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Por Luis Jobany Quiroga Marín
¿Qué pasaría si te dijeran que cada vez que vas a Misa, estás viendo un adelanto del cielo? Sí, como si fuera un tráiler —de esos que te preparan para una película épica— pero en este caso, se trata del misterio más grande que existe: la vida eterna.
Así como los tráilers contienen las mejores escenas de una película que está por estrenarse, la Eucaristía nos da una probadita de lo que viviremos después de esta vida: la resurrección gloriosa que Jesús nos prometió.
Una catequesis para despertar esperanza
Esta propuesta está dirigida a niños y jóvenes que se preparan para la Primera Comunión o la Confirmación, pero su mensaje tiene el poder de tocar a cualquiera que alguna vez se haya preguntado: “¿Hay algo después de la muerte?”.
A través de una experiencia catequética clara y vivencial, se busca que los participantes puedan:
● Reconocer en la Eucaristía a Jesús resucitado.
● Participar en la Misa como un anticipo real de la vida eterna.
● Preparar su conciencia para recibir el Cuerpo de Cristo con fe y esperanza.
Un ejemplo sencillo: el cine
Para entrar en el tema, se propone una comparación cercana: los tráilers de películas. Se pregunta a los catequizandos qué tipo de películas les gustan y qué les atrae de un buen tráiler. Luego se plantea: ¿y si la Eucaristía fuera un tráiler de la vida eterna?
Este ejemplo permite abrir una conversación dinámica sobre las expectativas, lo que se muestra, lo que se promete y lo que finalmente se vive.
Preguntas clave que se plantean en el encuentro:
● ¿Qué te llama la atención en un tráiler?
● ¿Alguna vez viste un tráiler que no cumplió tus expectativas? ¿O uno que te sorprendió gratamente?
● ¿Cómo influye un tráiler en tu decisión de ver una película?
● ¿Qué crees que nos “muestra” la Eucaristía?
Así, la reflexión se traslada al terreno de la fe: la Eucaristía es un adelanto verdadero del banquete celestial, una primicia de la Resurrección que Dios nos tiene preparada.
Escuchar a Jesús en el Evangelio La propuesta se fundamenta en Juan 6,54:
“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.”
Este pasaje es el corazón del mensaje: en cada Misa no solo participamos de un rito, sino de una promesa viva. Jesús no habla en futuro hipotético, sino en presente con poder. Él mismo se entrega como alimento para la vida eterna.
La catequesis explica que recibir la Comunión no es solo un acto entre Jesús y tú, sino que te une con toda la Iglesia. Es el vínculo de la familia de Dios, alimentada con el mismo pan del cielo.
Reflexiones para interiorizar
● ¿Qué significa para ti que Jesús prometa “vida eterna” en la Eucaristía?
● ¿Cómo te prepara la Misa para encontrarte con Él al final de los tiempos?
● ¿Por qué es importante comulgar para nuestra vida presente y futura?
● ¿Cómo cambia tu forma de vivir saber que Jesús te resucitará?
Estas preguntas guían a los jóvenes a ver la Comunión como mucho más que una tradición: es una semilla de eternidad plantada en el alma y en el cuerpo.
Lo que enseña la Iglesia
La catequesis se fortalece con la enseñanza doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica y con el testimonio de los últimos Papas.
En el Catecismo N. 1000, se nos dice:
“Nuestra participación en la Eucaristía nos da ya un anticipo de la transfiguración de nuestro cuerpo por Cristo.”
Y San Ireneo de Lyon afirma que, así como el pan ya no es pan ordinario sino Eucaristía, nuestros cuerpos también serán transformados, porque ya han recibido el cielo en la tierra.
Lo dicen los Papas
El Magisterio de la Iglesia ha sido claro al respecto. Aquí las palabras textuales de tres pontífices:
San Juan Pablo II:
«La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra. Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino.»
(Ecclesia de Eucharistia, 2003)
Benedicto XVI:
«El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»
(Sacramentum Caritatis, 2007)
Francisco:
«Vamos a Misa todos los domingos porque ese es el día de la resurrección del Señor… para recibir la Comunión, el pan que es el Cuerpo de Jesucristo que nos salva, nos perdona, nos une al Padre.»
(Audiencia General, 5 de febrero de 2014)
Una aventura llamada resurrección
La propuesta catequética lo deja claro: la Eucaristía es un acto de fe, pero también de confianza en un futuro glorioso. Cuando comulgamos, no solo recordamos, nos transformamos.
Cada participación en la Misa es como un anticipo glorioso. El cuerpo de Jesús resucitado entra en nosotros y transforma nuestro cuerpo mortal en un cuerpo que espera ser glorificado.
Oración y acción
La catequesis invita también a la oración, utilizando fragmentos del Pregón Pascual, y propone dos actividades clave:
1. Trabajo en grupo: reflexión sobre la vida eterna y la Eucaristía.
2. Reflexión escrita personal:
● ¿Qué sientes al saber que tu cuerpo será glorificado?
● ¿Cómo vives la Eucaristía? ¿Qué significa para ti?
Y como tarea en casa, una sencilla sopa de letras con los conceptos clave, para que la semilla sembrada en el encuentro siga dando fruto.
Compromiso para la vida
Finalmente, se invita a los participantes a vivir con esta certeza:
cada vez que comulgamos, nos anticipamos a la vida eterna. La muerte no es el final. Es el umbral hacia la plenitud.
La Eucaristía es nuestro boleto, es nuestro “tráiler” para llegar al cielo…Que desde ya transforma nuestro presente.
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