5 de dezembro de 2015 https://www.facebook.com/jlmartins
Nuestra
salvación depende del equilibrio entre el trabajo y el descanso. Las luchas de
esta vida presuponen que cada uno de nosotros, en cada batalla, sepa encontrar
tiempo para reposar, para cuidar su interior.
Hay quien piensa
que la felicidad será una especie de paz absoluta donde nada acontece y todo
nos es dado. No es así. No hay paz sin lucha. Más que un estado que se alcanza,
la felicidad está en la fuerza que resulta de la fe con que se lucha por el
bien del otro… un camino mucho más estrecho que se debe soñar, construir,
recorrer…
Somos
imperfectos. Pero nuestras faltas sólo nos vuelven malos cuando caemos y no
volvemos a levantarnos.
Vence dos veces
quien triunfa sobre el mal que hay en él.
Perfeccionar
nuestro interior es esencial. Nadie debe
dejar sus sentimientos y pensamientos andar sueltos, sin principios ni
orientación, imponiendo en cada momento, órdenes sin orden. Debemos ser señores
de nosotros mismos y no esclavos de nuestros impulsos. Es porque arrepentirse
es más importante que lavarse la cara.
Amar es ser, en silencio, fuerte y bueno. Incluso
cuando eso nos hace sufrir. El resto… bueno, el resto son egoísmos disfrazados
y llenos de disculpas.
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