sábado, 6 de mayo de 2017
Una confidencia
Ando yo inmerso en un asunto personal de
calado y de cierta trascendencia, también por la edad. No es que quiera hablar
en público de mis asuntos particulares, que bastante tiene cada cual con los
suyos, pero quiero resaltar al protagonista, el interlocutor de mi
confidencia.
Reconozco que tengo alguna dificultad de
comunicación con las ‘personas normales’, me da la impresión, sobre todo cuando
se llega a ciertas profundidades o confidencias, propias o ajenas, de que se
ponen a la defensiva... no sea que se les vaya a pedir algo o simplemente a
decir algo que suponga la mínima alteración en su ordenada vida tranquila.
Es por esto, y por el largo tiempo
conviviendo con personas carentes de lo más elemental (¡éstos sí que valoran las
pequeñas cosas, los pequeños gestos, una simple palabra o el tono empleado en
ella!), por lo que me resulta más fácil entenderme con estas. No es la primera
vez que he manifestado mi total admiración por personas sin hogar que, a pesar
de sus carencias, tienen pensamientos y palabras para agradecer sinceramente
cuanto reciben, y para expresar su fe inquebrantable, como Job, en el recto
proceder de Dios en sus vidas. No transmiten ni una leve sombre de rencor o
desesperanza. Son, sin ninguna duda, admirables.
De acuerdo que son excepciones, faltaría
más, pero ojalá que muchos, necesitados o no, supieran apreciar su ejemplo. Por
eso me veo impulsado a escribir estas cosas de vez en cuando, para que el bien
más humilde, ignorado de la mayoría, sea reconocido, por cualquier persona que
lo encuentre a su paso, y sobre todo para que se sienta administrador de
la providencia divina con esas personas, aunque solo fuera para experimentar la
inmensa satisfacción que produce el dar sin esperar, practicar la economía y la
justicia divinas, que no exige trueque alguno, y solo nos juzga por nuestras
obras, y según empleemos los talentos recibidos.
Bueno. Esta larga introducción es para
expresar mi agradecimiento a una persona sin hogar que cumple con creces cuanto
acabo de decir sobre estos ‘Jobs’ anónimos. No es ni siquiera español, es más,
es un refugiado político, y en concreto, armenio. Vivía muy bien en su país,
tenía un buen negocio y estaba de alguna manera implicado en la política de su
país. Pero la caída de la URSS les condujo a una guerra civil por el poder
entre armenios, que son cristianos ortodoxos, y los azeries, musulmanes,
los cuales se negaban a compartir el poder con los armenios, aunque durante el
comunismo habían convivido en paz. Su padre perdió la vida en esos
enfrentamientos; el resto pues es imaginable. Hoy su familia está
dispersa por Europa, menos su madre que sigue en Armenia.
He charlado a mendo con él y casi siempre
hablamos de religión, o de la cultura de su pueblo, cuando no cuenta algún
cuento o algún chiste, que se le dan muy bien. Tiene una fe bien probada en
Dios; cree firmemente que sus mandamientos y doctrina son la fuente mejor para
la organización social, familiar y política; si así fuera, habría menos
problemas en el mundo. Pero la muerte brutal de su padre, las
consecuencias para su familia y su pueblo, la emigración, le hacen ser
tolerante con todas las creencias, y él mismo tiene su forma particular de
entender y vivir su propia fe.
Sea por esta forma suya de entender la vida,
sea porque demuestra ser un hombre horado, amable, digno de toda confianza,
lo considero un amigo, y creo que él está de acuerdo en que lo somos de
verdad. Esta confianza precisamente me llevó a mí el otro día a pedirle que me
orientara en ese conflicto familiar que me ocupa y preocupa tanto. Se
limitó a escucharme atentamente, olvidándose de sus propios problemas; me
pidió alguna precisión de vez en cuando, hasta que se quedó mirándome en
silencio, con un gesto elocuente y lleno de empatía. Cuando yo terminé de
exponerle mi problema, me regaló unas palabras que expresaban una perfecta
descripción de la situación que vivo, y refuerzan sin duda la decisión que
había tomado.
En nuestro caso, estoy convencido de que
la fe que compartimos nos une de una manera particular, nos hace más fácil el
entendimiento mutuo como personas humanas, a pesar de las diferencias.
Reconozco que yo siento cierta fascinación por la iglesia armenia y ortodoxa,
porque representan la pervivencia de la Iglesia más primitiva, heredera directa
de aquellos que estuvieron en contacto directo con los apóstoles y primeros
Padres de la Iglesia. De alguna manera este hombre responde a este sentimiento,
y lo refuerza, y con él la poca fe que tengo, aunque no quisiera perderla
nunca, en ninguna circunstancia que me quede por vivir. OM
Acerca de Octovilo Mateos Matilla
Mi nombre es Diego Fernando García, soy el administrador del Pensamiento Serio.
Soy un lector de filosofía, libros que hablan de pensamiento humano, mi corriente filosófica es: neo-realismo analógico.
Escritor de blog, artículos, creador del proyecto «pensamiento serio» Es un sitio de filosofía sociedad y religión católica. Con recursos como: texto, imagen, audio , vídeo, diapositivas y diferentes formatos adaptados a este espacio.
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