JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
Si hay una virtud que puede
ser representativa del valor de alguien es la puntualidad.
Ser puntual comienza en el
momento en que se define y asume, ante el otro y ante sí mismo, un compromiso
que se ha de cumplir, también por respeto, delicadeza y amor por el otro.
No importa ser una vez
puntual, importa ser puntual siempre. Esa constancia es la que determina parte
del valor de alguien. El verdadero poder de cada uno de nosotros no es la capacidad
de levantar grandes tempestades, sino el don de criar y alimentar brisas suaves
y constantes.
Ser puntual es ser un punto
forme en medio de un terreno resbaladizo.
Es ser más libre que los otros, porque se va más alto y, así, se llega
donde los demás sólo sueñan llegar.
Ser puntual es cumplir el
deber de ser señor de sí mismo. Punto por punto. Es ser consecuente en las
ideas, noble en los sentimientos y, más importante, atento y cuidadoso en las
acciones. Sin otro motivo sino el de ser fiel... a sí mismo.
Cada momento es siempre el
último. El tiempo hace su trabajo sin repetirlo nunca. O lo asumimos y dominamos
o, creyéndonos libres, nos dejamos ir... a donde no queremos... y después nos
quejamos de los desatinos de nuestro destino. Es urgente vivir, como debe ser.
Asegurando con determinación las redes de nuestro destino. No perdiendo el
tiempo. No retrasando el deber. Sabiendo esperar. Sin prisas, ya que son la
mayor razón de los retrasos.
Levantarnos de la cama a la
hora que hubiéramos elegido la víspera es la mejor forma de comenzar el día.
Por respeto a nosotros mismos. ¡Es estupendo comenzar el día con una victoria! ¡Una
buena nota que dará el tono a la sinfonía de todo el día!
Al final, ¿Qué valor tiene
una persona que, a sí mismo, se dice una cosa y hace otra?
Ilustração de Carlos Ribeiro
http://rr.sapo.pt/artigo/56888/o_valor_da_pontualidade
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