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domingo, 15 de marzo de 2015

Yo, pecador, me confieso directamente con Dios…


http://observador.pt/opiniao/eu-pecador-me-confesso-directamente-a-deus/

La confesión, que decidió la conversión de Chesterton, es la jubilosa expresión del amor de dios porque, dice este autor, ¡la alegría, que era pequeña publicidad del  pagano, es el gigantesco secreto del cristiano”.

Juan, joven universitario, vino a estar conmigo para decirme que no quería confesarse con un padre, porque considera que no es necesario hacerlo para obtener el perdón divino. Prefiere reconciliarse directamente con Dios. Al final ¿¡no está Él en todas partes!?¿¡Y no sabe ya todos nuestros pecados!?

Razón no le faltaba y, por eso, estuve de acuerdo con Él:

- ¡Tienes toda la razón! ¡Yo también creo lo mismo y, por eso, no me confieso con un padre!¡Era lo que faltaba! Además, ¿¡Qué sentido tendría que yo le dijera mis pecados a una persona que ni siquiera ofendí!? ¡Más aún –y sé de lo que hablo, porque yo mismo soy padre y soy pecador! –los padres no siempre son los mejores cristianos. Yo me confieso siempre directamente con Dios. ¡Nunca me confesaría con un padre!

Juan se quedó perplejo con la respuesta pero, ante la duda, me preguntó:

Pues con Dios, directamente, como tú dices y dices muy bien. ¡Y por tus mismas razones! Ninguna otra cosa tiene sentido, creo yo.

- Pero – sugirió, algo temeroso, el joven universitario -¡no es eso lo que la Iglesia enseña o, por lo menos, la gran mayoría de los padres dicen!

-En eso estás tú muy engañado. Todos decimos lo mismo y todos reproducimos fielmente la doctrina de la Iglesia que, sobre este particular, no deja lugar a dudas. Es que Tú todavía no has percibido que lo que deseas es lo que la iglesia te ofrece, o sea, ¡la confesión directamente con Dios!

- ¿¡Cómo es eso, si la confesión individual, para que sea válida, requiere siempre el recurso de un confesor!?

- Me dice primero: ¿como hablas tú con tu enamorada, Mónica, que está haciendo el Erasmus, en Bélgica?

- Por el skype, o, si fuera muy urgente, por el móvil.

- ¿Pero hablas directamente con ella?

- Sí, claro, es con ella con quien hablo, aunque a través de un instrumento.

- ¿No hablas con el skype, ni con el móvil, no es verdad? ¿No comienzas tus conversaciones con ella saludando al skype, o al móvil, no?

- ¡Claro que no!¡Sería absurdo! No hablo con el skype, ni con el móvil, sólo me sirvo de ellos para hablar directamente con Mónica!

- Pues, Juan, ¡es eso mismo! Es lo que sucede cada vez que me confieso: hablo directamente con Dios, es a Él y sólo a Él a quien cuento mis pecados, porque también sólo Él me puede perdonar. Lo hago también a través de un instrumento, en este caso humano, que es el confesor. Pero no es con Él con  quien me confieso, aunque sea a través de él como mi contrición llega a Dios y el perdón de Dios me llega a mi, por la absolución sacramental.

- ¿¡Pero, no sería mucho mejor si el perdón divino nos llegase sin necesidad de recurrir a un ser humano!?

-Pero, si fuese como dices, ¿¡cómo alguien, aunque verdaderamente arrepentido, podría tener la certeza del perdón de Dios!?¿¡No sería angustioso quedarse sin saber si había sido, o no, perdonado!?¿No es reconfortante saber que el confesor, precisamente porque es también un pecador, nos comprende, por graves que sean nuestras faltas?

-Tiene razón, así es más fácil porque quien nos oye en confesión, sabe, por experiencia propia, de lo que nos acusamos…


La charla no quedó ahí, porque Juan ya se confiesa directamente con Dios. Me dice, de la última vez, que es como hablar con Mónica, pero con la ventaja de que, en la iglesia, hay siempre red y es gratis! Porque es, es gracia de Dios… que tiene una gracia inmensa! La confesión, que decidió la conversión de Chesterton, es la jubilosa expresión del amor de Dios porque, según este autor, “la alegría, que era pequeña publicidad del pagano,  es el gigantesco secreto del cristianismo”.

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