Colaboración de Frank Morena Rivelo
La Madre de Dios, Virgen de la Altagracia, aparece cubierta por un manto azul incrustado de estrellas, y lleva sobre el pecho un escapulario de color blanco. Luce, además, una corona -añadida posteriormente a la pintura original- y doce estrellas rodean su cabeza.
Como se trata de una imagen que evoca a la Sagrada Familia y al nacimiento de Jesús, aparece también la estrella de Belén en la parte superior derecha, mientras que la figura de San José se deja ver detrás, a cierta distancia, contemplando su familia.
La imagen tiene 33 centímetros de ancho por 45 centímetros de alto, y desde el siglo XVIII se encuentra enmarcada en oro, piedras preciosas y esmaltes.
El lienzo pintado al óleo fue traído desde España por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, quienes integraron uno de los primeros grupos de españoles que llegaron a la isla. Ellos se establecieron en la recién fundada ciudad de Higüey (República Dominica) y entregaron la imagen como un regalo para la Iglesia de la ciudad.
En 1572 se terminó de construir el primer santuario alta graciano y, cuatro siglos después, en 1971, fue consagrada la actual basílica que alberga a la Imagen.
Que ella ruegue por República Dominicana, por nosotros, por la Iglesia y por el mundo entero.
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