sido explotada por los países colonialistas que han venido no solo a saquear el continente, sino a apoderarse de su tierra, a eliminar y marginar a la gente en su propia tierra.
Es triste ver a la gente excluida de su propio terruño, a dónde y con qué medios van a ir y mi pregunta es: ¿porqué tener que dejar el lugar que les corresponde? Ahora comprendo bien porque la gente de nuestra misión, suele construir sus chozas lejos de todo y de todos, donde nadie tenga la menor intención de interrumpirlos y quizá quiera apoderarse de sus tierras de imponer una nueva cultura y una lengua distinta.
Y no obstante todos estos pormenores que la gente africana padece día a día, nos dan ejemplo de optimismo, de alegría, de entusiasmo; de que a pesar de las enfermedades, la guerra, el hambre, la vida continua y ellos van adelante.
Para los que tenemos el privilegio de convivir con ellos, recibimos como premio una sonrisa transparente y sincera cuando les brindamos nuestro saludo, nos hacen sentir en casa cuando vamos a visitarlos, nos reciben y nos aceptan de corazón como si fuéramos uno de su tribu.
Y Dios por su lado, se complace vistiendo valles y montañas de un verde extraordinario en tiempo de lluvias, flores de diferente especie, ríos caudalosos, pájaros multicolores formando todo un conjunto que nos recuerdan que Dios esta presente también en este lugar; se carece de tecnología y cibernética avanzada, pero por flora, fauna y sobre todo por gente hospitalaria, África nos supera.
Una oración por toda esta gente, que como decía antes, nos abre no solo las puertas de sus chozas, sino y sobre todo, la de su corazón, para compartirnos las riquezas y valores que ellos poseen y que en los países de “primer mundo” se han ido perdiendo.
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