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domingo, 2 de febrero de 2014

Existencia de Dios.

INTRODUCCIÓN.

El objetivo que nos proponemos para hacer este trabajo, es conocer las pruebas de la existencia de Dios, para poder defender que Dios es y existe; con el fin de argumental racionalmente la fe en Dios para dar razón de ella ante el mundo. Este camino lo debe emprender todo filósofo amante de la verdad; y todo candidato al sacerdocio debe conocer las pruebas racionales de la existencia de Dios. A pesar de las filosofías que salen para contradecir lo que no tiene contradicción, y lo que no se puede negar a través de la luz de la razón; es decir la existencia de Dios.

Lo primero que podemos observar en este escrito, son los preliminares de las pruebas de la existencia de Dios, donde Kant en un principio termina negando todo, haciendo una teología agnóstica. Luego de entender a Kant, nos vamos por el camino de la necesidad de la existencia de Dios, es decir el ontologismo de de Malebranche, mirando una visión en Dios, y además una crítica de la misma.


San Anselmo nos regala las pruebas de la existencia de Dios, ontológicas. Descartes por su parte ve un encuentro donde la existencia de Dios, no puede ser separada de la esencia de Dios. Es Santo Tomás de Aquino que explica de una manera magnifica, única; las pruebas de la existencia de Dios; valiéndose de la filosofía de Aristóteles. Donde cada prueba tiene un punto de partida y otro de llegada. De esta forma fray Angélico demuestra la existencia de Dios, las pruebas de la existencia de Dios son cinco y se pueden resumir solo en una palabra cada prueba estas son: Cambios, Causas, Contingencia, Perfección y Finalidad.

LA EXISTENCIA DE DIOS.

Preliminares de las pruebas de la existencia de Dios.

Causa universal del ser.
Kant niega la idea de Dios demasiado elevada con respecto a la experiencia. En este mismo sentido los tradicionalistas se hacen esta pregunta: ¿Qué es la razón individual sino una débil luz incapaz de conducir a la certeza? Y para seguir con este argumento el ontologismo de Malebranche se pregunta: ¿Tiene necesidad de demostrar su existencia?

1.    Posibilidad de la demostración de Dios.
A)   El Kantianismo, el tradicionalismo y el fideísmo. La definición del Concilio Vaticano I. (1870)
Todos los cambios se producen según la ley del vínculo de la causa y el efecto. Esto es parte de la ciencia, para llegar a la existencia de Dios se puede usar el concepto de ciencia.
“El principio de esta no tiene ningún valor, ni ningún criterio de su uso fuera del mundo sensible; y, en este caso, tendría que servir, precisamente, para salir del mundo sensible”[1].
La razón desea conocer y del idealismo termina en escepticismo. De inspiración muy distinta del Kantismo, el tradicionalismo y el fideísmo son dos errores emparentados.
La razón presente en el género humano, sin error los hombres pueden conocer a Dios. En este sentido la inteligencia puede adquirir de la existencia de Dios. Es uno de los fundamentos de nuestra fe.

El tradicionalismo: Los filósofos tradicionales hablan de la razón, y es filosófico llegar a decir ¡Yo creo!, es una manifestación del pensamiento. Es decir que la razón es un camino para llegar a Dios.

El fideísmo: “Se llama generalmente a la doctrina que sostiene la importancia de la razón para alcanzar ciertas verdades y la consiguiente necesidad de introducción de la fe”[2]. Siendo la fe “la base del conocimiento religioso, negando todo valor a las pruebas racionales”[3].

El tradicionalismo fuera del conocimiento sobre cierta fe en el testimonio del género humano, el fideísmo error emparentado con el precedente y que los tradicionalistas no evitan se vinculan a la fe teologal propiamente dicha.

“Sin embargo, el concilio no resuelve la relación de origen que puede existir entre el conocimiento natural y el conocimiento por revelación; de hecho, ésta puede ser, para cierto número de individuos, la fuente inicial del conocimiento de Dios”[4]. Hay otra cuestión de hecho que el Vaticano I no soluciono: si las fuerzas de la inteligencia son capaces de descubrir la existencia, “sin embargo no puede decirse que ningún filósofo haya podido, sin error, ni grave laguna, obtener el conjunto de las verdades naturales que conciernen al verdadero Dios, a menos de haber acudido a la revelación”[5]: aquí se plantea el problema de la ‘de la filosofía cristiana’. 

B)   Modernismo el texto del juramento antimodernista. (1910)
“En tiempo de la crisis modernista se hacían necesarias precisiones sobre el poder de la razón. Si no tiene valor la definición de fe como las declaraciones de Concilio Vaticano I, exigen, no obstante, el firme acertamiento debido a los actos del magisterio ordinario”[6].
Los modernistas profesaban el agnosticismo, se declaraba a la razón incapaz de elevarse a Dios por el espectáculo de las criaturas.
“El 8 de septiembre de 1907, San Pio X condenaba estos errores con la encíclica Pascendi; el primero de septiembre de 1910, promulgaba el texto de juramento antimodernista, que los clérigos debían en ciertas circunstancias; veamos la primera verdad que se afirma: hay verdadera demostración de Dios, es decir, razonamiento riguroso, y esto a partir del mundo sensible”[7], sin que por ello excluyan otros puntos de partida, las realidades invisibles del Espíritu.   En un momento histórico en contra de la filosofía moderna, pero donde se demuestra a Dios a través de la razón.

El problema de la filosofía cristiana.
Hay que hablar de filosofía cristiana, pero muchos dicen que no existe sino es una reflexión simplemente teológica. Pero el pensamiento cristiano evoluciona por lo tanto es filosofía, al servicio de la teología como método. La filosofía es algo natural que aborda la luz de la razón. “La razón sabe reconocer su camino, pero puede recorrer de forma libre, sin obstáculos y hasta el final, sin con ánimo sincero fija su búsqueda en el horizonte de la fe”[8]. Por una parte la revelación propone verdades, que la razón natural puede descubrir y ningún filosofo pagano la podido descubrir. Los filósofos cristianos tienen un gran esfuerzo por dar a conocer a Dios atreves de la razón, y lo desean explicar lo mismo que han conocido por el camino de la fe. Por lo tanto la fe necesita de la razón para iluminarla y ambas llegas al conocimiento de Dios, y por lo tanto se demuestra la existencia de Dios. Por lo tanto León XIII, en la encíclica Aeterni Patris, en el año 1879 dice: “El esplendor de las verdades Divinas, al penetrar en el alma, vienen en ayuda de la misma inteligencia, y, lejos de disminuirle en algo su dignidad, aumenta considerablemente su nobleza, su penetración, su solidez”[9].

“La filosofía es el camino para conocer verdades fundamentales para conocer verdades fundamentales relativas a la existencia del hombre”[10]. Es decir que es difícil la pregunta sobre el hombre, de la misma manera es dificultosa la pregunta sobre Dios. Aunque es más fácil de resolver la dificultad del hombre que el interrogante sobre Dios. Pero ninguna de las dos preguntas tiene una respuesta total, sino que el conocimiento se construye poco a poco buscando la profundización de los interrogantes en la filosofía cristiana.

2.    Necesidad de una demostración de la existencia de Dios.
Es lo que podemos denominar crítica del ontologismo de Malebranche.

A)   El ontologismo de Malebranche.
Malebranche penetra su vida religiosa en las meditaciones cristianas, y expresa “Os ruego que habléis en mí sólo para vuestra gloria”[11]. “Malebranche quiere glorificar a Dios mostrando que es sola luz de los espíritus (ontologismo) y la única causa verdadera de todo lo que se hace en el mundo (ocasionalismo). No hay en las inteligencias luz natural, ni en ninguna criatura causalidad sino ocasional”[12].

El ontologismo es: la “teoría de Gioberti, filosofo italiano del siglo XIX, que pretende explicar el origen de las ideas mediante la adecuada intuición del ser absoluto”[13]

Malebranche lleva al extremo las ideas de San Agustín acerca del conocimiento: según éste, el espíritu no tiene en sí el poder de captar la verdad como tal, debe ser iluminado por Dios sin que sea preciso el modo de iluminación. “Es también un discípulo de Descartes: según este último, que adopta un esquema idealista, el pensamiento encuentra en sí mismo ideas innatas que no proceden del exterior, entre estas ideas, la de Dios o del infinito es anterior a la de finito, que resulta ser comparación”[14].

Ø  La visión de Dios.
Esta es la teoría de la visión de Dios que tiene Malebranche.
“Dios o el infinito no es visible por una idea que le representa. El infinito es él mismo su idea. No tiene arquetipo, puede ser conocido, pero no puede ser hecho. Sólo las criaturas, estos y aquellos seres, son factibles, son visibles por ideas que lo representan, incluso antes que estén hechas. Podemos ver el círculo, una casa, un sol, sin que se den ante nosotros; pues todo lo que es finito puede verse en lo infinito, que encierra las ideas inteligibles. Pero el infinito sólo puede verse en sí mismo; pues nada finito puede representar al infinito. Si se piensa en Dios, es necesario que exista. Tal o cual ser, aunque conocido, puede ser que no exista. Podemos ver su esencia sin su existencia, la idea de ser sin el ser: pues el ser no tiene ninguna idea que lo represente. Carece de un arquetipo que contenga toda su realidad inteligible. Él mismo es un arquetipo, y encierra en sí mismo el arquetipo de todos los seres”[15].

Conocemos los cuerpos a través de la idea de Dios, y las almas, a través del sentimiento. ¿Y a Dios? A Dios se le conoce por sí mismo. La proposición. ‘hay un Dios’ es tan cierta como la siguiente. ‘pienso, luego soy’.

“Malebranche vuelve a plantear el argumento ontológico apoyándose de modo especial en el atributo de la infinitud. Sin embargo, no es preciso que insistamos sobre esta cuestión, ya que es una variación sobre un tema que ya conocemos bien”[16]. Si se piensa en Dios Él debe existir.

En cambio queremos recordar algunos pensamientos de Malebranche acerca de la Relación entre Dios infinito y el mundo finito. Si Dios es infinito, todo lo contiene en s. los neoplatónicos ya habían dicho que no existe el alma del mundo, sino que el mundo está en el alma y ésta a su vez está hipótesis superiores, y todo está en Dios.

No hay que decir que Malebranche presenta la visión en Dios como distintas de la visión cara a cara. En este mundo no vemos la esencia de Dios: Sólo veis tal cual es, porque, veáis el infinito, o el ser sin restricción, sólo lo veis de una manera muy imperfecta.

Critica.
“Dios o el infinito no tiene idea que lo represente. Es verdad que nada finito puede representar adecuadamente la infinitud Divina.

Pero en nuestra condición presente tenemos que elaborar una idea de Dios, abstraer de los seres de la experiencia los conceptos de las perfecciones que contienen, y negar los límites de estas perfecciones para atribuirlas a Dios.

“En cuanto a la visión de todo ser en Dios, proviene, en Malebranche, de una confusión entre la indeterminación del concepto del ser universal y la infinitud del ser divino”[17]. El concepto analógico del ser universal tiene cierta infinitud, en el sentido de que en sí mismo indeterminado, puede aplicarse a todo aquello a lo cual conviene existir, cualquiera que sea la esencia considerada.

“Contrariamente al sistema de Malebranche, el tomismo reconoce en la inteligencia una luz natural, distinta de la luz increada de la que es una participación”[18].

3.    Necesidad de una demostración ‘posteriori’ de la existencia de Dios.
Crítica del argumento ontológica.
¿No podría demostrarse la existencia de Dios, con un razonamiento distinto del que se funda en los seres de la experiencia y los pone en relación con una causa suprema? “Ante todo, ¿Quién es, exactamente, demostrar?, y entre las clases de demostración ¿Cuál conviene escoger? La demostración es el acto por el cual la inteligencia establece una continuidad necesaria entre proposiciones ciertas o premisas y otra proposición que, a su vez, llega a ser cierta y que se llama conclusión”[19].  

a)    Demostración a priori. Va de la causa al efecto. El principio de su existencia.
b)   Demostración a posteriori: Va del efecto a la causa. Este es el gran camino para llegar a la existencia de Dios.

c)    Demostración a simultaneo o quasi a priori. Establece un vínculo entre conceptos que se refieren a una misma realidad y de la cual entre conceptos que se refieren a una misma realidad y de la cual expresan aspectos ontológicamente simultáneos.

La esencia de Dios consiste en existir.

¿Es lícito pasar de un vínculo entre conceptos al juicio existencial: Dios existe?
a)    San Anselmo (1033-1109)
Adad en Nomardia, y luego Arzobispo de Canterbury.
El argumento se presenta teniendo en cuenta la fe. “Ha sentado el principio de la fides quaerens intelectu, del credo ut intelligan; cree que Dios existe e intenta encontrar la necesidad de su ser. El camino siguiente; si Dios existe en el pensamiento, tiene que existir también en la realidad”[20]. Por tanto, no hay duda de que existe en la inteligencia y en la realidad, un ser tal que no puede concebirse otro mayor.   

Partiendo de la misma idea de Dios, se puede llegar a su existencia. Se trata aquí del poder pensar a Dios desde el contenido del mismo pensamiento. El pensamiento encuentra en el mismo la idea de un ser, el ser supremo o sumo que se puede pensar. Si este ser sólo existiera en la mente, no sería el mayor ser pensable, pues se podría pensar en otro ser que existiera, no solo en la mente sino también en la realidad.

El insensato o el ateo dice: ‘Dios no existe’. El habla a los benedictinos, que tienen fe, y les hace  valer las pruebas del Monologion; pero el ateo necesita una dialéctica a partir de su mismo pensamiento. Por eso, los destinatarios de la prueba de los argumentos ontológicos son tanto los creyentes, que la aceptan, pero que tienen que dar razones. En cuanto el ateo, que la rechaza, pero del que no puede prescindir. La no creencia  el hombre que no cree la vuelve dialéctica.
El pensador benedictino no usa las palabras  ‘Fantasías’ y ‘Conceptos’ sino la palabra idea en la línea platónica del bien, de la idea de Dios;  de Boecio como ‘el conjunto de todos los bienes’ y de la idea agustiniana de Dios como: ‘El sumo bien de todo bien’ la idea anselmiana  no es  ‘Puro pensamiento’, sino que contiene ya la realidad, porque detrás de la idea está el ser.

Anselmo ha planteado con su argumento ontológico un  problema filosófico de profundas consecuencias, no sólo gnoseológicas, sino también antropológicas.
San Anselmo dice en el Proslogion: ‘No puedo encontrarte si no te haces presente. Yo te buscaré  deseándote, te desearé buscándote, te encontraré amándote, te amaré encontrándote’.

b)   Santo Tomás de Aquino. 
Santo Tomás de Aquino critica las pruebas de la existencia de Dios de San Anselmo, no porque se piense es real. Para llegar al ser Dios hay que partir de acto de existir de la realidad, afirmando en el juicio existencial. Es difícil pasar del orden lógico al orden ontológico.

c)    Descartes.
“Encuentro manifiestamente que la existencia de Dios no puede ser separada de la esencia de Dios, como de la esencia del triangulo rectángulo el que suma de sus ángulos sea igual a dos rectos, es decir un ser perfectísimo”[21].
Es verdad decir que la existencia necesaria ésta en Dios, o bien que Dios existe. Dios es el juicio de la existencia.
d)   Leibniz.
“La idea de Dios no tiene contradicción, se puede demostrar matemáticamente. Dios es un ser necesario. Y como nada puede impedir la posibilidad de aquello que no tiene límites, solo basta conocer a Dios a priori. Pero termina siendo insuficiente”[22].
Si tuviéramos una visión perfecta de su esencia, captaríamos la identidad real de Dios de la esencia y de la existencia. El argumento ontológico no puede concluir, porque nuestra idea de Dios no puede igualar su objeto.
Las pruebas de la existencia de Dios.
1.    El esquema común de las pruebas.
Observar lo que ha creado Dios, cuando aprendemos por propia experiencia debemos aplicarla al ser superior.
Tres elementos.
Ø  Principio de causalidad  : El hecho primeramente conocido.
Ø  Principio de Finalidad      : Debe entrar en algunas pruebas, solo desempeña un papel segundario.
Ø  Conclusión                         : La razón del ser del hecho inicial es la existencia de Dios.
A)   El hecho afirmando en el punto de partida.
La existencia es un acto.
En el universo se hallan estas señales: los seres se mueven, se subordinan unos a otros, parecen, son limitados en perfección, no pueden, por sí mismos, dar cuenta del orden que hay en ellos.
“Por otra parte, el orden moral tiene también sus pruebas particulares. El hombre está obligado a tender a su último fin, se requiere una sensación de su conducta buena o mala. Dar cuenta de estas dos afirmaciones espontaneas”[23], de esta manera se llega a Dios.
B)   El principio de razón de ser y sus derivados, especialmente el principio de causalidad.
La inteligencia es del tal manera que su movimiento no puede detenerse mientras no haya encontrado una razón de ser que no existe nada más allá, un ser que sea su propia razón de ser.
Del principio de razón de ser, derivan los principios de causalidad y de finalidad; el primero es el nervio de toda prueba que conduce a Dios, el segundo interviene también algunas demostraciones.
El principio de finalidad se enuncia de diferentes maneras:
a)    “Su forma más universalidad es: Todo agente obra en vista de un fin.
b)   Pero puede limitarse el enunciado a los seres con mezcla de potencia. El ser en potencia sólo se concibe como tendencia a una perfección determinada.
c)    Un deseo natural no puede ser vano. Esta potencia, esta tendencia y el deseo que la expresa carecían de razón de ser si el acto en cuestión no fuera por lo menos posible”[24].
El valor del principio de causalidad y de los principios de razón en general.
“Es el principio de causalidad el que da la fuerza a las pruebas de Dios. Pero su valor es discutido por el empirismo, deformado y restringido por el idealismo”[25].
Según David Hume “no es nada más que la facultad de combinar, trasponer, acrecentar, o disminuir los materiales que nos proporcionan los sentidos y la experiencia”[26].
 Para Hume no hay conceptos universales.
“Por el contrario la teoría tomista, abre hasta el máximo para la inteligencia el campo del ser. El principio de causalidad y, en general, los principios de razón, tiene un valor ontológico: se aplica al ser objetivo; tiene un valor transcendental en el sentido que permite explorar el campo entero del ser”[27].
“Queda dicho que Dios existe por el mismo. Toda existencia finita supone comunicación de ser y participación en el ser de Dios. La causalidad suprema es la causalidad creadora”[28].
Santo Tomás de Aquino se basa en la creencia del ser en cuanto ser, en la ontología. Ente lógico y real. El ser por analogía. Él ser necesario contingente. El ser prevalece sobre la esencia. Postura los trascendentales del ser: unidad, Verdad, Bondad, semejanza y desemejanza de Dios con lo creado.
“Únicamente poseemos un conocimiento verdadero de Dios, cuando creemos que su ser está sobre todo lo que podemos pensar de Él, ya que la sustancia Divina trasciende el conocimiento natural de hombre”[29]. Parece ser Que Santo Tomás de Aquino, habla de los atributos divinos formalmente en Dios, pero afirma su existencia por un camino que ahora diríamos científico, es decir el mundo de comprobar la existencia del infinito. 
2.    Las cinco vías.
Pruebas cosmológicas.
Esta es la forma como demuestra Santo Tomás de Aquino la existencia de Dios. Y se puede resumir cada una de ellas en una palabra: Cambios, Causas, Contingencia, Perfección y Finalidad.
A)   Primera vía.
Prueba por el movimiento. (O por las causas eficientes del Devenir).
Dios es el movimiento o el devenir. Hay un principio móvil que es verdadero. Engels llega a declarar: “Nada hay eterno sino la materia que se transforma eternamente, eternamente en movimiento y Heraclito de Éfeso escribía: ‘todo fluye’”[30].
El punto de partida: “Son todos los seres que han sido movidos o puestos en el ser por otros; y éstos por otros”[31].
1.    El hecho del movimiento.
En el orden psicológico tenemos el flujo de las imágenes y de los pensamientos, el aumento del saber y de la cultura, el afianzamiento de los hábitos voluntarios: el movimiento está en todas partes.
2.    El principio de causalidad.
Primer principio: Todo lo que se mueve es movido por otro. En ésta una aplicación directa del principio de causalidad: el ser en movimiento por sí mismo. Lo está, pues, necesariamente por otro. Dicho de otro modo, no hay ser móvil que sea independiente, no hay movimiento absoluto.
“La contradicción es patente. Así pues, el movimiento es una realidad contingente; puede no ser, puesto que depende del ser que lo produce, de este modo hallamos otra vez aplicación al movimiento, la fórmula primera del principio de causalidad: el ser contingente tiene una causa; en este caso: el movimiento de un ser depende de una acción exterior”[32].
Todo ser que se mueve es movido por otro.
Segundo principio: Es imposible remontarse al infinito en una serie de causas (aquí motores actualmente subordinadas).
“Una serie de motores movidos, por larga que se la suponga, no se mueve por sí misma: por tanto, según el principio de causalidad, debe ser movida por otro”[33].
3.    Conclusión.
Los conceptos de causa y de causalidad no implican que la causa cambie por el hecho de su causalidad; sería una contradicción que la causa no produjera efecto, no la hay en que sea inmóvil al producir el efecto.
Corolarios.
1.    Los atributos del primer motor.
En cuanto el primer motor Dios es acto puro, sin mezcla de potencia; el acto que mueve el mundo no es un acto recibido por una potencia pasiva, porque entonces habría que suponer esta potencia actuada por una causa más elevada aún, no depende de ninguna moción superior.
Es inmutable, puesto que es acto, el ser por sí, absolutamente independiente, el infinitamente perfecto, que no puede adquirir nada.
2.    La acción del primer motor.
Dios es eterno, y, sin embargo, su acción se ejerce en el instante presente en el cambio que en él se produce. La acción del primer motor trasciende la acción de los motores segundos. Así, la acción de Dios no atañe a la ciencia, ni a la filosofía de la naturaleza, sino a la metafísica.
3.    La prueba en el sistema de Aristóteles.
Sale del pensamiento de Aristóteles.
“Un primer punto, de detalle, concierne a la noción de movimiento local. El principio: todo lo que se mueve es movido por otro, era aplicado por Aristóteles al movimiento de los proyectiles; éstos se desplazan, según él creía, por la acción del medio que atravesaban”[34].
Desde el punto de vista metafísico, debemos decir que a cada instante, el movimiento local es un movimiento causado.
La prueba tomista concluye en este modo de causalidad; además, Dios es también causa final, puesto que todo paso el acto tiende a asimilar al acto puro al ser que es su sujeto.
A los atenienses reunidos en el Areópago, San Pablo le enseñaba el ‘Dios desconocido’: ‘En Él decía tenemos la vida y el movimiento del ser’”[35].
El punto de llegada: “Es el motor inmovil, que como motor inmóvil, que como motor pone en movimiento a todos, los seres, pero como inmovil él no ha sido puesto en movimiento porque se mueve a sí mismo”[36].
B)   Segunda vía.
Prueba por las causas eficientes del ser.
El punto de partida: “Esta vía es la observación de los seres que son causados por otros; y éstos por otros”[37].
Buscamos las causas eficientes del ser mismo de los efectos, o de un acto de existir. ¿Por qué influencias persiste la nueva planta de la existencia? Por la acción eficaz de las energías del medio en que vive, y este medio, a su vez, es activo por los rayos del sol, etc. Si estas causas jerarquizadas llegasen a faltar, la planta dejaría de existir: se trata realmente de causas del ser.
            Teología Natural o Teodicea.
                      
Los rayos del sol.

Las energías del medio biológico.

                 La planta.
“Por encima de las causas del devenir, aunque fuera fuese una serie y sin término primero, hay que suponer, en una jerarquía dominaba por un principio supremo, causas del ser de la serie entera”[38].
Conclusión.
Corolario.
1.    Atributos de la causa primera.
Esta causa es el ser por sí; en efecto, si existiese por otro, depondría de éste en su ser y en su causalidad; no sería, por tanto, causa primera.
2.    La acción de la causa primera.
Dios obra en el presente sobre todas las series de causas para conservar el ser de los efectos; causa principal de la existencia, causa trascendente, su actividad es de orden metafísico.
Punto de llegada: “Que como la causa de todos los seres y como Incausada es causa de sí misma y no de otra”[39].
C)   Tercera vía.
Prueba por la contingencia de los seres perecederos, o por lo posible y lo necesario.
Los dos prueban precedentes nos han mostrado nuestra dependencia. Es contingente lo que puede no ser. El razonamiento procede en dos tiempos: establece una primera etapa, que en lo real hay algo necesario, y en un segundo paso, que existe un ser necesario por sí mismo.
El punto de partida:
En esta vía los seres contigentes o los seres que tienen adquirida la existencia de otros; y éstos de otros”[40].
Primera etapa.
El principio de causalidad interviene primero directamente, después como base de otro principio ya señalado, según el cual es imposible remontarse al infinito en la serie de las causas actuales.
Segunda etapa.
Existe un ser necesario por sí mismo.
1.    El hecho. Es la conclusión precedente la que sirve de punto de partida a esta segunda parte.
2.    El principio de causalidad. Es puesto en juego de nuevo.
3.    De donde la conclusión definitiva. Se analizan dos etapas.
Primera etapa: En lo real hay algo necesario.
El hecho inicial la contingencia.
Los signos de contingencia que hallamos en la realidad son numerosos.
El cambio accidental.
Es contingente también todo el ámbito de lo fortuito, libre, diverso: que un insecto sea aplastado por un desprendimiento de rocas, es efecto de causalidad, que no está escrito en la necesidad de la naturaleza animal.
Todo ser contingente tiene una causa, por sí mismo es indeterminado a existir o a n existir; es necesario, por tanto, que esta indeterminación haya sido suprimida por una determinada acción y que dicho ser haya recibido el ser desde fuera. No nos podemos remontar al infinito, hay que detenerse en ser cuya existencia sea necesaria.
Existe un ser necesario por sí mismo.
Lo que puede no ser, una vez y otra no es. Tomás rechaza aquí la posibilidad de que una realidad corruptible persevere por sí misma en el ser por su naturaleza, esta realidad no puede ser sempiterna.
El ser Dios, inmenso, obra en todas partes para producir y conservar el ser contingente; la más pequeña realidad es signo de su presencia.
El punto de llegada: “Necesario quiere decir que tiene en sí mismo su razón de existir; es decir, que no ha recibido la existencia, pero que le da la existencia a todos los demás seres”[41].
D)   Cuarta vía.
Prueba por los grados de perfección.
Ésta parte de toda especie de perfección finita cuya noción prueba implica un modo infinito. Históricamente esta prueba proviene del platonismo. Platón se eleva del mundo sensible al mundo inteligible, es decir a las ideas, tales como la belleza y la justicia, dominada por la idea suprema de bien; éstas son el modelo que contempla y reproduce el demiurgo, artífice del universo.
“En los últimos confines del mundo inteligible está la idea del bien, que se percibe difícilmente, pero que no puede percibirse sin concluir que es la causa universal de todo lo que hay de bueno y bello; que en el mundo visible es ella la que ha creado la luz y el dispensar la luz; y que el mundo inteligible, es ella la que dispensa y procura la verdad y la inteligencia”[42].
Para Santo Tomás, por una parte, belleza, bondad, inteligible supremo e intelecto supremo, todo perfección, ser en plenitud; por otra parte, artífice del universo que  ordena y forma.
Hay grado de perfección en las cosas, una perfección limita ha de ser participada de un ser que la posee en plenitud y al que ella se aproxima más o menos.
Entre las perfecciones simples aparecen dos grados distintos. La primera las perfecciones transcendentales directamente la noción de ser, conviene a todo ser, cualquiera que sea: todo ser posee, por lo menos en cierto grado, la unidad, puesto que, aunque sea compuesto, sus partes son correlativas; la verdad por ser inteligible; la bondad, ya que la perfección que implica es objeto de apetito, la belleza, puesto que la facultad cognoscente se complace al ver esta perfección.
El principio de causalidad interviene, todo es hecho por otro, un ser superior.
El límite de la perfección señala contingencia.
La participación alcanza aquí la amplitud de un don absolutamente sobrenatural y gratuito, que sólo Dios podría revelar a nuestra fe.
El punto de partida: “Es la observación de las perfecciones que hay en los seres como la unidad, la verdad, los animales, las plantas, poseen estas perfecciones de diferentes maneras, en mayor o menor grado”[43].
La verdad y el bien.
1.    La prueba por lo grados de la verdad ontológica.
Las verdades eternas.
La verdad se define como conformidad entre la cosa y la inteligencia.
La verdad lógica espíritu de las cosas que se conocen.
La verdad ontológica es susceptible de grados; dicho de otro modo, las realidades son más o menos inteligibles, y esto no sólo porque nuestra inteligencia es más o menos capaz de penetrarlas, sino en sí mismas.
Que Dios sea perfectamente inteligible en sí mismo, esto no significa que lo sea para nosotros. Santo Tomás siguiendo a Aristóteles, compara nuestro espíritu, antelas verdades más luminosas, con el ojo de búho ante el sol.
Las verdades eternas.
Dos y tres son cinco, es verdad en toda inteligencia y todo tiempo. Sucede lo mismo con la verdad matemática. Es evidente que la eternidad de Dios y la de las verdades de que hablamos deben ser comprendida de firma muy distinta.
El pensamiento de Santo Tomás sobre la eternidad de la verdad permite precisar la doctrina de San Agustín bajo la influencia del platonismo. Para el doctor de Hipona, la verdad fue una larga y difícil conquista se sitúa en el centro de la búsqueda de Dios. Antes de su conversión, como lee las obras de los neoplatónicos, reconoce, por encima de su espíritu, la existencia de una luz inmutable.
La prueba por los grados de bien.
Las aspiraciones infinitas de la voluntad.
Hay que jerarquizar los valores: valores de la ciencia y del arte, valores de comunicación interpersonal y del bien moral. En las aspiraciones de la voluntad humana el hombre aspira a un bien infinito.
Ø  El hecho real de que parte, es el deseo a la aspiración. Según Maurice Blondel, el hombre ‘El hombre tiene la ambición de ser infinitamente’, Luis Lavelle; ‘La posibilidad misma del infinito escribe supone siempre un más alláen el cual penetran a la vez el pensamiento y el deseo.
Ø  A esta afirmación básica, según la cual el deseo humano tiende al infinito, se aplicará el principio de finalidad. Un deseo no es vano, si tiene como condición el juego favorable de las contingencias naturales. Un deseo es inteligible, incluso si su término depende de la actividad humana; el hombre tiende a la felicidad.
Ø  En la esencia del hombre, algo que pueda hacer surgir en él, como espontáneamente, el bien que sería su beatitud: un bien sin límites.
El deseo natural de la visión beatifica.
Conocimiento acompañado de amor, el deseo prueba solamente la posibilidad de la visión beatifica; el cumplimiento de tal aspiración depende, como condición, de un don libre y gratuito a Dios.
El punto de llegada: “El ser perfecto que es la fuente de donde procede la perfección de todos los seres”[44].
E. Quinta vía.
Prueba por la finalidad, o por el orden del mundo, o por el gobierno del mundo.
En el universo, la finalidad está tan extendida como el obrar y el movimiento que este universo produce. La causa final es la causa de las causas; sin ella la causa eficiente carecería de razón para producir su efecto.
Primeramente, se afirma un hecho y su interpretación lo enmarca: hay en la naturaleza una constancia en la búsqueda del bien, que es el signo de una finalidad intencional y de una inteligencia directriz.
Pero Santo Tomás; de una manera más urgente, pide a la experiencia ver el bien realizado. Es aquí cuando el conocimiento común y mejor aún la ciencia, presenta un testimonio muy extenso
En el sentido la finalidad sobresale en el mundo viviente. Se distingue a veces dos formas de la misma: finalidad interna, y finalidad externa. La finalidad interna es tan manifiesta que sé podrá definir la vida como una actividad inminente cuyo término es el ser vivo mismo.
La objeción del desorden. Sin embargo, a los hechos indicados se les oponen los desordenes naturales. En realidad la objeción no refiere a los fallos en la legalidad universal, sino en la realización del bien de los seres vivos.
Ahora bien un orden intencional supone la acción de una inteligencia. Si hay realización constante de un bien, por tanto, si hay un fin perseguido, debe ser obra de su espíritu.
Las objeciones de la causalidad y de la necesidad. Se discute este recurso al espíritu para dar cuenta del orden natural y se ve en éste un efecto de la causalidad o de la necesidad. Tampoco es posible eliminar el Espíritu por una llamada a la necesidad inscrita en los elementos materiales. La objeción podría formularse de modo siguiente; la constancia de los fenómenos naturales no requiere una inteligencia ordenadora, sino solamente leyes rigurosas.
El punto de partida: “Es la observación de que el mundo hay seres que carecen de conocimiento y sin embargo, tienen una finalidad y hay un orden perfecto entre ellos”[45].
El principio de causalidad.
El principio de causalidad existe entonces que orden inscrito en un ser no previsto de inteligencia sea referido a un espíritu del que depende la planta; por ejemplo, no tiene en sí la razón de ser orden inteligible que se manifiesta en ella; la tiene, pues, en otro, en una inteligencia que la ordena.
Conclusión: La inteligencia ordenadora y creadora.
La ordenación del universo del mismo modo que el hombre, aporta a la naturaleza que cultiva y organiza, un orden nuevo. Primeramente, una inteligencia ordenadora existe por sí mismo o por otro; si existe por otro, recibe de este el poder de producir el orden; es ordenar por él, el efecto: este otro ser del que depende es también una inteligencia ordenadora. El segundo lugar, se observa lo siguiente; la inteligencia tiene, que haber producido todo el orden que hay en los seres, deben dar cuenta de toda finalidad inscrita en lo último de la realidad. Un pensamiento supremo ha tenido que presidir esta armonía.
El punto de llegada: “Es la necesidad de que exista una inteligencia ordenadora que haya establecido el orden en el mundo, porque no tendría sentido pensar que el orden cósmico es producto de la causalidad”[46].
III Los argumentos fundados en el orden moral.
El hombre reconoce es si la obligación moral. La voluntad tiene el deber de tender a su fin último; esta obligación se expresa, pues en términos absolutos: debes, y no de modo condicional. Si quieres ser feliz, haz el bien.
El razonamiento tiene aquí a mostrar que estas dos afirmaciones: el nombre está obligado, una sanción es exigida, implican la existencia de Dios, frecuentemente de la obligación y garantía de la sanción.
Los argumentos morales, en rigor, no basta. Las pruebas cosmológicas partían de hechos de experiencia cuya evidencia no había que justificar; aunque el valor de las afirmaciones iníciales dependen de una justificación ulterior.
A)   La obligación Moral.
Espontáneamente el hombre afirma: “Debo hacer el bien y evitar el mal”. Se sienten obligados, y no solamente de una manera condicionada si quiero, obtener la felicidad o ser digno de sí mismo, sino de manera absoluta.
1.    Una obligación absoluta, sin condición, implica la revelación de la voluntad a un bien absoluto, infinito, sin límite.
2.    señalemos primeramente, que esta relación con el bien absoluto no previene de la libre elección del hombre, individual o social, sino de una necesidad natural.
3.    Ahora bien, esta necesidad natural proviene del creador de nuestra naturaleza.

B)   La sanción moral.
Un nuevo absoluto del orden moral puede relacionarse con la existencia del absoluto Divino. También aquí partimos de una afirmación espontanea; una sanción justa es exigida absolutamente, el hombre que cumple su deber alcanza la felicidad.
En éste quien funda el orden necesario de los espíritus hacia su bien; sólo él, autor de todo, domina los encuentros fortuitos en los cuales el hombre podría parecer el juguete de la naturaleza y de la historia; para él no existe el azar.
La teología sobrenatural nos enseña en qué consiste la sanción de una vida justa; la posesión de la beatitud, la contemplación de su esencia, de lo que la filosofía solo podía entrever la posibilidad.
La critica Kantiana de las pruebas de la existencia de Dios y la fe moral Kantiana.
Lo que Kant ha descubierto y afirmado sigue siendo verdad. El acto moral, es para nosotros la única puerta abierta sobre el mundo Divino.
1.    Crítica de la razón pura 1781. Imposibilidad de una ciencia de Dios.
Ideal de la razón pura.
Distingue tres pruebas de la existencia de Dios: la prueba ontológica, la prueba cosmológica o por la contingencia (puede pensarse aquí en la tercera vía o más ampliamente, en las cuatro primeras); la prueba físico-teológica, que piensa deducir la existencia de Dios del orden de la naturaleza, es la quinta vía.
“Es verdad lo que Kant declara imposible, es el paso de la representación inteligible al ser, a la profundidad secreta del noúmeno; la inteligencia no puede salir del campo de la experiencia o de los fenómenos.
“Si una existencia fuera de este cuerpo no puede, en verdad, ser declarado, una suposición que no podemos justificar de ningún modo”.
Primeramente, aplica fiera de la experiencia el principio de causalidad. El principio trascendental que nos hace concluir de lo contingente a una causa sólo tiene valor en el mundo sensible, pero fuera de este mundo ni siquiera tiene sentido.
La crítica Kantiana del argumento físico-teológico tampoco está justificada. Kant ve en la base de este argumento una determinada experiencia, la del orden, de la belleza, de la finalidad del universo; la existencia del mundo.
Más allá de las críticas particulares, que ha sido necesario resumir y refutar brevemente.
2.    Crítica de la razón práctica (1788).
La fe moral en Dios. 
La moralidad no tiene como fundamento ni la búsqueda de la felicidad, ni la concordancia con una voluntad extraña, es un punto de partida absoluta.
Kant ha tenido el mérito de provocar un nuevo estudio.
Disposiciones voluntarias libres y conocimiento de Dios por la razón natural.
1.    La voluntad sirve a la inteligencia en su aproximación a Dios, y esto tanto de manera negativa como positiva.

Las cosas eternas son de tal precio observaba Aristóteles que lo mínimo que podemos saber sobre ellas es de suyo más agradable que el conocimiento de todo lo restante.

En Santo Tomás de Aquino, las convicciones del creyente y las luces del misterio han reforzado la actividad del filósofo.

2.    Por tanto, la voluntad no tiene que sobrevivir a una impotencia de la razón.

Sin duda es legítimo buscar y comprobar la concordancia de la revelación y de la espera humana, pero debe conservarse el valor de los preámbulos racionales de la fe, especialmente los pobres de la existencia de Dios.

La filosofía de Maurice Blondel. (1861-1949)

Todos los intentos de acabar la acción humana fracasan.
Por la presencia de este pensamiento que trabaja sordamente las almas, la vida voluntaria reviste necesariamente un carácter trascendente.

M. Blondel escribe lo siguiente: Encuentro en esta sabiduría imperfecta de las cosas y de mi pensamiento la presencia y la creación necesaria de mi pensamiento y de una potencia perfecta. Las pruebas tradicionales, cada una por su parte escribe, tiene ya una fuerza concluyente. El merito de su obra radica en la amplitud de si intención, en su intención concreta y profundamente humana, y en un sentido muy agudo de la grandeza del Espita, que solo Dios puede satisfacer.

Las filosofías de la existencia y la teodicea.

La filosofía de la existencia se puede explicar metafísicamente. La encíclica Humani generis: una forma de existencialismo, como dice la encíclica, empleando de manera general un término que hoy se tiene la tendencia a resolver el pensamiento de J.P Sartre y del M. Merleane-Ponty. Rechaza el valor del razonamiento metafísico, profesa el ateísmo, rechaza la esencias inmutables de los seres.

Como los dos primeros, este último punto ataca la teodicea, y al mismo tiempo la ética. Pues el bien moral tiene su fundamento próximo en la naturaleza inmutable del hombre, y su fundamento último en Dios, autor de esta naturaleza: el bien no es puesto por una libertad creadora de valores.

1.    Los percusores del movimiento.
El pensador Danés Soren Kierkegaard (1813-1855). La existencia de Dios no puede ser demostrada, la naturaleza no contiene ninguna huella de su acción: para la inteligencia, Dios es el desconocido, lo que difiere, el absolutamente diferente. Pero es un diferente absoluto, y sin ningún índice distinto.
El hombre debe superar los dos primeros estadios de la existencia; el estadio estético o de la vida disipada, el estadio ético, el de la vida moral, seria y simplemente racional. Llega entonces el estadio religioso; se sabe pecador, ahora bien, para su razón el perdón es imposible: de aquí la desesperación, elemento inicial de la fe; pero la salvación pertenece al hombre que, como Cristo, en el sufrimiento, aprende a obedecer a Dios.
La obra de Hierkegaard.
Resulta atractiva por su acento patético, pero su confianza respecto de la razón es demasiado radical; ésta conoce por analogía el ser divino y sus perfecciones; por otra parte sabe que los modos de éstas difieren de todo modo dado en la experiencia. Además, hay una defensa racional de la fe, en Kierkegaard ésta parece ser un salto justificado.
Husserl creía en Dios. La fenomenología no conduce necesariamente al ateísmo, con la condición, sin embargo, de que la conciencia no sea considerada como el fundamento último de la significación de los fenómenos.
2.    La filosofía de la existencia en Alemania. (Nacido en 1889)

Adopta el método fenomenológico. El objeto al que interroga es el ser trascendental del ente; y este ser trascendental no debe ser confundido con Dios. Heidegger ha rechazado siempre la acusación del ateísmo y su pensamiento abierto a la idea de lo sagrado y divino. Sin embargo, su ontología se opone, según parece a la metafísica como tal y a la demostración racional de un Dios, ser necesario.

k. Jaspers. (Nacido en 1883)

Depende de Kant en cuanto al rechazo de las pruebas de Dios, y de Kierkegaard en cuanto al aspecto existencial del pensamiento. “Un Dios demostrado escribe no es Dios, no sería más que una cosa en el mundo”[47].

“La libertad suprema, libre de toda intervención por parte del mundo, se sabe al mismo tiempo vinculada de la manera más profunda a la trascendencia”[48].

No justifica ni la negación del poder de la razón, ni el movimiento ciego en que hace consistir la fe. K. Jaspers pretende abrir para la libertad concreta el camino de esta trascendencia por juzgar absolutamente inexpresable.

3.    El  existencialismo de J-P. Sartre y de M. Merleau-Ponty.
Incompatible con la afirmación de un Dios absoluto.
Rechaza el razonamiento metafísico que expresar el ser por una creación. El ser en sí, es, pues, increado, sin razón de ser, contingente, de sobra para la eternidad.
El hombre es fundamentalmente deseo de ser Dios. Pero la idea de Dios es contradictoria; el hombre es pasión inútil.
No acepta ninguna esencia inmutable que éste vinculada a nuestra existencia, porque no seriamos libres. Por tanto, no hay naturaleza humana dada y fija, ni valores definidos de orden moral.
4.    El itinerario de Gabriel Marcel.
Entre problema y misterio, utiliza la teología sobrenatural.
El problema está en mí.
Misterio, algo que está metido.
Pero el mal por ejemplo, no es un simple accidente ante el cual me supongo situado; no estoy indemne; me hace penetrar más allá de los problemas, en la esfera del meta problemático, la zona del misterio.
Para G. Marcel, la expresión “problema de Dios” es, sin duda alguna, contradictoria e incluso sacrílega, pues Dios no se halla ante mí como un objeto demostrado; está presente a una invocación y soy yo puesto en cuestión por esta llamada a otro, a un tú, mas interior a mí que yo mismo. Por lo tanto estoy en la zona del misterio.
Amar, es ser, pero solo Dios garantiza el ser y su valor; ¿Qué soy yo? Solo tú, en verdad, me conoces como soy. Solo tú penetras hasta la raíz de mi existencia. Sólo en ti puedo ser plenamente, porque sólo tú me amas con un amor eterno, y que solamente en ti puedo unirme a todo, a todas y a mí mismo.
El interés que siente Marcel por el mundo de las personas y por el juego de las libertades es una de las razones de su influencia. En el contacto de pensamiento que le es propio, ha mostrado que la libertad humana no puede acabarse sino en Dios.
5.    Examen de otros dos caminos de los místicos.

A)   El testimonio de los místicos.
Santa teresa: No podía, dudar en modo alguno que no estuviese Él en mi o que yo no estuviese completamente abismada en ÉL.
San Juan de la cruz: La unión mística conduce el alma, a sentir la vida de Dios.
San Francisco de Sales: Describe la contemplación infusa: La voluntad es imitada suavemente a sentir, sin darse cuenta de ello, el bien incomparable de tener a Dios presente.
El hecho místico no puede interpretarse como una experiencia de Dios, ya ser por el místico mismo, ya sea por aquellos ante los cuales hace de testigo, si esta hecho no se relaciona con su fe.
La inteligencia que busca a Dios por la razón natural, en teodicea, encuentra aquí una confirmación del mismo orden que la que le viene en general de la revelación misma; en este sentido, sobre todo, se puede hablar de filosofía cristiana.
Bergson otro camino.
Las dos fuentes de la moral y de la religión, Bergson ha presentado el misticismo como el hecho principal que coincidiendo con otras conclusiones de la experiencia, permite alcanzar la realidad divina.
“Para Bergson, la experiencia y solamente ella puede abordar el problema de la existencia y de la naturaleza de Dios. Discute el valor de las pruebas clásicas. Por el contrario, la religión lo consideran como un ser que puede relacionarse con nosotros. Precisamente, Dios es experimentado en una intuición cuyos sujetos privilegiados son los místicos. Dios es amor, es potencia creadora”[49].
Sin embargo, Bergson reconoce, que la experiencia mística, dejada a sí misma, no puede dar la filosofía la certeza definitiva. Es sabido que Bergson, aunque religiosamente se inicio en el judaísmo, declaró en su testimonio su adhesión moral al cristianismo.
“La noción precisa y supera la idea de Platón y Aristóteles tenía de la divinidad; coinciden con el Dios de la biblia, que ha entrado en relación con nosotros, de manera sobrenatural”[50].
El termino de creación a este acto, propio de Dios, por el cual produce y mantiene al ser fuera de la nada.
El hombre en su instrumento, pero solamente en la transformación, el cambio del ser; en este sentido es en que los místicos; en el orden sobrenatural; son elevados.
B)   El Consenso Universal.
Aunque los tradicionalistas no tienen razón al fundar nuestra certeza de la experiencia de Dios en el consenso del género humano, podemos intentar establecer y apreciar un argumento que se apoya sobre este consenso.
Hecho de aplicación de la finalidad, es el mundo de la posibilidad.
Un gran aporte.
Si vemos el cuerpo humano, es una prueba evidente de la existencia de Dios, porque nuestros sistemas y órganos  funcionan bien, esto no pudo ser del devenir de la nada, o solo por evolución. Hay la necesidad de un ser creador que lo ha hecho todo.
Otra de las prueba de la existencia de Dios, es que el universo es tan amplio que se necesita de un ser superior para que exista todo lo creado. Hasta el mismo planeta tierra, es maravilloso, no se mueve solo; sino Dios desea que tenga el movimiento de rotación y translación. Los astros del sol y de la luna no se estrellan con nuestro planeta.
El orden de las cosas creadas, nos hablan de un ser superior a nosotros capaz, de ser el principio y el fin de todo lo que existe en el mundo. El orden habla de Dios de una manera única, porque todo esta ordenado en Dios, y para Dios.
Otra prueba de la existencia de Dios es el agua, que es incolora y sin sabor, ningún ser viviente puede sobrevivir sin ella. Las plantas los animales y los seres humanos.
Dios existe por la complejidad del cerebro humano, por la inteligencia superior tras él. El celebro humano procesa la información de una manera sorprendente, el celebro capta todos los colores y objetos a la vez, la temperatura a su alrededor, lo seco de la boca, en fin muchas cosas… y al mismo tiempo mantiene las funciones motoras. El celebro es capaz de filtrar todos los mensajes que le llegan de una manera única y sorprendente. Y en algunas ocasiones rechazar información.
Decir que Dios no existe, es ir en contra de muchas personas que aseguran que Dios Existe.

Conclusiones.

Kant niega la idea elevada de Dios, dice que la razón es incapaz de conocer a Dios.
El problema de la filosofía cristiana, muchos dicen que no existe sino es una reflexión simplemente teológica. La filosofía es algo natural que aborda la luz de la razón.     
San Anselmo en el argumento ontológico, habla que, Dios existe no sólo en la mente (como idea) sino también en la realidad.
Para Descartes, existe Dios porque es una idea.
En Santo Tomás de Aquino; la existencia necesaria ésta en Dios, o bien que Dios existe. Dios es el juicio de la existencia.
Las pruebas de la existencia de Dios, la primera vía es el motor inmóvil; la segunda vía: atributos de la causa primera, y la acción de la causa primera; La tercera vía: Prueba por la contingencia de los seres perecederos, o por lo posible y lo necesario; la cuarta vía: Prueba por la contingencia de los seres perecederos, o por lo posible y lo necesario, quinta vía: Prueba por Prueba por la finalidad, o por el orden del mundo, o por el gobierno del mundo.
Como aporte personal tengo que decir; sabemos que Dios existe porque vamos al encuentro de él, en la experiencia de vida, que es la demostración a priori podemos analizar y podemos demostrar a Dios. No solo porque se experimenta sino por la vivencia de Dios. Porque a veces las experiencias son momentáneas, y la vida es algo aun más grande. Por eso la experiencia personal de una vivencia total, y aquí debe ser desde la razón. Un camino para el encuentro del conocimiento de Dios. Es decir la filosofía nos demuestra de una manera única que no solo Dios existe, sino que Dios es; es decir el no cambia absolutamente nada en nada. Por eso este trabajo enmarca las pruebas de la existencia de Dios más importantes en el trascurso de la historia del hombre.
Espero comentarios adjuntos en alguna de las entradas de mi página web,  preguntas cortas e interesantes, en el formulario de este portal o por correo electrónico. Las interpretaciones que se den a esta exposición: clara, concisa, profunda y precisa no es responsabilidad de Diego García; sino de la persona que escribe la critica positiva o negativa, no se responde por daños o perjuicios que se causaran por dichas notas.
Tu amigo de siempre DIEGO GARCÍA.
Diego Fernando García Ochoa.





[1] KANT, E. Critica de la razón pura, Alcan, 1905, 211p.
[2] FERRATER Mora José, diccionario de filosofía, E-J, Madrid, Alianza Diccionarios 1981, 1170p.
[3] ALBOUKREK, Aarón, Larousse Diccionario enciclopédico, México, Ediciones Larousse, 2005, 448p.
[4] GRISON, M, Teología Natural o Teodicea, Barcelona,  Herder, 1989, 34p.
[5] THOUCHARD, Jean, Historia de las ideas políticas, Traducción de J. Pradera, Madrid, Editorial Tecnos, 1981, 152p.
[6] ESTAUN VILLOSLADA, Pedro, Es natural creer en Dios? folleto.  Mundo cristiano, N 538, palabra, Madrid, 19992, 52p.
[7] GRISON, M, Teología Natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 35p.
[8] JUAN PABLO II, Fides et Ratio, Madrid, San Pablo, 1998, 33p.
[9] GRISON, M, Teología Natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 36p.
[10] JUAN PABLO II, Fides et Ratio, Madrid, San Pablo, 1998, 12p.
[11] MALEBRANCHE, Meditaciones Cristianas, Paris, ed. Gouhier, Montaigne, 1928, 7p.
[12] GRISON, M, Teología Natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 37p.
[13] Microsoft Encarta 2009 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. 
[14] GRISON, M. Teología Natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 37p.
[15] GRISON, M. Teología Natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 37-38ps.
[16] REALE, Giovanni, ANTISERI, Darío, Historia del pensamiento filosófico y científico, II Del humanismo a Kant, Barcelona, Herder, 4a Edición, 2001,  348p.
[17] GRISOM, M. Teología Natural o Teodisea, Barcelona, Herder, 1989, 39p.
[18] DANIELOU, Jeam, Dios y nosotros, Taurus, 3 edición, Madrid 1966, 169p.
[19] GRISOM, M, Teología Natural o Teodisea, Barcelona, Herder, 1989,  40p.
[20] GRISOM, M, Teología Natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 41p.
[21]  GRISON, M, Teología de la Naturaleza o Teodicea, Barcelona,  Herder. 1989, 42p.
[22] SIMON, Jesús, A Dios por la ciencia, Alonso, Madrid 1979, 125p.
[23] GRISON, M, Teología de la Naturaleza o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 46p.
[24] GRISON, M, Teología de la Naturaleza o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989. 47-49ps.
[25] POLO CARRASCO, Jesús: 50 preguntas sobre Dios, Palabra, Madrid 1990, 62p.  
[26] HUME, David, tratado de la naturaleza humana, edición preparada por Felix Duque, Madrid, Editorial Tecnos, 1981, 158p. 
[27] GRISON, M, Teología de la Naturaleza o Teodicea, Barcelona, Herder,  1989, 50p.
[28] GRISON, M, Teología de la Naturaleza o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 52p
[29] Forment, Eudaldo, Historia de la Filosofía II. Filosofía Medieval, Colección albatros, 2004, 302p.
[30] GRISON, M, Teología de la Naturaleza o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 53p.
[31] BLANCO T. Blas, Integración Filosofica 11, Bogotá, Ediciones paulinas, 1992, 37p.
[32] GRISON, M, Teología Natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 56p.
[33] GRISON, M, Teología Natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 57p. 
[34] GRISON, M, Teología Natural o Teodicea, Barcelona, Herder, 1989, 61p.
[35] JUAN PABLO II, Fides et Ratio, Madrid, San Pablo, 1998, 35p.
[36] BLANCO T. Blas, Integración Filosofica 11, Bogotá, Ediciones paulinas, 1992, 37p.
[37] BLANCP T. Blas, Integración Filosofica 11, Bogotá, Ediciones paulinas,  1992, 38p.
[38] GARRIGON, LANGRAGE, Reginad, Dios al alcanse de todos, Pelíglota, Barcelona, 1452, 89p.        
[39] BLANCO T. Blas, Integración Filosofica 11, Bogotá, Ediciones Paulinas, 1992, 38p.
[40] BLANCO T. Blas, Integración filosofica 11,  Bogotá, Edicones paulinas, 1992, 38p.
[41]  BLANCO T. Blas, Integración Filosofica, Bogotá, Ediciones Paulinas, 1192, 38p.
[42] PLATÓN, El banquete, 210e-211b.
[43] BLANCO T. Blas, Integración Filosofica 11, Bogotá, Ediociones Paulinas, 1992, 38p.
[44] BLANCO T. Blas, Integración Filosofica, Bogotá, Ediciones Paulinas, 1992, 38p.
[45] BLANCO T. Blas, Integración Filosofica 11, Bogotá, Ediciones Paulinas, 1992, 39p
[46] BLANCO T. Blas, Integración Filosofica 11, Bogotá, Ediciones Paulinas, 1992, 39p
[47] K. JASPERS, Introducción a la filosofía, Plon, trad. Herseh, 1993, 51p.
[48] K. JASPERS, Introducción a la filosofía, Plon, trad. Herseh, 1993, 56p.
[49] M. Grisol, Teología Natural o Teodicea, Herder, Barcelona, 1972, 132p.
[50] M. Grisol, Teología Natutal o Teodicea, Herder, Barcelona, 1972, 133p. 

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