Quien ama no siente el amor en su corazón. Vive en el corazón del amor. El amor
que nos ofrece los sueños más bellos y nos hace volar, es el mismo que nos
clava las espinas más duras en la carne y se hace amargo en nuestras lágrimas.
El amor hace el querer, donde y cuando alguien lo acepta. No tiene otras manos
ni ojos sino los nuestros. La fuerza del amor es aquella de laque fuéramos
capaces. Por eso, amar es, ante todo, aceptar.
Hay quien entrega su vida por amor. Quien se abandona a sí mismo, dejando atrás
aquello que otros creen que es su mayor tesoro… La vida es para amar, quien no
ama, solo sobrevive.
Habrá quien muera de
amor. Pero esta vida es solo un pedazo de la otra, mayor, que sólo es vivida
por los que tuvieran el coraje imprudente de ser luz y calor en la vida de
alguien, aceptándolo como es… y como quiere ser. Sin juzgar. Respetando siempre
sus espacios y sus tiempos, su pasado y su futuro. Amar es corregir y ayudar a quien se ama a ser
mejor, pero no obligándolo a nuestros pensamientos y sentimientos, a nuestras
palabras y a nuestros silencios. Amar al otro es ser un medio para su verdadera
felicidad, no es hacer de él un instrumento de nuestro egoísmo.
En el amor no hay
monotonía. O crece al exterior, expandiéndose y creando nuevos mundos; o hacia
el interior, alargando los horizontes del sentir y del pensar hasta el
infinito.
A veces el amor nos obliga a ser duros, firmes y objetivos, cuidando de forma
eficaz de lo que no puede ser hecho de forma amable. Duele a todos, pero el
camino cierto sólo raras veces es el más agradable. El mal debe ser combatido.
Sin contemplaciones. Grande o pequeño. Viejo o recién nacido. Claro que es
mejor que sea cortado de raíz, luego en el inicio. Si tal cosa no fuera
posible, entonces que lo sea así que hubiere certeza y fuerza. Pero sin perder
tiempo.
Las obras del amor son
las decisiones y los gestos de quien ama. Son siempre personales. No hay amor
en abstracto. Es siempre algo que va en el corazón concreto del otro, aunque
nada venga de allí a cambio.
Cuando se busca a
cambio de la sensualidad sin amor, lo que se encuentra son pedazos de tiempo llenos
de placer para los sentidos, pero lo que sigue son tiempos de soledad aún más
honda que en el interior de todos y de cada uno va forjando la consciencia.
Al contrario de los que
aman, los egoístas exigen todo del otro. Pero claro, lo llaman siempre amor. No
se dan cuenta de que se van destruyendo a sí mismos.
¡El amor me hace ser
mayor de lo que soy!
El amor solo es un sueño al principio. Después vienen los sufrimientos…que se
deben afrontar en la certeza de que sólo un vida que se dirige al bien –entre los
males- es una vida con valor.
Casi nadie llega a la cima de las montañas de la vida, no porque tal cosa sea
imposible, sino porque la cobardía y el egoísmo encuentran siempre otros caminos más
agradables, descendiendo.
Importa saber que nuestra vida escomenzar y reconocer, comenzar y recomenzar…todas
las veces que haga falta. Las derrotas y los fracasos son parte del duro camino
de la victoria.
Un vencedor es aquel
que vence al dolor. El que triunfa sobre lo peor de sí. El que se da a sí
mismo. El que despedaza a su egoísmo, en una lucha en que casi siempre hay
espadas que traspasan corazones.
El amor nos embala en
una paz celestial, pero también nos quita el sueño cuando nos sacude, muele y amasa
hasta quedar maleables a fin de que podamos, en su fuego, crecer y ser pan para
otro.
Amar es ser una oración
humilde que agradece, pide perdón y suplica más ayuda.
El amor es una corona,
pero es también una renuncia y un martirio. Todas las coronas tienen espinas
por dentro, todas, menos las de la gloria.
Si grandes son las obras
del amor, mayores aún lo son sus misterios…
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