Quien no hace frente a sus miedos corre un enorme riesgo de, cuando fuere atacado, no se puede defender. Los amedrentados son las personas preferidas de los depredadores.
Es importante construir con consistencia nuestra confianza, de forma lenta y estable, a fin de preservar siempre una firmeza exterior que, mientras tanto, no endurezca el corazón, manteniéndolo siempre abierto, delicado y determinado. Es preciso coraje para mantener un corazón sensible.
Si acaso la derrota y la desilusión destruyen nuestra vida, entonces es tiempo de construir a partir de las ruinas. Las vidas más bellas casi no tienen extravagancias. Son historias de voluntades que se imponen a los miedos por medio de lo que muchos creen que son milagros, pero que en verdad son solo prodigios y maravillas de la voluntad de alguien que, a pesar de los miedos, dudas y fracasos, no desiste de sí mismo.
Son admirables los que atraviesan los abismos con fe y luchan como si supiesen que solo pueden vencer. Su grandeza se debe a enfrentarse al mal con los ojos abiertos. Del heroísmo de construirse siempre, aún cuando eso parece imposible.
La fe no es una cobardía, antes bien un coraje reservado al corazón de los más fuertes... para enfrentarse a las peores circunstancias.
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