Por medio de Aciprensa e Infocatólica me he enterado de dos noticias. La
primera, que un periodista británico del diario The Guardian denunció que la agencia Reuters atribuyó al Papa Benedicto XVI una frase sobre el “matrimonio homosexual” que nunca pronunció. Las palabras inventadas y controversiales decían que “el matrimonio gay es una amenaza para la humanidad”. La
segunda, que esto ha ocasionado una serie de ataques al Papa, llegando en algunos casos a graves agravios como el caso un diputado homosexual en Brasil de nombre Jean Willys que le ha llamado “
nazi” y “
genocida en potencia”.
Por supuesto, es absolutamente necesario y justo que se denuncie lo que ha hecho este periodista de Reuters, porque sin entrar en detalles si fue meramente un acto de negligencia –difícil de creer- o no, simplemente no es cierto. Sucede muy a menudo que la prensa y los medios de comunicación, distorsionan, alteran, descontextualizan las palabras del Papa y en vez de informar, desinforman y crean confusión.
Pero si lo hubiese dicho ¿cuál sería el problema? Que el matrimonio homosexual atenta contra las mismas bases de la familia y de la sociedad y por tanto es un amenaza para la humanidad está sólidamente fundamentado en la Revelación, tanto en la Escritura como en la Tradición. Lo que faltaría es que el Papa no pudiera decir algo obvio para que luego personajes como este diputado no arremetieran con su acostumbrada furia.
En mi opinión esta situación no va a cambiar en mucho tiempo. El lobby Gay va a seguir arremetiendo contra todo el que sostenga positivamente la verdad católica en este punto, y no me sorprendería que si pudieran, vetarían el capítulo 1 de la carta a los romanos. Sin embargo, esto no puede de alguna manera cohibirnos ni en este ni en ningún otro asunto donde la verdad católica necesite ser proclamada.
Lo que enseña la Iglesia Católica respecto a la homosexualidad lo expresa con claridad el Catecismo. Demás está decir que no tiene nada de homófoba:
2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor, las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante las virtudes de dominio, educadoras de la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
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