En actualidad cuando se habla libre albedrío se comete muchos excesos. Por lo tanto, se debe buscar el punto medio para ello nos puede ayudar San Agustín de Hipona.
«El primer libre albedrío que se dio al hombre, cuando fue creado en rectitud al principio, pudo no pecar, pero también pudo pecar; este último, en cambio, será tanto más vigoroso cuanto que no podrá caer en pecado. Claro que este también tiene lugar por un don de Dios, no según las posibilidades de la naturaleza. Una cosa es ser Dios y otra muy distinta ser partícipe de Dios, por su naturaleza, no puede pecar; el que participa de Dios recibe de Èl el no pecar. Había que conservar una cierta graduación en los dones de Dios; primero se otorgó el libre albedrío mediante el cual pudiera el hombre no pecar, y después se le dio el último, con el que no tuviera esta posibilidad: Aquel para conseguir el mérito; esté para disfrutar de la recompensa[1]».
San Agustín de Hipona. Obispo, confesor y Doctor de la Iglesia. Uno de los cuatro doctores más reconocidos de la Iglesia Latina. Llamado “Doctor de la Gracia”.
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