sábado, 26 de diciembre de 2015
Un cuento
Daniel Medina Sierra
Hoy os contaré un
cuento que no conocéis, creo. Es el cuento del lobo y empieza así:
Erase una vez un
pobre muy pobre que conoció a un lobo, antes de conocerlo no fue tan pobre,
pero tuvo que tratar con él y lo engañó, arrasó con todo y se llevo todo lo que
poseía. Era tan voraz que no se conformó con quitarle todas sus posesiones,
también lo acosaba, lo amenazaba pues sus sirvientes le otorgarían más
beneficios económicos a cambio de seguir financiando campañas de promesas al
pueblo.
El pobre a duras
penas salvo un trozo del corazón y conciencia y arrastrándose como un reptil
pidió ayuda a las administraciones públicas. No se percató de que ellos eran
sirvientes de los sirvientes y, por tanto, nada hicieron por ayudarlo.
Estuvo en
comedores sociales para, al menos, mantenerse con vida un poco más de tiempo.
Conoció más víctimas
del lobo, cada uno lo describía de formas distintas; pero con una cosa en
común, su voracidad.
Era tal su poder,
que podía jugar contigo durante años antes de devorarte por completo. Las víctimas
eran almas en pena con lamentos repetitivos y agonizantes. Víctimas incapaces
de saber que fue exactamente lo que les atacó.
Tras un breve
espacio de tiempo descubrió un lugar donde guarecerse de todos esos enemigos
del hombre y conoció personas que lo ayudaban a cerrar las heridas a causa de
una guerra de lobos y vasallos frente a una parte de la sociedad, los pobres.
Ellos no podían
hacer más que protegerlo durante un tiempo. El lobo volvió a por su pieza antes
de que se hiciera demasiado fuerte para enfrentarlo. ¡Que viene el lobo! decía,
pero casi nadie lo escuchaba. ¡Socorro, que viene el lobo!
Alguien me dijo
una vez: Tú pide socorro cuando te haga falta.
Este buen amigo no
entendió que no era necesario pedirlo, era necesario ofrecerlo, púes esto nos
afecta a todos y mis carencias son tan evidentes que jamás pediré socorro.
El cuento no sé cómo
termina ya que aún lo estoy leyendo, pero imagino que no acabará bien. No
vendrá la caballería a última hora a rescatarme, no espero ni juzgo, no tengo
miedo ni necesito palmaditas de consuelo. Al lobo solo se le derrota con
acción, con denuncia, con visibilidad; le aterra que los pongan en evidencia y
eso solo se hace luchando juntos. Que estúpida es la situación cuando, yo sé
que es injusta e ilegal; y buena parte de la sociedad se queda mirando como
destrozan todo cuanto puedas retener de ser humano. No tengo miedo alguno, ya
me enfrenté a él y no puede hacerme más daño. Siento asco por todos los que lo
permiten, por acción o por omisión y ese sentimiento más que desvanecerse se
refuerza con el tiempo.
A veces, no
siempre, me da la impresión de que son una especie inferior. Si, viven mejor
que yo, son más felices en su ignorancia, se enamoran, tienen problemas banales
en los que estar muy ocupados. Pero en serio lo digo ¿Tan poco sentido común
tiene la gran parte de la sociedad? En fin, el lobo seguirá observando el
momento idóneo para atacarme pero no podrá conmigo; eso no lo puedo decir de
todos aquellos que pasan de todo y que tarde o temprano serán víctimas también.
Acerca de Octovilo Mateos Matilla
Mi nombre es Diego Fernando García, soy el administrador del Pensamiento Serio.
Soy un lector de filosofía, libros que hablan de pensamiento humano, mi corriente filosófica es: neo-realismo analógico.
Escritor de blog, artículos, creador del proyecto «pensamiento serio» Es un sitio de filosofía sociedad y religión católica. Con recursos como: texto, imagen, audio , vídeo, diapositivas y diferentes formatos adaptados a este espacio.
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