¿Cree usted que la propuesta cristiana de matrimonio es hoy una propuesta realista para nuestra sociedad? No niego que un matrimonio para toda la vida, fiel y constante en el amor es un bonito ideal, ¿pero quién lo vive? La realidad va por otro camino. Yo veo que hoy la mayoría ya no se casa, conviven mientras se avienen y, si no, lo dejan. ¿No cree que la Iglesia debería ir aceptando estas nuevas modalidades de convivencia?…
Hubo un filósofo, creo que Fitche, al que le objetaban que sus teorías iban contra la realidad. El respondía diciendo que “peor para la realidad”. Bromas aparte, es un asunto serio ser consciente de la tremenda distancia que a menudo existe entre lo que es y lo que debería ser.
Su argumentación me parece falaz. Imagine que la aplicamos a otro aspecto de la “realidad”. Mire, la propuesta cristiana por lo que respecta a la economía y a la política es una propuesta de honradez, transparencia y espíritu de servicio por encima de todo. Pero como constatamos que la realidad va por otro camino y que muchos viven así, parecería que la Iglesia debería ir aceptando la corrupción, la hipocresía y el abuso de poder como nuevas modalidades de vivir la economía y la política. Ya ve que no se puede argumentar de esta forma.
La pregunta pertinente es si la propuesta cristiana, la propuesta que nos hace el cristianismo, responde a la verdad y a las exigencias del corazón del hombre que aspira a una verdadera felicidad. ¿Si o no? Para los seguidores de Cristo no hay ninguna duda. Él tiene la razón y si seguimos sus caminos aseguramos una vida feliz y llena de sentido.
También le cuestionaría y mucho su afirmación según la cual la mayoría ya no se casa. Mire más allá, mire al mundo entero y verá que es todo lo contrario: la inmensa mayoría de la humanidad todavía se casa y contrae matrimonio, funda una familia y aspira a una estabilidad.
Lo que no funciona, precisamente, es lo que está pasando en nuestras sociedades donde muchos se han cerrado no sólo a la fe sino también a la razón con un gravísimo impacto en la felicidad de las personas y las colectividades.
No lo dude, la disolución de la familia es uno de los más graves dramas que estamos viviendo. El camino: mostrar nuevamente la belleza del proyecto de Dios. El Papa Francisco lo expresaba en una hermosa oración: “Sagrada Familia de Nazaret, que el próximo Sínodo haga tomar conciencia a todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios”.
¿Ideal versus real? No. En el fondo, cuanto más lo pienso, sólo el “ideal” me parece verdadero y real. ¿O acaso es más real que el Evangelio nuestras escuálidas vivencias del mismo?
Hoy hay tantas realidades, o mejor, cada uno la ve a su modo, de manera que es difícil así lograr la cohesión necesaria para asegurar un crecimiento personal y social y la construcción de una realidad amplia y cómoda que garantice la estabilidd y la continuidad. Sí el ideal tiene más sentido que nunca,porque tiene que ver con respeto, esfuerzo, entrega, mejora, satisfacción,etc.
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