sábado, 6 de abril de 2019
Los árboles no crecen en el cielo
Es necesario que haya
tierra fértil. Un suelo donde haya materia en descomposición. Porque la
podredumbre es fecunda. Porque los sueños más bellos nacen de los contextos en descomposición.
La monotonía y el tedio
nos llevan a días sin corazón. Como si la muerte hubiese vencido nuestra
esperanza. Pero no siempre tiene que ser así.
Todo es singular. No hay
días iguales, cosas iguales, así como tampoco hay personas iguales. Ni una
misma persona es igual que era ella misma antes. La pereza nos lleva a
generalizaciones que nos ahorran tener que pensar. Nos llevan al engaño de
creer que sabemos lo que, al final, no sabemos. Etiquetamos todo y creemos que
está visto y será así siempre.
Abrir los ojos, el corazón
y la razón a lo que es único en cada cosa nos permite acceder al mundo en que
vivimos, rico en belleza y autenticidad. Encontrar puntos por donde nuestra existencia pueda crecer.
Es necesario salir y
lanzar nuestra atención fuera de nosotros. Como si brotásemos de nosotros mismos.
Es a partir de cada una de
nuestras tristezas, siempre únicas, como podemos hacer reales los deseos
íntimos de felicidad. Así sabemos descubrir nuestra fuerza y su luz.
Así como las ramas de un árbol,
también nuestra existencia se expande por caminos diferentes. Unas se secan,
otras florecen y fructifican. Dan perfume de vida, expandiéndose en todas
direcciones a todos los vientos.
Pero es esencial que nunca
nos olvidemos de nuestras raíces. Del suelo que nos alimenta, sin que ni
nosotros mismos sepamos como. Es allí, en lo más profundo de nuestra alma,
donde se encuentra la simiente que es la fuente de donde brota nuestra vida.
No debemos desperdiciar la
vida creyendo que siempre es igual y que será nuestra siempre.
En los días más
cenicientos y tristes, sepamos ser más que pasivos testigos del mundo. Siempre
somos protagonistas, incluso cuando parece que no hay nada que hacer.
La vida quiere vivir. Le
basta solo una grieta y una gota de agua, que hasta pudiera ser una lágrima,
para que salga de las hendiduras del suelo donde, a pesar de todo, resiste y
sueña con el cielo.
Acerca de Octovilo Mateos Matilla
Mi nombre es Diego Fernando García, soy el administrador del Pensamiento Serio.
Soy un lector de filosofía, libros que hablan de pensamiento humano, mi corriente filosófica es: neo-realismo analógico.
Escritor de blog, artículos, creador del proyecto «pensamiento serio» Es un sitio de filosofía sociedad y religión católica. Con recursos como: texto, imagen, audio , vídeo, diapositivas y diferentes formatos adaptados a este espacio.
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