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domingo, 4 de mayo de 2014

Panda de primaveras

La primavera dicen que es una estación meteorológica que en el hemisferio norte se extiende de finales de marzo a finales de junio. La prima Vera es una pariente lejana del pueblo que viene de visita y de compras dos veces al año. El primavera es el tipo ingenuo, que va por la vida de incauto, que hace el primo.
¿No han escuchado alguna vez de alguien “es que este es un primavera”? Pues eso, un cantamañanas, un bobo, uno que no se entera de qué va la vaina… o que enterándose perfectamente se hace el tonto y se pone el jersecito de entretiempo, las gafas de sol y la camisa de flores aunque la primavera ni está ni se la espera. Vamos, que todavía no es primavera ni en los grandes almacenes. Luego se quejarán de los catarros.

La panda primaveras salió a tomar el sol hace un año aprovechando decían, una bonanza franciscana que más que primavera traería un tórrido verano de pasión, libertades y ancha es Castilla.
Tan primaveras que alguno, a los pocos días de conocer a Francisco, saltaba gozoso porque por fin vería a un papa ordenar sacerdote a una mujer. Tan primaveras que Rouco tenía no las semanas, sino los días tan contados. Desde los tiempos del anuncio cuasi semanal de los testigos de Jehová del fin del mundo, nada más anunciado y fallido que la inminente aceptación de la renuncia de Rouco.
Tan primaveras que contaban con alguna “cardenalesa” que no pudo ser, con la aceptación del matrimonio homosexual, que nanay de la China, con una postura flexible ante el aborto que de eso nada, menudo es el papa Francisco hablando de eso, y con no sé cuántas cosas más que por lo visto sin prisas.
Tan primaveras que bailaban alegres por la plaza de San Pedro celebrando el rapapolvo del papa a los obispos españoles diciéndoles que ya estaba bien de la época de Rouco y que se hicieran liberales. De tal volumen ha sido el último jarro de agua fría que hasta los más primaveras dicen que fue decepcionante el discurso del papa a los obispos españoles, discurso por cierto que se resisten a publicar para no quedarse con las vergüenzas al aire.
Primaveras, panda primaveras, que ya no saben qué inventar para apuntalar la soñada revolución eclesial de los claveles, y nos vuelven a contar que Francisco es un papa muy sencillo, como si Juan Pablo II y Benedicto XVI se alimentaran a diario con caviar beluga en plato de oro y Benedicto XVI, al presentar su renuncia, se hubiera ido al mayor palacio de occidente con su corte de aduladores y sirvientes.
¿Primavera? La meteorológica de camino, que parece que estos días aumentan las temperaturas. La prima a punto de llegar a Madrid para sus compras y la anual revisión de bajos. ¿La eclesial? Lleva años brotando en seminarios que se llenan, en los conventos repletos de vocaciones, en tantas parroquias vivas, en muchos jóvenes que se toman la vida de fe en serio. Lo que ocurre es que hay gente que tiene la sensibilidad con tal grado de atrofia, que confunde estaciones. Hoy sigue viva la primavera de Juan Pablo II y de Benedicto XVI en el ministerio de Francisco.
Algunos siguen diciendo que lo de Juan Pablo II y Benedicto XVI era invierno. Panda primaveras…

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