sábado, 1 de abril de 2017
¿El juramento de Hipócrates... o de Hipócritas?
La eutanasia es un ‘verdadero retroceso cultural y científico’ porque, como denunciaran cinco de los últimos presidentes de la Orden de los Médicos, ‘no es otra cosa que quitar la vida”.
Es muy loable que, en democracia, los ciudadanos sean llamados a participar, a través del refrendo, en las decisiones políticas de más relevancia social. Pero no todo se puede someter a referéndum en ciertas materias, por su naturaleza y complejidad, no deben ser sometidas a plebiscito sin antes ser ponderadas por quien es competente en esas cuestiones, pues no siempre el parecer de la mayoría es el más informado y prudente. Además, en la era de la comunicación y de la publicidad, es relativamente fácil manipular la opinión pública, sobre todo por los grandes grupos político económicos y sus aliados en los medios.
También se debe evitar el tardío corporativismo de otros tiempos, porque las razones profesionales a veces esconden, bajo apariencia científica, opciones políticas, filosóficas, religiosas o sociales. En este sentido, se debe proveer para que las asociaciones profesionales no limiten la libertad de pensamiento y de expresión de sus miembros –como fue el caso de una infeliz intervención reciente del presidente de la Asociación de los Psicólogos- ni pacten con intereses privados contrarios al bien común.
En cuestiones de salud pública, no es fácil distinguir entre lo que es exigible a todos los profesionales y lo que es opinable. Cuando una cuestión sanitaria admite varios enfoques ideológicas, es necesario que los profesionales de salud sean consultados. Así debería haber sucedido en relación al comienzo de la vida humana, que hoy la ciencia unánimemente reconoce ocurrir en el momento de la concepción. Y lo mismo puede decirse en relación a la muerte provocada.
La eutanasia es, ciertamente, una cuestión de civilización que excede la competencia específica de los médicos, aunque su parecer no puede ser ignorado, además porque, muchas veces, se esgrimen argumentos de orden clínico en su defensa – como, por ejemplo, se alega la imposibilidad de impedir el sufrimiento de un enfermo terminal. Más aún se pretende que sean los profesionales de la salud quienes practiquen actos incompatibles con la deontología médica, oponiéndose al juramento que los obliga a defender siempre la vida de sus pacientes.
Como el observador notició el 3 de octubre de 20016, los cuatro últimos presidentes de la Asociación de Médicos –José Manuel Silva, Carlos Soares Ribeiro, Germano de Sousa y Pedro Nunes – así como el profesor Antonio Gentil Martins, que también presidente, se pronunciaron todos contra la eutanasia, el suicidio asistido y la distanasia. Afirmaron aun que, el médico que realice estos actos, “niega lo esencial de su profesión, convirtiéndose en causa de mayor inseguridad en los pacientes y generador de muertes inaceptables”. También el nuevo presidente, Miguel Guimaraes, no solo está contra la eutanasia, sino que entiende que, por no tratarse de un acto médico, no puede ser practicado por médicos, ni en hospitales (DN, 22-2-2017).Si se tiene en cuenta que todos fueron elegidos democráticamente, se puede concluir que los médicos portugueses son, en su gran mayoría, contrarios a la eutanasia. Un dato ciertamente relevante para los ciudadanos y, sobre todo, para los gobernantes y legisladores.
La dimensión ética y la competencia científica distinguen al médico del mero curandero: este no tiene otra finalidad que no sea la de reparar un organismo, pero el clínico sabe que su misión no busca solo el buen funcionamiento de una máquina, como es el cuerpo, sino el bien del ser humano en su todo. Por eso, el médico no debe ceder a la tentación del encarnizamiento terapéutico, o distanasia, porque ese exceso perjudicaría gravemente el bienestar del paciente.
No extraña, por tanto, que el nuevo presidente de la Asociación de los Médicos haya dicho, en su toma de posesión, el pasado día 18 de febrero, que “la defensa intransigente de los pilares de la ética médica, del juramento de Hipócrates y del Código Deontológico de la Asociación de los Médicos es la primera prioridad que todos tenemos el deber de honrar”.
Reconociendo que “la relación entre los médicos y los pacientes está fuertemente amenazada”, el Dr. Miguel Guimaraes, citando al profesor Daniel Serrano, que ya había alertado del peligro de la funcionalización de la medicina, dijo aún: “La Asociación de los Médicos no puede aceptar este camino como algo inevitable(...). Estaríamos traicionando la matriz ético filosófica de nuestra profesión y su espíritu humanista, del cual no prescindimos”. También llamó la atención sobre la necesidad de una correcta formulación legal del acto médico: incluir prácticas contrarias a las exigencias de la profesión acarrearía un “verdadero retroceso de la civilización y científico”.
“En el momento de ser admitido como miembro de la profesión médica”, cada candidato promete: “Ejerceré mi arte con conciencia y dignidad. La salud de mi paciente será mi primera preocupación (...) Guardaré respeto absoluto por la vida humana desde su inicio, incluso bajo amenaza y no haré uso de mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad” (Juramento de Hipócrates según la fórmula de Ginebra, adoptada por la Asociación Médica Mundial en 1983). Si un m´3dico, después de haber jurado “respeto absoluto por la vida humana”, practicase la eutanasia, no solo negaría el juramento hipocrático sino que sería, necesariamente, un hipócrita.
El ejercicio de la medicina es nobilísimo, pero también puede dar lugar a los más abominables atentados contra la dignidad humana. El recuerdo de las atrocidades practicadas por médicos en los campos de concentración nazis explica que, aún hoy, el término ‘eutanasia’ esté prohibido en Alemania, donde también está prohibido el “suicidio asistido activo”. Por más nobles que fueran las intenciones de los que defienden el supuesto ‘derecho a una muerte digna’, la eutanasia es un “verdadero retroceso de la civilización y científico” porque, como oportunamente recordaron los cinco ex presidentes de la Asociación de Médicos citados, “No es otra cosa que quitar la vida”.
http://observador.pt/opiniao/juramento-de-hipocrates-ou-de-hipocritas/
Acerca de Octovilo Mateos Matilla
Mi nombre es Diego Fernando García, soy el administrador del Pensamiento Serio.
Soy un lector de filosofía, libros que hablan de pensamiento humano, mi corriente filosófica es: neo-realismo analógico.
Escritor de blog, artículos, creador del proyecto «pensamiento serio» Es un sitio de filosofía sociedad y religión católica. Con recursos como: texto, imagen, audio , vídeo, diapositivas y diferentes formatos adaptados a este espacio.
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