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viernes, 16 de enero de 2015

Algo sobre el relativismo

Seguramente todos hemos escuchado alguna vez la palabra relativismo, pero pienso que en un contexto relativista como el que nos encontramos, es necesario hacer algunas consideraciones para conocerlo mejor.
El relativismo es una consecuencia de un error del pensamiento moderno y contemporáneo que ha estado negando reiteradamente las capacidades de la inteligencia humana para conocer la verdad. El relativismo proviene del inmanentismo o principio de inmanencia que al negar las capacidades del hombre para conocer todo lo que en realidad puede conocer, reduce los alcances de la inteligencia al conocimiento de sus propios pensamientos o ideas y de los fenómenos externos sin alcanzar con certeza qué son estos pensamientos y fenómenos en realidad.

Una vez aceptado este inmanentismo del conocimiento, se cae de inmediato en el relativismo moral, porque si no sabemos qué es la naturaleza de una cosa, tampoco podemos conocer las leyes naturales que deriva de las cosas y del mismo hombre. Una característica que tiene el llamado inmanentismo y su consecuente relativismo, es que se presenta de distintas formas, como son el racionalismo que reduce el conocimiento a ideas innatas, el empirismo que reduce el conocimiento al mundo sensible, el formalismo kantiano que reduce el conocimiento a los fenómenos espacio-temporales, la fenomenología y el existencialismo que -aunque pueden ayudar a descubrir algunos aspectos de la realidad-, al tratar de salir de la inmanencia y del relativismo desde el idealismo y el empirismo se quedan atrapados en ellos. Lamentablemente todos estos errores que vienen de la modernidad, caracterizan el mundo de hoy y casi nadie escapa de ellos, aun los que no lo saben viven bajo presupuestos relativistas. Gobiernos, empresas, sociedades, escuelas, universidades… prácticamente toda nuestra sociedad se mueve bajo principios inmanentistas, agnósticos y relativistas. En todas las estructuras e instituciones ha permeado el relativismo en diferente medida. De modo que hora tenemos un relativismo liberal en el que todo es opinable y toda opinión vale lo mismo; tenemos también un relativismo moral, un relativismo político, un relativismo administrativo y económico… al punto que en sociedades liberales actuales todo es relativo, todo es opinable y cada uno tiene y construye su verdad. Incluso en educación tenemos el constructivismo que reduce la realidad a construcciones subjetivas o intersubjetivas y que ha producido consecuencias en la política, en la pedagogía, la psicología, la sociología etc. De un modo o de otro, todas estas corrientes inmanentistas, agnósticas y relativistas se han difundido en las universidades, disgregando todos los saberes y produciéndose una especie de descomposición intelectual y moral.
Todo esto se debe, en parte, a que las universidades actuales que deberían ser el lugar de la verdad, han dejado de realizar su misión específica de cultivar la verdad de una Filosofía y Teología realistas y objetivas que integren todos los saberes desde una visión más profunda de Dios, del hombre y del mundo. Se han limitado a construir sobre presupuestos inmanentistas sus conclusiones, aun cuando paradójicamente hoy es cuando más se habla de humanismo integral, de valores, derechos humanos, etc., pero es fácil darse cuenta de que todo esto se hace como un recurso más de mercadotecnia porque hasta los tecnológicos y los politécnicos ofrecen que mediante unas asignaturas de humanidades, impartidas en su mayoría por personas inexpertas, sin formación sistemática en la Filosofía y las humanidades, se limitan a yuxtaponer “sus valores” tratando de convencer a los alumnos, sin fundamentos profundos, de esos “valores” que a veces se oponen y a veces apoyan los conocimientos de los profesores especializados en las carreras universitarias que cursan. Y es que el agnosticismo priva a la inteligencia de su objeto que es la verdad trascendente, limitando el conocimiento al mundo de lo fenoménico, al mundo de lo que aparece a los sentidos, desligado del ser y de la verdad, dejando como único camino, el del relativismo. Pero como la realidad objetiva existe y es un hecho, el vivir separados de la verdad produce, tarde o temprano, consecuencias como las que hoy vemos: depravación moral, confusión, destrucción del medio ambiente, atropello contra los derechos humanos, polarización del mundo y de la sociedad e injusticias de todo tipo… Y es que una vez que la razón se considera incapaz de conocer la verdad objetiva los conocimientos científicos carecen de fundamento racional, y tampoco podemos hablar ya de orden jurídico, ni de orden político, económico, administrativo, etc.
Esperemos que pronto se superen estos errores y podamos salir del relativismo porque lo que sí es un hecho es que mientras sigamos construyendo sobre el relativismo seguiremos destruyéndonos a nosotros mismos y todo lo que nos rodea.



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