Una de las elecciones más importantes que cada uno de nosotros debe hacer es la
de escoger el foco principal de nuestra atención y cuidado. Si lo que quiero
cambiar es el mundo a nuestro alrededor, o el interior de nosotros mismos.
Casi todos los bienes y males de nuestra existencia parten
de nuestro interior, por lo que será ahí donde habrá que perfeccionar, de forma
profunda, todo lo que existe en nuestro interior.
Uno de los trabajos más importantes de cada uno de nosotros
será el de saber bien lo que queremos. El secreto de la felicidad puede estar
ahí: descartar lo que nos pueda estar causando innecesarias ansiedades.
¿Cuántas veces dejamos algo fuera de nuestro control?
Existen tres tipos de cosas: las que dependen exclusivamente
de nosotros; las que escapan por completo a nuestra decisión; y aquellas sobre
las cuales tenemos algún control, pero no total.
Si hiciéramos que nuestra alegría dependiera de algo que no
está en nuestra mano, entonces será fácil que nos sintamos privados de algo
que, en verdad, nunca fue nuestro. Igual en los casos en que conseguimos
obtenerlo, la ansiedad asociada a poseer, además de la probabilidad de perderlo
de la misma forma que lo ganamos, es algo que perturba de forma seria nuestra
libertad y nuestra tranquilidad.
No tiene mucho sentido que perdamos todo nuestro tiempo
intentando conquistar lo que no depende de nosotros. Será inútil, una pérdida de energía y de tiempo que
podía y debía ser utilizado en aquello que es esencial y está al alcance de
nuestra mano.
Si yo fuera capaz de dominar mis deseos, procurando valorar
más lo que tengo en vez de buscar lo que
no tengo, si yo fuera capaz de hacer todo lo que está a mi alcance a fin de
mejorar mi vida, en vez de esperar un milagro cualquiera que me coloque en las manos
aquello por lo cual no he luchado, entonces estaré en el camino cierto y seré ciertamente
feliz, aunque no llegue a los niveles que sueño. Porque, aún así, habré llegado
más alto que aquellos, que en vez de levantarse, prefieren quedar echados a la
espera de que sus fantasías se realicen solas.
Algo que está en nuestras manos es la posibilidad, y el
deber, de establecer nuestros objetivos. Lo que pretendemos alcanzar y lo que
estamos dispuestos a hacer a fin de conseguirlos. Otra dimensión esencial y que
depende solo de nosotros, es el conjunto de nuestros valores, así como la
determinación de vivir de acuerdo con ellos. Nuestros objetivos y valores debían
ser un punto central de nuestra preocupación diaria. Atribuir el debido valor a
cada cosa puede evitarnos mucho sufrimiento…
La importancia para nosotros de todo lo que existe en el
mundo, interior y exterior a nosotros, es definida por cada uno. Soy yo el que
valoro o menosprecio un objeto, una actitud, acción o incluso una persona. La
forma como miro el mundo lo altera o me altera a mí. Podemos aprender a
escuchar y a comprender de una forma diferente y, con ello, cambiar buena parte
del mundo en que vivimos.
Si mañana saldrá el sol o lloverá no debe ser mi preocupación.
¡Lo que puedo, quiero y debo hacer…eso sí, debía preocuparme hoy y ocuparme
mañana! Para ser feliz, debo hacer lo que está hoy a mi alcance… en cuanto al
resto, aún cuando no cumpla mi expectativa, no debe ser algo que me frustra por
completo… seré feliz, porque lo he merecido. Por encima de todo, más vale merecer
lo que no se tiene que tener lo que no se merece…al final, es mejor ser ciego
que tener ojos y no querer ver…
Hay que establecer metas, interiores y exteriores. Procurando
llevar al límite nuestras fuerzas y talentos.
Ya hay demasiada gente infeliz, los que se preocupan más de
ser amados que en amar, no haciendo nada siquiera por mostrarse amables…
La felicidad depende de lo que yo decidiera ser en mi
interior, así como también depende del mal que yo puedo impedirme escoger. Que seamos
buenos, humildes y diligentes depende solo de nosotros. Sólo de nosotros. Si no
lo llegamos a ser, la responsabilidad es nuestra. Ninguno de nosotros sería
feliz por casualidad, sino siempre debido a un conjunto de elecciones profundas…
que nos definen… tal como queremos ser.
Rumbo a lo mejor de mí, no es el viento el que me lleva,
sino mi voluntad.
muy pero muy bueno...
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