domingo, 4 de octubre de 2015
Siete recados de Francisco para el Tío Sam
http://observador.pt/opiniao/sete-recados-dr-francisco-para-o-tio-sam/
No basta que la iglesia
católica, haciendo justicia a su nombre, esté en todo el mundo, es preciso que
desempeñe su ministerio al servicio de la humanidad y, en particular, de los
más desfavorecidos.
“Mi primera palabra es
de acción de gracias a Dios, por el dinamismo del Evangelio, que hizo posible
el notable crecimiento de la Iglesia de Cristo en estas tierras y permitió la
generosa contribución que ella ofreció, y continua ofreciendo, a la sociedad
norteamericana y al mundo”, afirmó el Papa Francisco, en la catedral de San
Mateo, en Washington, en su alocución al episcopado norteamericano, el pasado
día 23 de septiembre.
Palabras de
agradecimiento y alabanza a Dios, pero también de entusiasmo y de optimismo
ante “el notable crecimiento de la Iglesia de Cristo en estas tierras”. Si es
verdad que, en algunos países de la vieja Europa, el catolicismo parece estar
en regresión, lo mismo no acontece en el mundo, pues todos los años viene creciendo el número total de
católicos, sobre todo gracias a las pujantes Iglesias americanas, del norte al
sur, asiáticas y africanas. Que esta constatación haya sido hecha por el primer
Papa del nuevo mundo es sintomático de la globalización y rejuvenecimiento
eclesial. Europa, que fue durante siglos el continente del que eran oriundos
los misioneros, es ahora tierra de misión, porque no son pocas las diócesis
europeas que recurren a la ayuda de evangelizadores –sacerdotes, religiosos y
legos- oriundos de África, América y Asia.
Pero no basta que la
Iglesia católica, haciendo justicia a su nombre, esté en todo el mundo, es
preciso que desempeñe su ministerio al servicio de la humanidad y, en particular,
de los menos favorecidos. Por eso, fue “con vivo aprecio” como el obispo de
Roma agració, “conmovido”, la “generosidad y solidaridad” de los católicos
estadounidenses “con la evangelización en muchas partes atribuladas del mundo”.
Una causa, en especial,
distingue a la Iglesia norteamericana y, en particular su valiente episcopado:
su “indómito empeño”, como refirió Francisco, “en pro de la causa de la vida y
de la familia”. Recuérdese que la visita a Cuba y a los Estados Unidos de
América fue con ocasión de la Jornada Mundial de la Familia, celebrada en
Filadelfia y que el Vicario de Cristo presidió.
Una cuestión también
abordada por Francisco fue la de la inmigración, dado el
ininterrumpido flujo de
personas que diariamente pretenden cruzar las fronteras de los Estados unidos
de América. Aunque sea un tema políticamente sensible, como también lo es en
Europa, el Papa no dejó de referirse a él con su habitual franqueza,
movilizando las huestes católicas para el acogimiento de estos desfavorecidos:
“Sigo atentamente el esfuerzo enorme hecho para la recepción e integración de
los emigrantes, que continúan mirando para América con la visión de los
peregrinos que llegaron en busca de sus prometedores recursos de libertad y
prosperidad”.
El Papa Francisco
dirigió palabras de especial aliento al empeño de los obispos en lo que se
refiere a la enseñanza católica: “Admiro la fatiga con que lleváis adelante la
misión educativa en vuestras escuelas de todos los niveles y la obra creativa
en vuestras numerosas instituciones”. En una referencia que puede ser entendida
como un recado para la administración norteamericana, Francisco aprovechó la
ocasión para recordar que, “son actividades realizadas frecuentemente sin
ningún estímulo o apoyo y, en todo caso,
mantenidas heroicamente con el óbolo de los pobres”. No obstante las inmensas
dificultades económicas, el Santo Padre recordó a los obispos que nos son
empresas prescindibles, “porque estas iniciativas derivan de un mandato
sobrenatural al que no es lícito desobedecer”.
Un tema obligatorio en
tierras del Tío Sam era, como no podía dejar de ser, la pedofilia, que tanto sacudió
a la Iglesia en los Estados Unidos de América. Y, gracias a Dios y al empeño de
los Papas Benedicto XVI y Francisco y del episcopado estadounidense, una
situación ya sobrepasada, mereció una emotiva referencia de Jorge Mario
Bergoglio: “Soy consciente del coraje con que enfrentasteis momentos oscuros de
vuestro camino eclesial, sin temer a las críticas no os ahorrasteis humillaciones y sacrificios, sin ceder al
temor de veros despojados de cuanto es secundario, con tal de que se recuperase
la credibilidad y la confianza requerida a los Ministros de Cristo, como lo
espera el alma de vuestro pueblo singular”.
Recuérdese que la archidiócesis
de Boston, la que preside el cardenal franciscano Sean O’Malley, especialmente próximo
al Papa, tuvo que vender casi todos sus bienes patrimoniales, incluida la
residencia episcopal, para hacer frente a las abultadas indemnizaciones debidas
a las víctimas. Dolorosa fue también la justa y necesaria decisión de apartar
del ministerio pastoral todos los
prevaricadores, así como a los superiores
que, conociendo esos abusos,
fueron cómplices de ellos con su silencio. Pero de esta penosa catarsis emergió
una Iglesia más pura y más fuerte, renovada por su propia penitencia y enriquecida
con el inestimable don de la pobreza evangélica.
Francisco fue claro
también al afirmar, más de una vez, que, en estos casos, se debe dar siempre prioridad
a las víctimas, aunque fuera a costa de la honorabilidad de la institución: “Sé
cuánto os pesó la herida de los últimos años y acompañé vuestro generoso
esfuerzo para curar a las víctimas –conscientes de que, curando, también nosotros
quedamos curados –y para continuar actuando a fin de que tales crímenes nunca más
se repitan”.
En el encuentro con los
obispos participantes en el 8º Encuentro Mundial de las Familias, el Papa sería
aún más explícito, al decir que, “ante los crímenes y pecados de los abusos
sexuales de menores” practicados por sacerdotes, “Dios llora”. Francisco, una
vez más, recomprometió “a una celosa vigilancia de la iglesia para proteger a
los menores” y prometió “que todos los responsables rendirán cuentas”.
Si es verdad que este
escándalo, especialmente grave en Estados Unidos de América, sacudió seriamente
a la Iglesia local y mundial, también es verdad que, como dice el Papa en
Filadelfia, “los sobrevivientes de abusos se transformarán en verdaderos heraldos
de esperanza y ministros de misericordia”. Por lo tanto, en buena parte gracias
a esta horrible crisis, los papas y el episcopado norteamericano y mundial llevarán
a cabo la reforma que, en toda la Iglesia católica, garantice que “tales crímenes
nunca más se repitan”. ¡Nunca más!
Sacerdote católico
Acerca de Octovilo Mateos Matilla
Mi nombre es Diego Fernando García, soy el administrador del Pensamiento Serio.
Soy un lector de filosofía, libros que hablan de pensamiento humano, mi corriente filosófica es: neo-realismo analógico.
Escritor de blog, artículos, creador del proyecto «pensamiento serio» Es un sitio de filosofía sociedad y religión católica. Con recursos como: texto, imagen, audio , vídeo, diapositivas y diferentes formatos adaptados a este espacio.
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