Colaboración de: Yuri
Chavarry Tello
Psicólogo Clínico
Se entiende por celos, a ese sentimiento de inseguridad que nos infunde el miedo a perder el amor de la persona amada, se trata de un sentimiento que todos tenemos en cierta medida, es por ello que considero fundamental hacer una distinción entre los celos normales y los celos enfermizos o celotipia.
Los celos cumplen la función de advertirnos el riesgo que corremos de perder el amor de nuestra pareja, casi siempre esta advertencia la percibimos como una sensación displacentera, de no ser tomado en cuenta, de sentir que somos abandonados, si bien es cierto esta sensación es dolorosa, no significa que los celos en sí mismos sean malos.
Sin lugar a duda, es difícil e ingrato reconocer que sentimos celos, y tratar este asunto con nuestra pareja, pero si tenemos la capacidad de hacerlo, podemos obtener un balance general de la relación, ósea nos daremos cuenta de que es lo que está fallando, lo que hemos descuidado, esto puede desencadenar diversos desenlaces, o bien decidimos replantear y salvar la relación, o bien optamos por finalizar la relación. El amor de pareja, no precisa de los celos, lo que la pareja requiere es que cada uno tenga una porción satisfactoria de vida propia y que ambos se nutran en el vínculo.
Es normal que en algunos momentos temamos perder el afecto del otro (a), a partir de algo que estemos vivenciando, si es un temor leve y lo podemos manejar adecuadamente con nuestra pareja, pude resultar un exquisito sazonador de intensidad, que nos recuerda, que podemos alejarnos, pero que a la larga optamos por seguir juntos, y es un toque de sabor, ya que es de humanos, el percibir contrastes.
En cambio cuando el temor se hace intenso y escapa de nuestras, manos, se desencadenan los celos enfermizos, que pueden traer como consecuencias diversos trastornos psicosomáticos como la taquicardia u otro producto de la descarga de adrenalina que es la reacción de hostilidad, arcaica y automatizada, con que el organismo responde ante la amenaza de los celos, estas reacciones pueden organizarse y cronificarse dando lugar a un patrón de comportamiento agresivo que -consciente o inconscientemente, controlado o no- puede llegar a caracterizar el talante de uno de los miembros de la pareja.
A veces la hostilidad se hace evidente y estalla en ataques de agresividad dirigidos contra la persona de quien se siente celos, la hostilidad puede variar mucho en sus manifestaciones desde la a descalificación verbal al hostigamiento irónico, hasta hacerle caer, públicamente, en el ridículo; de la agresividad manifiesta a la sutil hostilidad encubierta que se ceba en la destrucción por "accidente" del "rival".
Los sentimientos de culpa patológica es otra de las consecuencias de la celotipia, las autoacusaciones pueden tener un cierto fundamento y seguir al comportamiento hostil de la persona celosa. Estas autoacusaciones pueden terminar en un comportamiento autoagresivo muy violento, dirigiendo la hostilidad que tenía contra sí mismo mediante acciones autodestructivas (intentos suicidas), también surgen las obsesiones y las ideas paranoicas, las primeras, con su carácter monotemático y rígida reiteración, tienden a perpetuarse en las personas y en el tiempo, sin apenas cambiar sus contenidos; las segundas, en cambio, son mucho más variadas y productivas que las obsesiones, pueden generar todo tipo de sentimientos, desde la hostilidad al odio, del resentimiento a la agresividad. La celotipia suele asociarse a los trastornos de personalidad psicopáticos y neuróticos.
Como psicólogo puedo afirmar que la persona celotípica es infantiloide, ya que ama como puede y hasta donde puede, al igual que un niño que ama a sus padres, pero sin embargo puede hacer su pataleta, cuando están atendiendo a su hermanito. Uno de los errores más comunes que se observan en las relaciones de pareja es ese afán de posesión por la otra persona, esta actitud es propia de quien considera a la pareja un objeto y no le permite tener vida propia, y quien es tratado de esa manera, percibe su deseo de independencia con culpa y la sensación de terminar viviendo en una jaula de oro.
Psic. Yuri Chavarry Tello
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