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viernes, 17 de mayo de 2013

El nacimiento de los Evangelios sinópticos –3


Comentario de: Jean Carmignac, La naissance des Évangiles synoptiques, François-Xavier de Guibert, Quatrième édition, Paris 2007.
4. Nueve clases de semitismos
Para demostrar que los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) fueron redactados originalmente en una lengua semítica (hebreo o, con menor probabilidad, arameo), el autor estudia los “semitismos”, es decir las influencias semíticas que a veces afectan y deforman el griego del Nuevo Testamento.
Carmignac clasifica a los semitismos en nueve categorías:
• Semitismos de préstamo: consisten en el uso de términos prestados de lenguas semíticas (como “alleluia”) o de transcripciones de vocablos semíticos (como “Mesías”).
• Semitismos de imitación: consisten en la reproducción de una expresión de los Setenta (traducción del Antiguo Testamento al griego utilizada por los judíos helenizados y por los primeros cristianos).
• Semitismos de pensamiento: consisten en la ausencia de asociación y de subordinación y en la amplitud de las exposiciones propias de las lenguas semíticas. Por ejemplo, en lugar de escribir simplemente “él vino”, los semitas preferían escribir “él se levantó y vino”.
• Semitismos de vocabulario: consisten en usar una palabra en alguno de los sentidos que esa palabra tiene en una lengua semítica. Por ejemplo, entre los semitas la palabra “hijos”, además de indicar una estricta relación de parentesco, puede indicar una relación bastante más extendida. Así, en lugar de decir “ciudadanos del reino”, en los Evangelios se dice a veces “hijos del reino”.
En principio estas primeras cuatro clases de semitismos (de préstamo, de imitación, de pensamiento y de vocabulario) no sirven como pruebas de que la lengua original de los Evangelios Sinópticos fue el hebreo o el arameo, porque siempre se puede suponer que esos semitismos provienen de la influencia de la lengua materna de los redactores semíticos de los Evangelios en lengua griega. 
• Semitismos de sintaxis: consisten en el uso de expresiones griegas con particularidades sintácticas propias de una lengua semítica. Por ejemplo, para decir “en la casa del rey”, el hebreo (y a veces el arameo) suprime el primer artículo y dice “en casa del rey”. Un semita greco-parlante tenderá a omitir el artículo en ese caso, como se constata varias veces en el Nuevo Testamento.
En principio, también los semitismos de sintaxis pueden proceder de la influencia de la lengua materna de los evangelistas; pero si estos errores de sintaxis son demasiado frecuentes, esta explicación se vuelve inverosímil y es preciso admitir que provienen de un traductor demasiado servil, que desea calcar hasta en los menores detalles un texto considerado como sagrado.
• Semitismos de estilo: la poesía griega tiene leyes muy precisas, que requieren un orden estricto de las sílabas largas o breves que forman un verso. En cambio en la poesía hebrea hay libertad sobre el número y el tipo de las sílabas y la unidad poética no es el verso sino la estrofa. La poesía hebrea hace rimar el pensamiento (paralelismo), no la sonoridad de la última sílaba del verso (como en español). Los poemas de los Evangelios (el Benedictus, el Magnificat, el Padrenuestro, el Prólogo de Juan, la Oración Sacerdotal de Juan 17) no respetan las reglas de la poesía griega, sino las reglas de la poesía hebrea.
• Semitismos de composición: consisten en procedimientos de composición de un texto que sólo pueden ser explicados por medio de un texto original semítico. Por ejemplo, ése es el caso del Benedictus (Lucas 1,68-79), poesía compuesta de tres estrofas, cada una de las cuales tiene siete versos. En hebreo, los tres primeros versos de la segunda estrofa comienzan con verbos cuyas raíces aluden a los nombres de los tres protagonistas: Juan, Zacarías e Isabel. Esta triple evocación sólo existe en hebreo. Las traducciones al griego o a otras lenguas no la conservan. Carmignac indica más de treinta ejemplos de semitismos de composición en los Evangelios sinópticos (cf. pp. 36-40).
• Semitismos de transmisión: consisten en errores de los copistas del texto original semítico. En los textos hebreos las vocales no se escribían y debían ser adivinadas por el lector, lo cual fácilmente podía provocar confusiones, como saben bien los descifradores de los manuscritos de Qumran. Por ejemplo, en Marcos 1,7 y Lucas 3,16 Juan Bautista dice: “Yo no soy digno de desatar (lashelet) la correa de sus sandalias”; pero según Mateo 3,11 él dice: “Yo no soy digno de llevar (las’et) sus sandalias”, lo cual es bastante menos natural. Carmignac indica quince ejemplos de semitismos de transmisión (cf. 40-43).
• Semitismos de traducción: consisten en traducir un término semítico que tiene más de una acepción por un término griego que corresponde a una acepción del término semítico que no es la que corresponde en ese contexto. Esto se da a veces bajo la forma de traducciones discordantes del mismo término semítico en textos paralelos. Por ejemplo, en Marcos 9,49 leemos con asombro: “Porque todo será salado con fuego”. Esto se explica considerando que el verbo hebreo “malah” tiene dos raíces que significan respectivamente salar y volatilizar. La traducción correcta sería: “Porque todo será volatilizado por el fuego”. El error del traductor se puede explicar porque en el contexto inmediato de este versículo se habla de la sal. Carmignac indica más de una docena de ejemplos de semitismos de traducción (pp. 44-48).

Además de estas nueve clases de semitismos, pueden darse “semitismos múltiples”, cuando el mismo pasaje contiene a la vez varios semitismos de distintas clases enredados. Carmignac indica un ejemplo de semitismo múltiple (cf. pp. 48-49).
Los semitismos de las tres últimas categorías (composición, transmisión, traducción) demuestran que la lengua original de Mateo y Marcos y de los documentos utilizados por Lucas es una lengua semítica, probablemente el hebreo. Para contradecir esta conclusión, se debería explicar de forma satisfactoria todos esos semitismos por medio de explicaciones válidas en griego. Pero además la cantidad de semitismos de las primeras cinco categorías (préstamo, imitación, pensamiento, vocabulario, sintaxis) y sobre todo de la sexta (estilo) sobrepasa con mucho lo posible en un escritor influenciado por su lengua materna o por el prestigio de un texto venerable.
Carmignac concluye lo siguiente: “El griego de nuestros Evangelios testimonia un buen conocimiento de la lengua: los nombres están declinados correctamente, los verbos están conjugados correctamente, el vocabulario es relativamente bastante rico. Nuestros Evangelios griegos no fueron escritos por semi-iletrados; fueron escritos por personas que poseían una buena cultura griega, pero que no se expresaban con la independencia de un redactor, y se creían obligados a brindar lo más servilmente posible unos documentos preciosos. Nuestros Evangelios sinópticos no son composiciones realizadas en griego; son traducciones hechas sobre el hebreo (salvo el prólogo y las transiciones de Lucas). Y por lo tanto los verdaderos autores de Marcos y de Mateo son sus redactores hebreos. Para Lucas, la situación es menos clara, porque nosotros no sabemos si él mismo fue el traductor o si él recurrió a la competencia de algún colaborador bilingüe; entonces no podemos precisar a cuáles retoques él ha hecho someter a los documentos que se encontraban en sus manos; pero en general esos retoques han debido de ser superficiales, como lo atestiguan los numerosos semitismos que han subsistido.” (p. 50).
Al final del Capítulo 3, Carmignac anunció que, más allá de este breve resumen, él estaba preparando un estudio técnico mucho más profundo, con listas completas, referencias bibliográficas, etc. Él esperaba que ese estudio ofreciera pruebas irrefutables de su tesis. Lamentablemente, la muerte impidió al autor completar su obra y esos estudios suyos más profundos permanecen inéditos. (Continuará).
Daniel Iglesias Grèzes
Nota: La traducción del francés al español del texto citado es mía.

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