La objeción acá, si es que existe, es mínima. Porque si con San Martín los escritores masones tuvieron una laboriosa bien que inconducente actividad, con Bolívar el asunto se reduce a dos puntos cronológicos: 1°) Bolívar sí fue masón; 2°) Bolívar dejó de ser masón y condenó a la Masonería.
Veamos, pues, estas dos etapas, rápidamente.
Primero, se supone que el 27 de diciembre de 1805, Bolívar fue iniciado en una rama francesa de la logia escocesa St. Andrew, y que fue Maestro en esa orden en el año en que vivió en París-
[1]-. Esa es una precisión acerca de un dato genéricamente conocido de antiguo. Según afirma el testigo francés Peru de Lacroix, en sus “Diarios de Bucaramanga”, Bolívar en su juventud se había aproximado a las logias; pero, añade, ese conocimiento “le había bastado para juzgar
lo ridículo de aquella asociación”. Aclarando que en las logias había encontrado “
bastantes fanáticos, muchos embusteros y tontos burlados”. Concluyendo que los políticos “y los
intrigantessuelen sacar partido de aquella Sociedad secreta”-
Esos juicios despectivos fueron nada en relación con sus actos políticos posteriores.
Dado que suponía que la tentativa de asesinato del 25 de setiembre de 1828, había sido orquestada por los masones que seguían a Santander, con fecha 8 de noviembre de 1828, dio en Bogotá el siguiente Decreto:
“Habiendo acreditado la experiencia, tanto en Colombia como en otras naciones, que las sociedades secretas sirven especialmente para preparar los trastornos públicos, turbando La tranquilidad pública y el orden establecido; que ocultando ellas todas sus operaciones que el velo del misterio hace presumir fundadamente que no son buenas, ni útiles a la sociedad, y por lo mismo excitan sospechas y alarman a todos aquellos que ignoran los objetos de que se ocupan; oído el dictamen del Consejo de Ministros,
DECRETO
Artículo 1°. Se prohíben en Colombia todas las sociedades, o confraternidades secretas, sea cual fuere la denominación de cada una.
Artículo 2°. Los Gobernadores de las provincias, por sí o por medio de los Jefes de Policía de los Cantones, disolverán e impedirán las reuniones de las sociedades secretas, averiguando cuidadosamente si existen algunas en sus respectivas provincias.
Artículo 3°. Cualquiera que diere o arrendare su casa o local para una sociedad secreta incurrirá en la multa de 200 pesos y cada uno de los que concurran, en la de 100 pesos por la primera y segunda vez; por la tercera y demás será doble la multa; los que no pudieren satisfacer la multa sufrirán por la primera y segunda vez dos meses de prisión, y por la tercera y demás será el doble de pena.
Artículo 4°. Los Gobernadores y Jefes de Policía aplicarán la pena a los contraventores haciéndolo breve y sumariamente, sin que ninguno pueda alegar fuero en contrario…Simón Bolívar”
[2].
Caso único, que sepamos, en América por los años de la Independencia, de condena explícita a la Masonería. La pertenencia a la Logias fue un delito. “Bajo su mando- acota Marius André-, la francmasonería no desempeñó ningún papel en Colombia, ni en Venezuela”-
[3]-. En cuanto al pensamiento privado de Bolívar al respecto, lo había expuesto en una carta del 21 de octubre de 1825, en la que exclamaba:
“
Malditos sean los masones y los tales filósofos charlatanes…serán tratados como es justo”
[4].
Señalemos que la Masonería se vengó duramente de la condena recibida. El 4 de junio de 1830, en la localidad de Berruecos, en Ecuador, instigó el asesinato que se cometió en la persona del Mariscal Antonio José de Sucre, el delfín preconizado por Bolívar.
Pues, hasta aquí llegamos con la supuesta impugnación a la religiosidad de Simón Bolívar.
[1].- Blanco-Fombona, Mirian, de Hood,
La masonería y nuestra independencia, p. 66; cfr. Terragno, Rodolfo,
Maitland y San Martín, cit., p. 174.
[2].- Nectario M., H., op. cit., pp. 30-31.
[3].- André, Marius,
Bolívar, cit., p. 269.
[4].- Nectario M., H., op.cit., p. 30. La carta está dirigida a Santander, quien luego encabezará la oposición liberal-masónica.
Muy interesante, y muy claro.Hay muchos que les gusta jugar con fuego, o ser importantes. El bin se hace sin presumir, y a las claras. muy bien
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